Escribo este artículo en respuesta a algunas voces especialmente «panarabistas» que siguen pensando que EEUU e Israel están detrás de todo movimiento en el mundo, especialmente nuestro mundo árabe, y que todo es una conspiración urdida en estos dos países, como si no hubieran visto con sus propios ojos, hace apenas unos meses, el derrocamiento […]
Escribo este artículo en respuesta a algunas voces especialmente «panarabistas» que siguen pensando que EEUU e Israel están detrás de todo movimiento en el mundo, especialmente nuestro mundo árabe, y que todo es una conspiración urdida en estos dos países, como si no hubieran visto con sus propios ojos, hace apenas unos meses, el derrocamiento por parte de los pueblos árabes de los mayores dictadores, que eran de los más fuertes hombres de Occidente en nuestro mundo árabe. El más importante con diferencia fue el niño mimado de Israel, Hosni Mubarak, cuya caída ante los golpes del pueblo revolucionario Israel no pudo impedir, con todo su poder y su amplia influencia.
La revolución siria es una revolución popular por excelencia, al estilo de las demás revoluciones de los pueblos árabes en la época de la primavera árabe, cuyas causas y factores intrínsecos más importantes han sido la corrupción, la dictadura, la injusticia y la humillación de la dignidad del ciudadano. Comenzó pacífica y pidiendo reformas, pero la tozudez del régimen policial, su sordera ante las peticiones de la calle, a las que no accedió, su uso de fuego real para asesinar a los manifestantes y asustar a los demás, la detención y tortura de miles de personas para que ello pusiera fin a las manifestaciones, y la represión de las protestas cerraron las vías ante los jóvenes revolucionarios, quedándoles solo una única opción: armarse y defenderse a sí mismos. Es decir, la acción armada para deshacerse de este régimen que se ha convencido a sí mismo, con el apoyo de Occidente y Oriente, de que Siria es el reino de la familia Asad y de que nadie se lo puede disputar.
Volvemos a aquellos que equiparan a la víctima con el verdugo, entre el criminal y quien se defiende a sí mismo, entre el shabbih y el luchador por la libertad, y les decimos que su acusación contra el pueblo sirio de que está destruyendo su país y el responsabilizar a ambos bandos de la lucha es una forma muy negativa de evitar la verdad. Dicha acusación es una de las formas más duras de traición e injusticia contra los que piden la libertad, esos que llevaron la sangre en sus manos para obtenerla y se pusieron en pie. En la muerte no hay duda de quienes se levantaron para lograr su libertad y recuperar su dignidad.
No fue fácil para los que tomaron las armas contra el régimen criminal hacerlo, especialmente porque muchos de ellos eran estudiantes, gente docta o gente sencilla que no tenía experiencia en el uso de armas y en la participación en guerras, más aún tomando armamento ligero contra un ejército regular con cientos de miles de efectivos y armado con miles de tanques y aviones. Pero a pesar de ello, y ante la injusticia de la situación se negaron a cualquier cosa que no supusiera que su dignidad quedara en lo más alto y que lograsen la libertad, incluso siendo una minoría en contra de una mayoría, pues ¡cuántos pequeños grupos lograron vencer a otros más numerosos!
A esos que equiparan al verdugo que bombardea barrios habitados con tanques y aviones, que ha obligado a la gente a marcharse, que ha acabado con los que quedaban, que ha disparado contra los manifestantes pacíficos, sin eximir de ello ni a ancianos ni a niños y que no ha respetado el honor de las mujeres ni la inocencia de un niño, con quien tomó las armas y arriesgó su vida a pesar del desequilibrio de fuerzas para enfrentarse a este salvaje destructor que ha cometido todos esos crímenes, y para liberar a la patria de él y su mal: esos han de disculparse ante el pueblo sirio.
Deben disculparse ante el pueblo sirio cuando se preguntan de parte de quién están en el conjunto del pueblo sirio, como si hubieran olvidado que la pequeña porción del pueblo sirio que solo canta «Con nuestro espíritu y nuestra sangre morimos por ti, Bashar» y «Dios, Siria, Bashar y nada más» es la misma porción que está representada en Egipto por los restos del régimen y en Libia por las brigadas de Gadafi, y que no supone más que una minoría que tiene intereses de clase y sectarios y que no ve en Siria más que la huerta de Asad. ¿Es lógico equiparar a esos que tienen el cerebro lavado y que están atontados con su amor por el dictador que destroza su país y quema las más antiguas ciudades de la historia, con quien salió gritando «Dios, Siria, libertad y nada más» y que lleva su mortaja en la mano para librarse de la injusticia y la dictadura?
Pedimos a esos escritores que se pongan de parte de la verdad sin cubrirla de falsedad porque está tan claro como el día. Decir que EEUU apoya la revolución siria no es verdad, pues si de veras lo hiciera, esto habría terminado hace tiempo. Sin embargo, la realidad es que lo más importante para EEUU en la zona es el interés de su aliado Israel, que teme que la victoria de la revolución traiga consigo un eje turco-sirio-egipcio con apoyo del Golfo, o al menos algunos países del Golfo, que le abra las puertas del infierno a través de la frontera del Golán que el régimen de los Asad ha mantenido segura durante los últimos cuarenta años.
En realidad, entre las causas del retraso de la victoria militar de la revolución está la postura estadounidense, que impide que se le proporcionen armas sofisticadas a los revolucionarios, armas que derriben los aviones y detengan a este ogro que ha destrozado las piedras y asesinado al ser humano, como misiles Stagner, o cualquier otra cosa que ponga freno al aparato militar destructor de Asad y cambie el equilibrio de fuerzas. Peor aún, el gobierno estadounidense, como ya han señalado muchas fuentes, presiona a los países que apoyan al pueblo sirio para que no den ese tipo de armas a los revolucionarios e incluso a veces, para que no les envíen el dinero que necesitan. Todo ello, por miedo a que caiga el régimen sirio más rápido de lo que se espera, lo que le impediría poder elegir quién vendrá detrás y proteger los intereses de Israel como ha sucedido durante las décadas pasadas.
Espero que estas palabras lleguen a quien corresponde, para que la credibilidad de esos escritores siga siendo alta y para que se fijen en la cuestión desde la óptica de la justicia, no desde la óptica del miedo. Que Dios ayude al buen pueblo sirio que no ha encontrado en este mundo a quien se ponga de veras de su lado para poner fin a su sufrimiento, del mismo modo que él se ha puesto siempre de parte de todos los pueblos revolucionarios del mundo contra la injusticia, la agresión y la dictadura.
Dr Tareq Kutaylah es e scritor palestino que vive en EEUU.
Publicado por Traducción por Siria