El día 5 de este mes escribí en mi perfil de Facebook: «Después de tanto leer entrelíneas sobre el término «terrorismo judío», por primera vez que se utiliza en los servicios de información sionista, me da la nariz que es para salvar al sionismo de la quema, algo inaudito, de cómo los medios de información […]
El día 5 de este mes escribí en mi perfil de Facebook: «Después de tanto leer entrelíneas sobre el término «terrorismo judío», por primera vez que se utiliza en los servicios de información sionista, me da la nariz que es para salvar al sionismo de la quema, algo inaudito, de cómo los medios de información sionistas sacrifican cerca de 100 años de propaganda sobre el semitismo y el anti-semitismo, para salvar al sionismo de las acusaciones de terrorismo, ya que los colonos ante todo son sionistas, su educación y su doctrina lo son. Algo muy difícil de entender, pero los próximos días nos darán más pistas sobre el particular». La respuesta a mi sospecha de que el sionismo sacrifica el judaísmo y el semitismo por salvarse de la quema vino de los medios del entorno sionista que la confirman difundiendo: «‘Se trata de decenas de jóvenes anarquistas, Antisionistas y fanáticos’, según la seguridad. El Gobierno israelí declara la guerra al terrorismo judío con nuevas medidas».
Sionismo y más sionismo para fortalecer un Estado que quiere ser judío de nombre y de alma sionista. Así fue el propósito de su creación, nunca estuvo en sus objetivos crear un hogar para judíos, que englobaban los mitos que a lo largo de décadas han ido cayendo uno tras otro. Hoy estamos ante la caída más vertiginosa de un mito cantado y llevado a su máxima expresión del semitismo, como gran coartada del sionismo para usurpar Palestina y obtener el apoyo sentimental y material de quienes provocaron el holocausto.
Resulta que el judaísmo es una forma de creer y de ser fanático y también está impuesto a los rayos del integrismo y por lo tanto grupos de colonos se convierten en terroristas, tal y como en los últimos días las autoridades de seguridad del Estado sionista y sus medios de propaganda, vienen definiéndolo de «terrorismo judío». Con esta definición hacen clara separación del sionismo y el judaísmo, además acusan a estos grupos de terroristas y antisionistas. En esta posición hacen creer que los colonos integristas no son sionistas, algo que llama y mucho la atención, cuando en realidad el sionismo se vale de la religión en su expresión más extremista, afirmando que ocupan una tierra prometida por su Dios.
A saber cómo van a desarrollar ahora el desnudo integral que hacen de su templo del sionismo, una vez que hayan quitado el de goma hinchable, mostrándonos las verdaderas columnas de ese templo sin mitos ni leyendas y con un altar, donde empieza la ceremonia del sacrificio, poniendo sobre la mesa el cuerpo del judaísmo, como ofrenda para su verdadero dios: «becerro de oro». Mientras tanto, sus rabinos se convierten en carniceros de las cavernas de Sion-Monstruo, y el público es de la variopinta sociedad, ahora llamada moderna según defensores de ese infame Estado.
Dicen en árabe: «persigue al mentiroso hasta la vuelta de la esquina, para descubrir su mentira». Así es, han tenido que pasar casi 10 décadas para que quede el sionismo sin ningún mito que le valga de fuerza moral ante los incautos, o como fuerza de presión ante los Estados valedores de la creación de su brazo armado llamado «Israel».
Hoy estamos ante la revelación más importante de este maligno pensamiento llamado sionismo, viendo cómo muda su disfraz de judaísmo para ponerse el verdadero y único que tenía en su armario de fantasma trasnochado. Hoy el sionismo se muestra con toda su facha de farsante, dejando sin lugar a duda que su nueva trayectoria va a traer más que una interpretación a medida de sus objetivos finales, justificando el apoyo de sus secuaces con otros fines que van más allá de su implantación en Palestina, llegando a jugar en el tablero de las potencias mundiales como actor principal de un nuevo mundo.
La familia Dawabsheh, víctima de los actos de barbarie de los cachorros del sionismo, ha servido como trampolín a esta nueva posición. En ella el sionismo pretende lavar su sucia cara y presentarse ante Occidente, que cada día es menos religioso, como vanguardia frente al fanatismo religioso, una astucia utilizada y comprobada en su trayectoria de estratega farsante.
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