Arrinconado por la deuda, presionado por el FMI y el Banco Mundial, Egipto aceleró desde 1991 su apertura a la liberalización económica. El gobierno de Ahmad Nazif (2004 – enero de 2011), con su gabinete de empresarios bajo la dirección de Gamal Moubarak (hijo del dictador), intensificó entonces estas políticas que, por las mismas fechas, […]
Arrinconado por la deuda, presionado por el FMI y el Banco Mundial, Egipto aceleró desde 1991 su apertura a la liberalización económica. El gobierno de Ahmad Nazif (2004 – enero de 2011), con su gabinete de empresarios bajo la dirección de Gamal Moubarak (hijo del dictador), intensificó entonces estas políticas que, por las mismas fechas, podemos ver aplicadas en el Magreb, Oriente Medio y numerosos países del llamado «Tercer Mundo».
Se desmanteló el Estado mediante una masiva privatización, la apertura comercial, la reducción de las tarifas aduaneras, la integración mundial de los bancos y el fomento de las inversiones extranjeras. La seguridad de un empleo en la función pública para cada diplomado, que había garantizado Nasser, fue abandonada.
La proximidad entre la esfera económica y la política nunca fueron tan evidentes. Los empresarios próximos al régimen se beneficiarion de un acceso privilegiado a las privatizaciones. La corrupción y el acaparamiento de bienes públicos, encarnados por el magnate del acero Ahmad Ezz/1, se hizo a gran escala. Lo que le convirtió en el principal objetivo de la revolución. Las privatizaciones no tocaron las empresas militares, pero los oficiales superiores obtuvieron cargos en las empresas públicas privatizadas nuevamente.
Cabe recordar los términos con los que Obama, muy explícitamente, apoyó más tarde a Morsi: «El apoyo de EEUU se basará en la garantía de la estabilidad financiera (…) la integración en la economía de mercado y en la economía mundial». Por lo tanto: «1º Abrir los sectores protegidos (…) que tengan barreras contra los inversores extranjeros (…); 2º Reducir los impuestos a la importación y las barreras no tarifarias; 3º Levantar la protección a las empresas estatales mediante la exposición a la competencia».
Desde 1952, la tierra estaba garantizada a su inquilino. Con la ley del 96, la renta se multiplicó por tres entre 1992 y 1997 y luego volvió a duplicarse en el año 2008. El mercado fija la tarifa de arrendamiento: el inquilino debe pagar su arrendamiento por adelantado, antes de cultivar, y el propietario puede poner fin al contrato en cualquier momento. Más de un millón de campesinos perdieron así sus tierras y sus casas. Solo en el Delta del Nilo, 440.000 pequeños campesinos se convirtieron en obreros agrícolas. Hicieron su aparición las grandes explotaciones exportadoras y se duplicó el nivel de pobreza; Egipto pasó de una política de auto-suficiencia alimentaria a una producción destinada al mercado mundial. Actualmente importa más del 50% de su trigo y en 2007 fue uno de los países más afectados por la crisis alimentaria mundial. Con el éxodo rural que siguió, en el campo sólo quedan ancianos, mujeres y niños; el trabajo agrícola se ha feminizado.
Egipto se ha transformado: las nuevas industrias producen bienes de consumo, el consumismo se ha desarrollado con los hipermercados y las galerías comerciales, el sector turístico ha revolucionado las costas, la mano abierta por el Estado al sector inmobiliario privado condujo a una increíble expansión urbana, que combina los suburbios y los complejos de lujo y ya se cuentan treinta millones de internautas. Pero este crecimiento, del 5% en año y medio, provocó la pérdida de empleos. El desempleo afecta masivamente a los jóvenes: el 90% de los desempleados están entre los 15 y los 29 años. El trabajo informal constituye más del 75% de los que entran por primera vez en el mercado laboral (de 10 a 17 millones de personas). Una consecuencia de esto es el retraso de la edad para el matrimonio, institución central en la sociedad egipcia que implica la compra de una vivienda por el marido. La búsqueda de medios para comprar un apartamento ha provocado un boom de la inmigración masculina: 22 millones de árabes han emigrado en los últimos años.
Al mismo tiempo que la riqueza de una minoría creció ostensiblemente, la pobreza explotó y alcanzó a las clases medias: el 40% de los egipcios vive con un dólar al día. Las transferencias que llegan de las familias en el extranjero y el pluriempleo (un trabajo asalariado agrícola temporal o trabajo en la construcción, normalmente en la ciudad) son la condición para sobrevivir.
La explosión de las ciudades: el lugar de la Revolución árabe
El éxodo rural y la pluriactividad afectan a la ciudad de una forma sin precedentes. En 1950, de los 100 millones de habitantes del mundo árabe, el 26% vivía en la ciudad. Hoy son más del 66% de 350 millones. Con un 95% de la población concentrado en poco más del 5% del territorio, Egipto presenta una densidad extrema. Se han formado gigantescos suburbios. La distinción entre lo urbano y lo rural se ha desdibujado, muchas «ciudades» exceden de los 50.000 habitantes. La urbanización ha desarrollado la movilidad. Los transportes públicos riegan las ciudades más remotas y la densa red de desplazamientos reemplaza los flujos de las zonas rurales a las ciudades. Esto conduce a una diversificación de la actividad, a la difusión de nuevos modos de vida y de información: las nuevas ideas se imponen y transforman la vida en el Egipto profundo.
El debilitamiento del Estado, la burocratización a ultranza y la corrupción a todos los niveles conducen a los egipcios a eludir el sistema. Tanto la proliferación de un hábitat ilegal como la proliferación de un sistema informal domina todos los ámbitos de vida. Ahí nació un sentimiento de autonomía, que con la revolución se transformó en la creación de múltiples formas de auto-organización. El éxodo rural y la inmigración revolucionaron la vida de las mujeres en esta sociedad patriarcal. Ahora trabajan, la edad para el matrimonio se atrasó, los divorcios y los abortos se multiplicaron, la poligamia se disparó, la tasa de nacimientos cayó de seis hijos por mujer en 1960 a tres en 2010. En 2006, el 71% de la población sabía leer y escribir. En 2008, el 56% de los estudiantes diplomados universitarios eran mujeres. Las hijas están más educadas que sus padres … ¡y también que sus maridos!
Es el fin anunciado de un sistema patriarcal basado en la sumisión de la gente joven a la gente mayor y de las mujeres a los hombres, que no se puede sostener sobre familias de dos o tres hijos; sobre todo si no hay más que hijas. La hijas además están más educadas que los hijos, lo que socava la autoridad masculina. Esta revolución de la familia cuestiona los fundamentos del orden social y religioso. En este proceso, el mundo exterior se convierte en parte integrante, en horizonte, de este mundo interior. Turquía, Brasil, los movimientos sociales de Europa… son seguidos con atención. Se lee más que nunca, por ejemplo a Marx. Se quiere comprender que ocurre. Las nuevas generaciones están a la espera de otro mundo y salieron a la calle para buscarlo. Esto supone una responsabilidad para el movimiento revolucionario socialista internacional.
Notas:
1/ Próximo a Gamal Moubarak. Fue encarcelado en 2012 por blanqueo de dinero.
Traducción: VIENTO SUR