Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
El primer ministro de Canadá Justin Trudeau. (Foto Huffpost)
«Hoy, mientras celebramos la independencia de Israel, también reafirmamos nuestro compromiso de luchar contra el antisemitismo y el antisionismo», dijo el primer ministro canadiense Justin Trudeau el 2 de mayo.
¿De verdad?
En primer lugar, los judíos no son los únicos semitas que viven en la región, especialmente porque los palestinos son semitas también. Incluso David Ben Gurion, el padre de Israel (o al menos de sus armas nucleares), reconoció que los palestinos originarios eran los más probables descendientes de los pueblos semitas históricos de la región.
Por otra parte muchos judíos no son semitas y han alcanzado la condición judía por medio de la conversión. Uno se puede convertir a una ideología, pero no se puede convertir a una biología.
Esa es una noticia vieja, tan vieja como el movimiento sionista y una de sus mayores manipulaciones y falsas acusaciones hechas en contra de cualquiera que habla en contra de la ideología sionista. Es el compromiso de luchar contra el antisionismo que se destaca como un giro radical a la derecha.
El sionismo es -o en su origen fue- una ideología laica que usa la religión judía como un medio para obtener sus objetivos. Mucho antes del Holocausto, los sionistas abogaron por la limpieza étnica de la región, construyeron la mentira de «una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra».
La limpieza étnica se aceptó hasta el punto de que el genocidio se convirtió también en una idea aceptable.
Junto con estos buenos valores canadienses están los valores canadienses más modernos. Estos incluye las leyes militares para la mayoría de los palestinos en Cisjordania, el encarcelamiento de toda Gaza y la negación de todos los derechos humanos, el abuso, la tortura y el encarcelamiento de niños, la destrucción de las estructuras civiles palestinas, una variedad de leyes civiles que niegan la igualdad de trato en la mayoría de los ámbitos de la vida civil.
Por supuesto Canadá sólo tiene que mirar a su propia historia y acciones actuales en relación con su población indígena para reconocer por qué muchos de estos valores canadienses son tan fácilmente aceptables hoy para Trudeau y compañía.
Teniendo un ministro de Asuntos Exteriores con una inclinación neonazi y las ridículas declaraciones sobre el apoyo a la ideología de limpieza étnica y genocida de otro país, el actual Gobierno «liberal» está mucho más alineado con las ideologías neoconservadoras de Estados Unidos y la UE que nada tienen que ver con la auténtica ideología liberal («generosa» según el diccionario de Oxford) o progresista. Combine eso con un seguidor adulador de la política exterior estadounidense profunda y la pregunta continúa.
No espero una respuesta, al menos no una que realmente responda a las críticas específicas. Para Israel yo esperaría que las mentiras habituales sobre el derecho de autoprotegerse (aunque Israel domina militarmente la región y oprime a los indígenas palestinos) y la costumbre que nunca ocurrirá de la solución de dos estados -en la realidad ahora es un Estado unitario de hecho con su propio sistema de apartheid (perdón, otra mala y que pronto será palabra prohibida en Canadá- y entonces mira a nuestra propia población indígena).
Canadá alardea de ser un Gobierno progresista y ha utilizado con éxito los derechos de las mujeres y los inmigrantes sirios en los medios de comunicación para mostrar su característica ejemplar. Sin embargo en la política exterior de Canadá en alineación con los EE.UU. y muchas de sus políticas internas en alineación con las élites empresariales del Gobierno de Trudeau, se inclina más hacia la derecha.
Jim Miles es un educador canadiense, colaborador habitual y columnista de artículos de opinión y análisis de libros de The Palestine Chronicle. Los trabajos de Miles también se presentan a nivel mundial en otros sitios web alternativos y publicaciones de noticias.
Fuente: http://www.palestinechronicle.com/on-israel-is-trudeau-moving-to-the-far-right/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.