Mientras en la ciudad cisjordana de Hebrón los colonos someten al terror a los habitantes palestinos un nuevo torniquete estrangula a la Franja de Gaza. Durante varios días y noches consecutivos grupos sionistas han disparado a los palestinos y quemado sus casas mientras dormían, como así también sus olivares y negocios; tampoco quedaron a salvo […]
Mientras en la ciudad cisjordana de Hebrón los colonos someten al terror a los habitantes palestinos un nuevo torniquete estrangula a la Franja de Gaza.
Durante varios días y noches consecutivos grupos sionistas han disparado a los palestinos y quemado sus casas mientras dormían, como así también sus olivares y negocios; tampoco quedaron a salvo el cementerio y las mezquitas que fueron profanadas. Los 180.000 pobladores autóctonos son el blanco del ataque de los 650 colonos israelíes que viven en el centro de la ciudad de Hebrón en enclaves fortificados. Arrasan los vecindarios palestinos bajo la mirada protectora del ejercito israelí y la inacción de las nuevas «fuerzas de seguridad» colaboracionista de la ANP, armada y entrenada por EE.UU. e Israel para perseguir y detener a los opositores del actual gobierno de Mahmud Abbas/Al-Fatah, quien les ordenó no intervenir para proteger a su propia población.
El detonante fue el desalojo de una vivienda usurpada por el movimiento de colonos en reivindicación de los derechos bíblicos sobre la ciudad palestina, movimiento que convocó a limpiar Israel de palestinos; para esto cuenta con la reciente aprobación de 600 nuevas colonias por parte del gobierno israelí en tierras cisjordanas.
«Como no pueden masacrarnos a todos de golpe, nos cortan los víveres y el agua. Así, ellos creen que acabaremos por huir en masa empujados por el hambre y la sed. Eso es a lo que los israelíes llaman transferencia. Aquí todavía nos sentimos en casa, incluso bajo las bombas. Éste es un sentimiento esencial. Porque aunque aquí, en Gaza, vivamos en el infierno, todavía hemos podido salvaguardar nuestra dignidad«, son las palabras de una mujer ante el nuevo asedio impuesto por Israel desde el 4 de Noviembre. El bloqueo es parte de un plan sistemático genocida, que junto al goteo con el que se permite la ayuda humanitaria, tiene la intención de «poner a dieta a los palestinos, que adelgacen un poco, aunque sin llegar a matarles de hambre», como fue sugerido por Dov Weisglas, asesor del Primer Ministro israelí, en febrero de 2006. Esta combinación letal deja a 1,5 millones de personas luchando por sobrevivir. Sin combustible para la única central eléctrica, el corte del suministro afecta desde las panaderías hasta los hospitales, que tampoco cuentan con medicamentos e instrumental. Así, fueron asesinados ya 400 enfermos a los que se les impidió ser traslados. Gaza es más que una prisión, el castigo colectivo se ensaña con los niños, el 50% sufre de desnutrición y 70% de anemia ante la carestía de alimentos básicos, estos son solo algunos de los datos de esta guerra que Israel trata de ocultar al mundo impidiendo la entrada de periodistas.
Sin posibilidades de trabajo, los habitantes de Gaza dependen casi absolutamente de la ayuda exterior, y ante este nuevo asedio diversas muestras de solidaridad tienen lugar, se destacan los recientes intentos de barcos de internacionalistas europeos, árabes e inclusive israelíes de romper el bloque marítimo, transportando víveres y medicamentos. Algunos logran pasar y otros son torpedeados, pero esto no detiene los anuncios de nuevas embarcaciones próximas a partir. Estos actos de solidaridad directa son también un llamamiento a todos los amantes de la libertad para que multipliquemos las acciones de condena a la de limpieza étnica y el genocidio que hoy tienen lugar y redoblemos el apoyo a la resistencia palestina.