Samer Issawi, palestino de 33 años encarcelado en la prisión israelí de Ofer, ha batido todos los records de huelga de hambre habidos en el mundo, al superar los 210 días sin ingerir alimentos. Después de siete meses de someter su organismo a esta forma de protesta, su estado de salud se ha deteriorado hasta […]
Samer Issawi, palestino de 33 años encarcelado en la prisión israelí de Ofer, ha batido todos los records de huelga de hambre habidos en el mundo, al superar los 210 días sin ingerir alimentos. Después de siete meses de someter su organismo a esta forma de protesta, su estado de salud se ha deteriorado hasta el punto de poderle fallar un órgano vital en cualquier momento. Samer Issawi fue detenido en su casa de Jerusalén Este en abril 2002 cuando el ejército israelí invadió la mayoría de las ciudades palestinas de Cisjordania. Israel le condenó entonces a 30 años de prisión acusándole de pertenecer al Frente Popular de Liberación de Palestina, un partido político palestino que el gobierno israelí logró introducir en la lista de organizaciones terroristas de la Unión Europea.
Después de pasar 10 años en cárceles israelíes, Samer Issawi fue uno de los más de mil presos palestinos canjeados por el soldado Gilad Shalit en octubre 2011. Ocho meses después de su liberación, en julio del año pasado, Samer Issawi fue arrestado por el ejército israelí en Hizma, una localidad que, según el ordenamiento territorial israelí, queda dentro de los límites municipales de Jerusalén. Alegando que había incumplido las condiciones de su liberación que le obligaban a permanecer en Jerusalén, las fuerzas israelíes encarcelaron nuevamente a Samer. Aunque ningún tribunal israelí militar o civil le ha acusado formalmente de cometer un delito penal, se le comunicó que, por haber supuestamente infringido la prohibición de entrar en Cisjordania, debería acabar de cumplir la pena por la que fue condenado a 30 años de cárcel en 2002.
El mismo mes, Samer Issawi inició la huelga de hambre más larga de la historia, en señal de protesta contra una detención que las organizaciones de derechos humanos coinciden en calificar de arbitraria, y con el propósito de exigir su inmediata puesta en libertad. Por la flagrante injusticia que entraña su caso, Samer Issawi ha despertado un movimiento de solidaridad que sólo puede ser comparado con los que acompañaron a Khader Adnan o Hana Shalabi en sus respectivas huelgas de hambre en 2011. El pasado sábado, a modo de presión psicológica para que Samer abandone su huelga de hambre, según afirma la familia, el ejército israelí incursionó de noche en la casa familiar y detuvo a su hermano, Sadi Issawi, para supuestamente interrogarle.
En la actualidad, hay otros cuatro presos palestinos en huelga de hambre en cárceles israelíes. Aymen Sharawna, también liberado en el intercambio con Shalit y arrestado otra vez el 21 de enero de 2012 y tres prisioneros más, Jafar Azzidine, Yousef Yassin y Tarek Qa’adan, que llevan 65 días en ayuno voluntario después de haber sido arrestados el 22 de noviembre bajo detención administrativa, lo que significa ser encarcelado sin cargos ni juicio. Hoy en día, la detención administrativa, práctica ilegal bajo el derecho internacional, afecta a cerca de 200 personas palestinas. En total, hay más de 4500 palestinos en cárceles israelíes, muchos en situación de aislamiento e incomunicación, y sometidos a tortura en un país, Israel, que no ha firmado la Convención Internacional contra la Tortura de Naciones Unidas.
El fallecimiento de Samer Issawi podría desatar la cólera de un pueblo que en los últimos meses, ha acusado con calma tensa una serie considerable de humillaciones, vulneraciones y crímenes de guerra. El estallido de un movimiento de rebeldía similar -o distinto- al que sublevó a la población palestina en la Primera Intifada, podría frustrar las expectativas de los diplomáticos -en activo y retirados- que intentan relanzar el timo y el negocio de lo que se ha venido publicitando como proceso de paz, pero que en realidad ha sido un proceso de colonización, Apartheid y limpieza étnica. Ni estos diplomáticos, ni la Autoridad Palestina, ni el gobierno israelí tienen interés alguno en que salte la chispa. Razón por la cual, además de las consideraciones humanitarias que se le debería presuponer a quien ostenta el cargo de Alta Representante de la Unión Europea, Catherine Ashton expresó finalmente el pasado viernes su «preocupación» por la situación de los presos palestinos en huelga de hambre.
¿Será a raíz de esta llamada de atención, que las autoridades israelíes han anunciado una audiencia urgente para tratar el caso Samer Issawi? ¿Qué capacidad tendrán los amigos europeos de Israel, de evitar el escándalo de otro crimen odioso? En una carta enviada a su familia a través de su abogado, Samer ha declarado: «Le digo a mi pueblo que soy más fuerte que el ejército de ocupación y sus leyes racistas. Yo, Samer Al-Assawi, hijo de Jerusalén, dicto mi última voluntad en caso de que yo caiga como un mártir: llevarás mi alma como un grito por todos los presos, mujeres y hombres, un grito por la libertad, por la emancipación y la salvación de aquellos que han experimentado la pesadilla de la cárcel y su terrible oscuridad«.
Ya se habían anunciado que cientos de presos palestinos iniciarán una huelga de hambre en las cárceles israelíes en apoyo a Samer y sus compañeros, mientras miles de personas se manifestarán alrededor del mundo para demandar la liberación de Samer Issawi y protestar contra las detenciones ilegales practicadas por el régimen de Apartheid Israelí. La Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina, que agrupa a más de 20 ONG y asociaciones ha convocado concentraciones en apoyo a las reivindicaciones de los presos palestinos en huelga de hambre en varias ciudades del Estado Español. En Madrid, será el martes 19 de febrero a las 19h30 frente al Ministerio de Asuntos Exteriores, en Málaga a las 19h en la Plaza de la Marina.
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