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Entrevista a Joaquín Miras Albarrán sobre Praxis política y Estado republicano. Crítica del republicanismo liberal

«Sabemos que gracias a los clásicos, a la tradición, somos más sabios»

Fuentes: Rebelión

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, en www.rebelion.org Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano (Vilassar de Dalt (Barcelona), El Viejo Topo, 2016) *** Seguimos en la segunda parte de tu libro: «La […]

Entre otras muchas cosas, algunas de ellas recordadas y comentadas en anteriores conversaciones aquí publicadas, en www.rebelion.org Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y Estado republicano (Vilassar de Dalt (Barcelona), El Viejo Topo, 2016)

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Seguimos en la segunda parte de tu libro: «La República es una cultura común de vida. Crítica del republicanismo liberal». Estamos en la página 102, «La tradición política grecolatina». Señalas que la ontología antropológica que fundamenta la filosofía clásica es aquella que considera al ser humano como zoon politikon, expresión que, señalas, se traduce de forma simplificada como «animal social». ¿Por qué está mal traducida? ¿Cómo debería traducirse si lo hiciéramos de forma correcta, con toda su complejidad y sin pérdida de significado? 

Creo que la traducción correcta de la expresión sería «animal cívico político». La noción ontológica posee gran hondura.

¿Qué hondura? 

En primer lugar, la de la prioridad ontológica de la comunidad sobre el individuo. Ya he insistido otras veces en que esta ontología se opone radicalmente a la del individualismo antropológico liberal.

Sí, sí, de acuerdo. Hemos hablado de ello. 

Según la ontología clásica, el humano es un ser cuya naturaleza tiene la característica de ser una naturaleza incompleta -o indefinida-, de necesitar ser auto creada, auto puesta por el propio hacer, práctico poiético, del ser humano. Un hacer que sólo puede generarse en comunidad, en grupo social. Y que constituye a todos y cada uno de los individuos de dicha comunidad. La vida humana, la vida buena, el vivir bien, tal como lo explica Aristóteles, la vida humana, surge de la actividad en comunidad, la ciudad, la polis, existe para vivir bien. Y la polis, la comunidad cívica organizada, permite, además, que los miembros de la comunidad deliberemos sobre cómo poder orientar nuestra comunidad, sobre cómo elaborar en común el hacer que constituye a la comunidad y a cada uno de sus individuos. Si esto no fuera así, el individuo no podría auto elegirse, dotarse de fines, que, como recuerda Aristóteles, están al comienzo de toda praxis

El gran filósofo que elabora esta ontología es Aristóteles.

Queda clara, ha quedado clara en muchas otras ocasiones, tu gran admiración filosófica por la obra del gran lógico y biólogo. 

La ontología de la autocreación de una vida buena que no está predeterminada innatamente por una naturaleza, y que exige la creación, el paso del no ser al ser, de cosas, de instituciones, de actividades antes inexistentes.

Pero hay que reconocer que es pensamiento griego en general. No suelo citar a Platón, pero la noción de creación del mundo humano por la praxis humana está en Platón.

Muy bien visto en mi opinión eso que acabas de comentar. 

Como siempre, el texto no es un escolio marginal; de ser así, yo, que no soy filósofo, no podría tenerlo en mi casa.

Eso de que no eres filósofo es un buen chiste. ¿Dónde está ese paso que quieres señalar? 

Está en El Banquete, en discurso que Sócrates pone en boca de Diotima, y está numerado como 205 a:

«-Lo siguiente. Tú sabes que la idea de creación [«poiesis», precisado en nota así por la edición de Gredos] es algo múltiple, pues en realidad toda causa que haga pasar cualquier cosa del no ser al ser es creación, de suerte que también todos los trabajos realizados en todas las artes son creaciones y los artífices de éstas son todos creadores [poietai: precisado en nota por Gredos]»

Remarco el paso: todos los trabajos realizados en todas las artes; sus artífices son también creadores. 

Y para la Auto creación de la propia naturaleza del hombre, una naturaleza informe cuya característica es tener que crearse, existe ya anteriormente un texto célebre de Demócrito, numerado como el B. 33. 

El texto del gran atomista por favor. 

Es este: «La naturaleza y la instrucción poseen cierta similitud, puesto que la instrucción transforma al hombre y, al transformarlo, produce su propia naturaleza» Presocráticos, volumen 3, editorial Gredos, página 376 

Magnifico texto. Nunca había reparado en él 

Claro, toda esta tradición filosófica es recogida por el platonismo Renacentista. Y la ontología del ser humano como ser que carece de naturaleza, como ser dotado de una «forma informe», como un ser cuya naturaleza carece de «arquetipo» o «modelo ejemplar» y al que la divinidad «hizo del hombre una hechura de una forma indefinida», una «naturaleza mudadiza y transformadora de sí misma» es recogida por Pico della Mirandola en el Prólogo a su De la dignidad del hombre, que yo leo en la hermosa traducción de la Editora Nacional.  

¡Qué magnífica editorial, ¡qué grandes ediciones! Una decisión de un gobierno PSOE acabó con ella. Rafael Sánchez Ferlosio escribió sobre ello. Continúa, por favor, te he vuelto a interrumpir. 

Unas páginas de cuyo prólogo mis alumnos de literatura castellana de bachillerato han leído y comentado conmigo en clase, como texto concreto para introducir a esa unidad general que se titulaba, «Introducción al Renacimiento». 

¡Qué suerte que han tenido tus alumnos! Me voy un poco de tema pero te pregunto abusando un poco de nuevo de tu generosidad Afirmas que este filosofar al que hacemos referencia ha constituido una tradición. ¿Cuándo un filosofar constituye propiamente una tradición?, ¿qué es para ti una tradición en el ámbito que estamos considerando? 

Bueno, el término tradición posee diversos sentidos. Unos, que yo creo peyorativos, son los que consideran que tradición implica adoptar y seguir los mismo usos y formas de hacer, intelectuales o materiales, creados por la comunidad social en un determinado periodo, como manera de construir una identidad. Para poner un ejemplo extemporáneo, ficticio: si Aristóteles, si Agustín de Hipona llevaban túnica y sandalias, decidir que debemos llevar túnica y sandalias para preservar la tradición. Como si el tiempo no hubiese pasado, como si no fuésemos seres históricos. Acaba uno con túnica y en automóvil.

Ciertamente esa que has explicado es una forma de entenderla bastante extendida: conservar, sin modificación, los valores, consideraciones y prácticas antiguas.

Otra forma de entenderla es, en lo referente al pensamiento de estos autores mismos, y por ejemplo, adoptar su obra para reflexionar qué nos inspira la misma, adoptarla para pensar la realidad presente y para hacer en la realidad histórica presente, a sabiendas de que no es la misma realidad que constituyó el contexto genético de la obra. En este sentido, tradición es, no ilibertad, no sometimiento a un canon, sino opción de libre enriquecimiento intelectual.

Cosa muy distinta desde luego. 

Nosotros no somos ellos, ni lo es nuestro mundo, ni tan siquiera nuestras conclusiones; y puede ser que hasta «sepamos más», pues hemos visto acabar cosas, historia, que ellos no podían ni conjeturar: somos enanos ahorcajados a hombros de aquellos gigantes, no fundamentalistas organicistas que repiten calcadamente lo mismo.

Me voy a copiar la frase que acabas de decir. No se trata de copiar, sino de crear algo nuevo partiendo de un fondo que exige nuestra propia reflexión. 

Pero sabemos que gracias a los clásicos, a la tradición, somos más sabios. Sabemos que la ingenuidad intelectual, el no partir de un acervo intelectual, el no contar, a la hora de reflexionar sobre cómo hacer en nuestro presente, con la tradición y con la forma en que ésta, a lo largo de la historia, fue inspirando alternativas y soluciones ante diversas situaciones históricas concretas, nos desarma ante nuestro presente y sus problemas.

Una tradición se constituye cuando, a lo largo del tiempo, diferentes personas o grupos de personas parten de un corpus de saber, saber teórico o práctico -por ejemplo, organizativo, una iglesia, una fuerza política-, y lo reflexionan conscientemente para pensar o hacer en un mundo distinto.

Referido a pensadores, esos pensadores son los que consideramos «clásicos». Los clásicos son autores cuya obra fue pensada para su momento. Solo obras intelectuales que responden a verdaderas realidades concretas, que surgen como pensamiento que reflexiona sobre problemas reales, y que son capaces al mismo tiempo de generar pensamiento que inspira posteriormente. No se puede adoptar la decisión de ser clásico y pensar para la posteridad. Eso produce obras que no responden a ningún problema real humano y no permiten, en consecuencia, enriquecer nuestra experiencia y ayudarnos a pensar , a inspirar, ex analogía, cómo abordar los nuestros, concretos.

Vale la pena remarcar lo que acabas decir: no se puede adoptar la decisión de ser un autor clásico que piensa para la posterioridad. Pretencioso y autodestructivo. Nos detenemos aquí si te parece. Es un buen momento. 

Me parece. Seguimos cuando quieras.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.