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Revuelta en el frenopático (foral)

Fuentes: Rebelión

Los medios recogieron la noticia con importantes titulares: «El Parlamento de Navarra reconoce y condena la limpieza nacional, los crímenes contra la humanidad y actos de genocidio cometidos por la izquierda abertzale y su brazo armado ETA..«. Bueno, en realidad no fue el Parlamento de Navarra, sino su Junta de Portavoces quien aprobó la propuesta […]


Los medios recogieron la noticia con importantes titulares: «El Parlamento de Navarra reconoce y condena la limpieza nacional, los crímenes contra la humanidad y actos de genocidio cometidos por la izquierda abertzale y su brazo armado ETA..«. Bueno, en realidad no fue el Parlamento de Navarra, sino su Junta de Portavoces quien aprobó la propuesta con los únicos votos de UPN, PP y PSN, pero aquí todo vale.

Corría el año 1984. El grupo de rock Kortatu cantaba su canción «D. Vito y la revuelta en el frenopático» cuya letra decía: «El hombre del tiempo ahorcado / por haber informado: / granizos, rayos, truenos / y viento huracanado./ La asamblea de majaras / se ha reunido;/ la asamblea de majaras / ha decidido:/ mañana sol y buen tiempo». Pues eso, la asamblea de majaras forales también lo ha decidido: limpieza nacional, crímenes contra la humanidad y genocidio. Ahí es nada, y sin despeinarse siquiera. Aún no nos han achacado la muerte de Kennedy y de Manolete, pero todo se andará.

Corren tiempos electorales y la corrupción en Nafarroa inunda más espacios políticos, financieros, institucionales y deportivos que las crecidas del Ebro, y eso que llevamos tres inundaciones en lo que va de año. Las encuestas auguran un fuerte batacazo para UPN. En la última encuesta del CIS, su único diputado en el Congreso resultaba ser el peor valorado -con diferencia- de entre todos los portavoces parlamentarios. Y su partido, UPN, era aquel al que más gente decía -también con diferencia- que nunca votaría. En cuanto al PSN, todas las encuestas últimas lo sitúan en Nafarroa al fondo del capazo electoral, en el quinto lugar. Por su lado, el PP se acerca velozmente a la extraparlamentariedad. Por primera vez en la historia, la posibilidad de que los grupos de oposición de izquierdas y soberanistas tengamos mayoría en el Parlamento Foral (EH Bildu, Geroa Bai, Podemos e I-E) es algo tangible y real.

Éramos pocos y parió Osasuna. La burbuja deportiva navarra acaba de estallar. El ruinoso circuito automovilístico de Los Arcos se ha mostrado como un inmenso despropósito; el super-pabellón polideportivo Arena ha resultado ser construido para equipos y públicos inexistentes y, por último, el pasado reciente del club de fútbol Osasuna ha aparecido atravesado por de todo tipo de corruptelas, finanzas opacas y deudas inconfesables. El Gobierno de UPN y su Hacienda están metidos hasta el cuello en todo esto.

¿Qué hacer para tapar todo lo anterior, para desviar la atención de la sociedad ante los fracasos políticos y económicos del Gobierno central y foral? La originalidad, por cierto, no es una virtud de UPN y PP. La culpa de todo siempre la tiene el enemigo exterior: los «vascos» que vienen a invadirnos; la ETA que se infiltra en la educación pública navarra; los euskaltzales que quieren imponernos el euskera… Carentes de argumentos para defender en positivo su proyecto, su único programa es el del miedo. Con EH Bildu -repiten una y otra vez-, llegará el caos, y los de Podemos son su sombra.

Hablan de genocidio y crímenes contra la humanidad quienes tapan y justifican alzamientos fascistas que fusilaron e hicieron desaparecer en simas, sembrados y fosas comunes a casi un uno por ciento de la población navarra; quienes desatienden los reclamos del Grupo de Desapariciones Forzadas de la ONU referidos al franquismo y de su Relator sobre Verdad, Justicia y Reparación; quienes boicotean la petición de extradición hecha por la justicia argentina contra ministros, jueces, militares, policías y guardias civiles acusados precisamente de genocidio y crímenes contra la humanidad. Trileros de la política, magnifican las pajas en ojo ajeno para ocultar las vigas en el propio.

Si creyeran siquiera la décima parte de lo denunciado, lo que tendrían que hacer es formular la oportuna denuncia ante el Juzgado correspondiente, el Tribunal de Derechos Humanos de la UE o la Corte Internacional de Justicia de La Haya (ONU). Porque achacar alegremente delitos de esa magnitud -genocidio, limpieza nacional, crímenes de lesa humanidad- y no denunciarlos, muestra no solo la completa gratuidad de sus asertos, sino también una falta total de escrúpulos en el terreno de la política.

No es la primera vez que en el Congreso nos han tachado a Amaiur de ser «testaferros de ETA». En esta ocasión, sin embargo, se han invertido los términos de la ecuación, porque no se acusa a la izquierda soberanista de ser el brazo legal de ETA, sino que se afirma que es la propia ETA el brazo armado de aquella. Es decir, se señala así, directamente, a la izquierda abertzale como responsable principal una práctica genocida y criminal.

Cortinas de humo para esconder lo principal: el fracaso estrepitoso de las políticas de austeridad, recortes, represión laboral, social y política llevada a cabo desde Madrid e Iruñea por los gobiernos del PP y UPN y el hedor insoportable de una corrupción que atraviesa todo el sistema en el que vivimos (Casa Real, gobiernos autonómicos, principales partidos, deporte, burocracias sindicales,…). Carentes de argumentos para frenar el cambio político y social que llama a las puertas de Nafarroa, a UPN y PP solo les queda la baza de la descalificación zafia, el insulto y el miedo. Pero miedo es lo que ellos reflejan con su actitud. Miedo a que las alfombras sean sacudidas, a que las instituciones sean desinfectadas, a que la hacienda navarra se ponga al servicio de las grandes mayorías sociales, a que la trasparencia y la democracia sean dueñas y señoras de la vida política, a que el pueblo navarro sea finalmente dueño de su destino y pueda decidir libremente sobre su futuro.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.