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La 8ª edición desde 1996

Salió el Informe Planeta Vivo 2010 de Adena-WWF

Fuentes: Rebelión

En la segunda semana de octubre de este año, como cada dos años, la organización internacional ecologista WWF ha publicado su Informe Planeta Vivo. Esta es ya la 8ª edición desde 1996. Se trata de un estudio científico sobre el estado del planeta en términos ambientales, realizado -en mi opinión- con una metodología inteligente y […]

En la segunda semana de octubre de este año, como cada dos años, la organización internacional ecologista WWF ha publicado su Informe Planeta Vivo. Esta es ya la 8ª edición desde 1996.

Se trata de un estudio científico sobre el estado del planeta en términos ambientales, realizado -en mi opinión- con una metodología inteligente y fiable. Las conclusiones del Informe son pesimistas: el impacto de las actividades humanas sobre el planeta Tierra no deja de crecer, estamos esquilmando la riqueza terrestre. La humanidad está muy por encima de la sostenibilidad económica y al ritmo actual de consumo y derroche de recursos naturales, pronto estaremos ante una situación de colapso ambiental que puede ser desastroso para las generaciones futuras. Hemos superado desde hace años la capacidad del planeta de regenerarse, la ‘biocapacidad’, llegando a una situación que el Informe llama ‘translimitación’.

El Informe establece tres parámetros para explicar la evolución de los ecosistemas terrestres. Primero, el Índice Planeta Vivo estudia la diversidad faunística y su variación a lo largo del tiempo, haciendo un muestreo que selecciona varios miles de especies significativas, estudiando la evolución de sus poblaciones. También muestra el grado de conservación de los ecosistemas terrestres. Ese índice resulta significativo para evaluar la situación de la vida terrestre y sus expectativas de futuro.

El segundo parámetro es la huella ecológica, es decir, el impacto que los humanos efectuamos sobre la biosfera, con nuestras actividades económicas y el consumo de los recursos naturales -lo que el Informe denomina ‘el capital natural’ que la Tierra pone a disposición del género humano-. Esa huella se mide por naciones y personas, para saber dónde recae la mayor responsabilidad en el deterioro de la vida terrestre; también por biomas continentales y por grupos económico-políticos para conocer dónde se están produciendo los mayores impactos y por qué. Como señalo más adelante, a partir de esos datos podemos saber que la lucha de clases también tiene que ver con la ecología y que el principal problema de la humanidad presente es el imperialismo – es decir: no hay nada nuevo bajo el sol, pues eso ya lo había dicho Lenin de otra manera-.

La pérdida de biodiversidad de un país contabiliza en otro país, cuando es este otro el que consume los recursos extraídos. Así que países pobres pueden estar perdiendo biodiversidad sin estar siendo beneficiados por ello, pues sus recursos son consumidos en los países ricos. La huella ecológica depende del consumo de una persona en una nación, aunque el impacto se esté produciendo en otro continente. Por eso, el Informe señala la pérdida de biodiversidad en países de bajos ingresos por culpa de países con altos ingresos, que pueden estar incluso mejorando sus resultados en su territorio. Éstos cargan su deuda ecológica en otros lugares del planeta. En este sentido, el problema más grave hoy en día es la dependencia de combustibles fósiles.

El tercer parámetro es la huella hídrica, que mide el gasto de agua dulce y potable, puesto que ésta se está convirtiendo en un bien cada vez más escaso, de modo que importantes factores de la vida humana, y especialmente la salud, entran en riesgo por carecer de ella. Recordemos que el problema del agua es crucial en países como Bolivia y Nepal, que han realizado una revolución de carácter socialista estos años, porque dependen de los glaciares alpinos que están desapareciendo por el efecto invernadero.

A partir de esos datos, el Informe señala cuáles son las economías sostenibles y cuáles no. Resulta claro para todos, que las intuiciones básicas de cualquier persona informada se ven confirmadas por esta investigación científica: los países pobres son sostenibles y los países ricos no los son. Algunas sorpresas importantes nos las proporcionan los países nórdicos que se encuentran en lo más alto de la tabla de insostenibilidad -lo que significa no son un modelo de futuro para la humanidad, a pesar de los importantes logros en materia de derechos humanos e igualdad social-.

Pero el Informe de WWF hace más, pues cruza los datos de la sostenibilidad con el Índice de Derechos Humanos (IDH) elaborado por la ONU, para obtener a través de esa comparación qué países son verdaderamente sostenibles. Resulta que la mayoría de los países con alto desarrollo humano (IDH alto) consiguen sus resultados a costa de la sostenibilidad. Pocos países son al tiempo verdaderamente sostenibles y con IDH alto.

Es decir, en ese cruce se obtienen cuatro grupos de países: los países ricos tienen un alto índice de derechos humanos, pero son insostenibles; los pobres son sostenibles, pero en términos de derechos humanos son insuficientes. Hay también un grupo de países con bajo nivel de derechos humanos y al mismo tiempo son insostenibles -los peores: los reinos musulmanes aliados de la OTAN-. Finalmente en el recuadro que optimiza las dos variables, derechos humanos y sostenibilidad, sólo se encuentra un país, Perú.

Es sorprendente, pero eso nos dice el Informe. Creo que hay que prestarle credibilidad, aunque se ignoren o no sean relevantes aquí factores tan importantes, como el hecho de que la defensa de la selva y la ecología autóctona haya costado sangre y muertos a los pueblos originarios que viven en ese país. Ecuador, Cuba y Colombia, y algunos otros países están bien situados. Los mejores puestos están ocupados en general por países latinoamericanos.

Hay que decir que Cuba se encuentra muy cerca de la sostenibilidad y supera por muy poco el nivel marcado por el Informe, teniendo además un nivel de Derechos Humanos comparable al de España, por ejemplo. Pero Cuba ha estado dentro del cuadro de optimización de resultados en el Informe Planeta Vivo 2006, y en cambio ahora se ha salido de ese cuadro de honor. Por muy poco, pero ha salido. Hay que decir en su descargo que también ha conseguido avanzar en derechos humanos durante los últimos cuatro años; pero si ha sido a costa de perder sostenibilidad ecológica, incrementando la huella ecológica el resultado no puede satisfacernos.

Cierto que ignoro las causas de esa deriva, sólo quiero mostrar mi alarma por ese dato. Durante años, los partidarios de un sistema económico fundado en la planificación estatal centralizada, donde se ha abolido las diferencias de riqueza y ha desaparecido la burguesía como factor productivo, hemos podido enorgullecernos de la República de Cuba a través de este estudio de WWF, y hemos sentido que teníamos razón en nuestra apuesta política. Por tanto, el nuevo resultado es una mala noticia.

No se puede argumentar que no es un problema muy grave, que sólo es una pequeña desviación. Eso es cierto, pero las desviaciones si no se corrigen acaban generando tendencias y las tendencias acaban generando realidades diferentes a lo que habíamos querido planear. Urge reflexionar sobre el dato, buscar las causas de la situación y poner remedios efectivos. No sé si los nuevos planes de desarrollo económico están influyendo en la economía cubana, pero hay que plantearse si merece la pena llevarlos a cabo a costa de un deterioro de la sostenibilidad. Sé que la población cubana aspira a mayores cuotas de consumo, sobre todo porque se mira con envidia en el espejo de los países consumistas de desarrollo capitalista. Sé del esfuerzo enorme que han hecho los compañeros cubanos para estar en la vanguardia mundial por un mundo mejor. Sé que no se les puede pedir más. Pero la consciencia de la situación mundial no puede perderse.

Y esto viene también a cuento de la deriva de los partidos de izquierda en nuestro país. Parece que con la crisis todo el mundo se ha olvidado de la ecología, en lugar de considerar la crisis como una oportunidad para resolver los problemas del medio ambiente. Esto es muy grave e indica un ceguera oportunista por parte de algunos dirigentes. Es una cesión a las necesidades del sistema político-económico capitalista, que rebaja el programa de las organizaciones de izquierda. Otra rebaja más. Por ese camino se llega a ser partido de gobierno dentro del Estado imperialista. Es decir, partido de ‘desgobierno’.

Pero esa ceguera es también de ciertos sectores obreros adaptados a la sociedad burguesa; no se comprende que amplias capas sociales están cada vez más sensibilizadas por la problemática ecológica; y son muchos miles de volutandes y de votos. Son éstos miembros de la pequeña burguesía o la aristocracia obrera, que tienen mejor resuelto su futuro que los trabajadores industriales, más acuciados por el problema del paro ante la crisis. Pero la victoria de la izquierda no puede hacerse sin contar con esos sectores. Miren lo que ha pasado en Brasil, donde Dilma Rousseff, el candidato de izquierdas, triunfará en la segunda vuelta; pero donde el ecologismo ha sacado casi un 20% de los votos de la mano de su candidata Marina Silva. La izquierda triunfante vendrá de una alianza entre los trabajadores y los sectores antes señalados, falsamente llamados ‘clases medias’. O no vendrá.

En nuestros pueblos ibéricos estamos preparando las elecciones municipales y autonómicas, al tiempo que nos encontramos inmersos en una intensa lucha política, alrededor de la reforma laboral y los recortes de derechos para los trabajadores. En Francia una situación parecida está provocando una oleada de huelgas; mientras que parece que nosotros nos conformamos con nuestra huelga general -¡menos da una piedra!-. Sin duda, los trabajadores en nuestro país tendrán que seguir movilizándose. Pero está claro, incluso para los que no nos creemos el sistema político español, que los resultados en las próximas elecciones son un barómetro importante. En esa situación, que la izquierda se presente dividida entre los diferentes grupos verdes y comunistas, no nos va a ayudar a resolver los problemas que tenemos por delante en las próximas décadas. Hay que sentarse en la mesa de negociaciones y ponerse de acuerdo en nombre de la responsabilidad histórica ante la humanidad presente y futura.

Enlace: http://assets.wwfspain.panda.org/downloads/infoplanetavivo2010.pdf

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.