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Salto de España al vacío

Fuentes: Rebelión

En Cataluña, provincia española situada en las costas del mar Mediterráneo, en el nororiente de España, de los 7.5 millones de catalanes unos 5.3 millones debían votar en el referéndum el pasado 1 de octubre, pero sólo cerca de un 40% votó por una sola pregunta: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma […]

En Cataluña, provincia española situada en las costas del mar Mediterráneo, en el nororiente de España, de los 7.5 millones de catalanes unos 5.3 millones debían votar en el referéndum el pasado 1 de octubre, pero sólo cerca de un 40% votó por una sola pregunta: ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en forma de república? Consulta popular que por violar la Constitución de 1978, que consagra la unidad del país, fue prohibida por el gobierno central de derecha de Mariano Rajoy, que desplegó fuerzas policiales adicionales para impedir su realización y reprimió con violencia a los que pretendían participar en ella.

Si bien es cierto que Cataluña tiene todo el derecho de ser un país independiente porque es una nación hecha y derecha, o sea: está conformada por una comunidad de seres libres con trascendencia histórica consolidada y estable; tiene un idioma común, el catalán, además del castellano; sus ciudadanos habitan en un territorio colectivo con vida económica desarrollada, con herencia cultural y carácter nacional propio y rasgos físicos y espirituales específicos, que distingue a los catalanes del resto de españoles. En otras palabras, posee toda una gama de atributos para conformar un país separado de España. También es cierto que la península ibérica está conformada por una serie de naciones con características propias: vascos, gallegos, andaluces, valencianos… y, por lo tanto, con igual derecho que los catalanes para formar su propio país, lo que significaría la desintegración de España, hasta ahora un Estado multinacional.

Esta desintegración traería como secuela la posible atomización de la Unión Europa, UE, hoy en crisis existencial por ser semejantes los problemas que aquejan a otros miembros de esta comunidad. La UE necesita ser refundada no destruida. Debe cesar su actuación como una vasalla de los intereses hegemónicos de EEUU en su aparente lucha contra el terrorismo, real camuflaje para la aplicación de la doctrina del «caos constructor» que el imperialismo ha desperdigado y aplicado por todo el planeta. Es hora de combatir l a política de austeridad aplicada en la UE, que ha empobrecido a sus pueblos, política implantada por las presiones que sobre todos los estados imponen un puñado de banqueros, que reducen las ingresos reales de los gobiernos.

Por eso, mientras más fuerte sea el deseo de independencia catalán, más alto debe sonar el llamado a la unidad por parte no sólo del resto de España sino de todos los sectores afectados de Europa y el mundo, porque este movimiento, de carácter esencialmente nacionalista, no contribuye a la conformación de una UE fuerte, independiente, que satisfaga solidariamente las necesidades de sus miembros sino unicamente los deseos de independencia, tal vez justos, de un sector social catalán.

La autodeterminación es la solución positiva del problema catalán y del resto de la UE con dificultades similares, que sólo pueden ser resueltas en conexión con el momento que actualmente viven Europa y el mundo. Contra la autodeterminación no hay objeción. Si una nación lucha por su independencia, nadie debe oponerse a ello. Si Cataluña no quiere formar parte de España, no se le debe poner obstáculos. Pero se precisa de una ley general para la conformación de un Estado Federativo, plenamente democrático, que prohíba todos los privilegios actuales y se base en el principio de igualdad de derechos para todas las naciones. Se trata de que gocen del principio de autodeterminación el pueblo catalán y los demás pueblos de España y Europa, dentro de estados multinacionales; que todos tengan iguales privilegios y deberes y puedan organizarse como les plazca, conforme sus deseos y principios de autonomía, para determinar libremente sus destinos; que puedan tener relaciones federativas con otras naciones e, incluso, separarse por completo siempre y cuando no menoscaben los jurisprudencia de otras naciones, tal como está regulado en Canadá. Para salir del atolladero en que España se encuentra, tendría que renunciar el gobierno actual, que la fuerzas democráticas, todavía no constituidas, ganen una nueva elección para que un programa así se cumpla en una sociedad para la que el franquismo y el Partido Popular, de Rajoy, representan un atraso casi medieval.

Lastimosamente, esto es como pedirle peras al olmo, porque el reino de España, comandado por Rajoy, es heredero directo del franquismo, que masacró y persiguió con saña al pueblo catalán, al que incluso prohibió hablar en su lengua materna, es también heredero del gobierno de Aznar, que fue cómplice de la guerra contra Iraq, en la que participó gustoso.

Curioso absurdo, si el presidente del Gobierno de España, Rajoy, hubiera permitido la celebración libre del referéndum, el Sí no hubiera obtenido la mayoría abrumadora que obtuvo, un 90%. La represión brutal a la manifestaciones, el acoso a los que deseaban participar en la elección, los cerca de mil heridos causados por las fuerzas policiales (un centenar de gravedad), la persecución a los organizadores del referéndum, la destrucción y apropiación de papeletas electorales, los ataques a los sistemas informáticos, fue lo que volteó a la opinión de los catalanes en favor del Sí.

Mariano Rajoy, para el que no hubo referéndum, no supo defender el Estado de Derecho y con su actitud autoritaria ha conduc ido a España a la incertidumbre. Según la alcaldesa de Barcelona, «ha traspasado todas las líneas rojas» y «ha de d imitir» por ser un cobarde y » no estar a la altura de su responsabilidad de Estado»; por su parte, el Presidente Maduro pregunta: «¿Quién es el dictador?».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.