Traducido para Rebelión por Marina Trillo
GAZA, 16 de septiembre de 2004 (IPC + Agencias) – Un periódico israelí reveló un ejemplo más del tratamiento sádico que los soldados israelíes dan a los civiles Palestinos, que cruzan los diferentes puestos de control establecidos en los territorios Palestinos ocupados, tras informar sobre una historia sucedida a un obrero Palestino que fue obligado a beber la propia orina de los soldados.
El periódico israelí Ma’ariv relató la historia de un trabajador Palestino, Sameeh, que fue forzado por los soldados israelíes que estaban de servicio en el puesto de control de Abu Dees, ¡a que eligiera entre que le rompieran sus manos y piernas, o beber la orina de los soldados!
Sameeh, de 24 años, que trabaja de pintor, llegó el pasado sábado junto con otros 20 civiles al puesto de control de Abu Dees, donde todos fueron detenidos por los soldados que estaban en el puesto de control, y después fueron llevados a un puesto militar israelí denominado «el Hotel».
El civil palestino le contó a Ma’ariv el cruel abuso que sufrieron a manos de los soldados, que echaron suertes sobre los carnés de identidad de los civiles, eligiendo dos tarjetas, incluida la suya, y luego soltaron a los demás.
Sameeh y el otro civil fueron arrestados por los soldados y fueron forzados -en lo que los soldados israelíes llaman «el entretenimiento»- a elegir una de las tres notas de papel metidas en una caja. Las notas llevan diferentes modos de castigo para los civiles, entre las que están la rotura de manos, piernas y beber de botellas llenas de orina de los soldados.
Le contó al periódico que cuando rehusó tomar parte en este «entretenimiento», los soldados le atacaron y le arrojaron a la cara la orina de una de las botellas. «Después de eso no me pude aguantar más, así que empujé al soldado, y entonces los seis juntos se abalanzaron sobre mí y me apuntaron con sus fusiles de asalto M-16, ordenándome que bebiera la orina o me mataban a tiros.»
Sameeh añadió que lo obligaron a beber orina hasta que cayó inconsciente. Lo encontraron otros civiles cerca del puesto de control, y fue transferido a la clínica de Abu Dees, donde vaciaron de orina su estómago, y después fue trasladado al Hospital de Beit Jala, donde permaneció hasta el lunes.
Su historial médico señalaba que llegó a la clínica en estado de histeria, debido a la crueldad de la tortura por la que pasó. «Recuerdo que en un momento mientras me estaban obligando a beber la orina, le dije al soldado que me pegara un tiro porque ya no me importaba nada.»
Indicó que no sabía por qué otros tipos de tortura pasó el otro trabajador, añadiendo que teme la venganza de los soldados si él presenta una queja contra ellos por sus abusos.
Los soldados israelíes que sirven en los esporádicos puestos de control por todas partes de los territorios ocupados Palestinos a menudo obligan a los Palestinos a pasar por tal «entretenimiento», como un civil en Hebrón que sufrió múltiples fracturas de sus miembros cuando le obligaron a pasar por las mismas opciones que Sameeh tuvo que elegir.
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