«El destino de nuestro pueblo y nuestra nación depende de esta batalla». Así resumió el dictador Al Assad la importancia que tiene en estos momentos la «batalla de Alepo», la segunda ciudad más importante de Siria. Desde el 18/7, cuando los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) consumaron un atentado con bombas en el que […]
«El destino de nuestro pueblo y nuestra nación depende de esta batalla». Así resumió el dictador Al Assad la importancia que tiene en estos momentos la «batalla de Alepo», la segunda ciudad más importante de Siria. Desde el 18/7, cuando los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) consumaron un atentado con bombas en el que murieron el Ministro de Defensa y altos mandos del aparato de seguridad, Assad no aparecía en público. Aprovechando el 69° aniversario de las Fuerzas Armadas sirias, el presidente llamó a redoblar los esfuerzos por vencer a los rebeldes y saludó a los «héroes» que están librando esa batalla.
Después del duro golpe recibido con el atentado, que se produjo mientras el ELS había lanzado un ataque en las grandes ciudades de Alepo y Damasco, Assad recuperó parcialmente la iniciativa retomando el control de la mayor parte de Damasco. Pero esta contraofensiva del régimen está empantanada en Alepo. Pese a haber enviado fuertes contingentes de tropas, contar con el absoluto dominio aéreo de sus caza bombarderos y helicópteros artillados, pese a contar con armamento pesado, artillería y tanques, los rebeldes han resistido más de 10 días en sus posiciones en los barrios periféricos e intentan avanzar hacia el centro. El 31/7 se informó de la toma, tras largas horas de combates, de dos importantes estaciones policiales que funcionaban como cuarteles militares y eran importantes bastiones del régimen dentro de la ciudad.
El carácter de la guerra civil
Desde hace meses en Siria hay una guerra civil en curso. Como hemos explicado en otros artículos, la primavera árabe en Siria se expresó desde marzo de 2011 con enormes movilizaciones de masas que enfrentaban la sangrienta represión militar. Pero luego su dirección recayó en el pro imperialista Consejo Nacional Sirio (CNS) en el exilio y en el ELS como principal foco de resistencia, que según muchos analistas es apoyado y armado por Turquía, Arabia Saudita y Qatar, aliados de EEUU. Esto derivó en enfrentamientos militares, menguando la movilización popular y abriendo paso a la guerra civil que actualmente está atravesando horas decisivas.
La política imperialista (encabezada por EEUU y Francia) es sacar a Assad e imponer un régimen más favorable a sus intereses y vienen presionando en ese sentido para que el Consejo de Seguridad de la ONU vote sanciones a Siria que permitan una eventual intervención militar (todavía sin lograr el consentimiento de Rusia y China). Pero el problema mayor es a quién confiar el poder después de la caída de Assad. La oposición siria está sumamente fraccionada y en lo único que acuerdan es en sacar a Assad, pero difieren en cómo hacerlo y por qué sustituirlo.
Las fracciones de la oposición
La primer gran división es entre la oposición «política» que está en el extranjero, y los grupos que están en el terreno combatiendo. Entre los primeros están el CNS que es el más fuerte y cuenta con el apoyo de la Hermandad Musulmana, recientemente llegada al poder en Egipto de la mano de Morsi, que está tratando de congraciarse con el imperialismo norteamericano y el estado sionista de Israel. Muchos de los dirigentes del CNS residen en Francia y el domingo anunciaron que están formando un gobierno paralelo a Assad. Otro sector de la oposición en el extranjero es Haitham al Maleh, una figura histórica de oposición a la dictadura de los Assad exiliado desde hace años en Egipto y que criticó al CNS y declaró el 31/7 que está avanzando en formar un «gobierno en el exilio». Muchos de estos sectores pretenden alguna negociación con Assad para que se vaya a cambio de la promesa de inmunidad para él y su familia. La idea, compartida por el imperialismo como la mejor solución, incluye armar un nuevo régimen cívico-militar con muchos de los sectores que hoy responden a Assad para ir a una transición ordenada y más o menos pacífica.
Pero el sector de la oposición que combate en el terreno, rechaza la posibilidad de otorgar inmunidad a Assad así como formar gobierno de unidad con sectores que hayan sido parte de la dictadura. Este sector está hegemonizado por el ELS, cuyos referentes han manifestado que quieren un gobierno formado por militares y que no aceptarán ninguna autoridad que ellos no avalen. Pero el ELS no es el único actor en el terreno. Hay sectores de desertores que se oponen al plan del CNS y que parecen querer conducir ellos mismos el nuevo gobierno. Existe además una miríada de brigadas y comandos autónomos que combaten a Assad, algunos que responden al ELS y otros que se declaran totalmente autónomos sin mando central, entre algunos de ellos, influyen sectores islamistas ligados a los Saudíes y Qatar.
Los riesgos de una transición desordenada
En Siria la posibilidad de que la guerra civil se extienda y se profundice es muy grande porque la dictadura de Assad mantenía un «orden» entre las distintas confesiones y grupos étnicos en que está dividido el país y su desaparición sin un nuevo régimen más o menos estable que lo reemplace, puede llevar a la pérdida del control estatal. Además, con la caída de Assad, el sector alawita (religión minoritaria que detenta el poder estatal sobre la mayoría sunnita) quedaría en una situación muy delicada, expuesto a ataques y represalias. Incluso se ha hablado de la posibilidad de que Assad intente refugiarse en la región costera del Mar Mediterráneo que es un feudo alawita y resistir allí.
Otro sector crítico es la minoría kurda, nación oprimida que ocupa una amplia área formada por el norte de Siria e Irak y el sur de Turquía. El gobierno turco advirtió que tomará todas las «medidas necesarias» (entiéndase militares) para evitar que el conflicto en Siria atraviese sus fronteras con un fortalecimiento de los combatientes kurdos. Por su parte Assad llegó a amenazar con el uso de armas químicas si su país era agredido desde el exterior. La entrada de Turquía, potencia militar en la región, en el conflicto, significaría un salto enorme en la situación con imprevisibles consecuencias.
Una crisis con fuertes consecuencias geopolíticas
Un escenario así llevaría inestabilidad a toda la región, porque Siria es el principal aliado de Irán y del Hesbollá libanés. Irán sigue bajo una dura presión diplomática y de sanciones económicas que en estos días se vieron reforzadas por el viaje del candidato republicano a la Casa Blanca, Romney, y del jefe del Pentágono, Panetta, que dieron todo su apoyo a Israel. Este a su vez aprovechó a recordar que «todas las opciones están sobre la mesa» para impedir el proyecto nuclear persa, agregando más tensión.
Por todo esto el imperialismo y la cipaya Liga Árabe han tratado de negociar con Assad intentando como mencionamos, una maniobra similar a la que pusieron en práctica en Yemen donde el dictador Saleh aceptó dar un paso al costado a cambio de inmunidad y armaron un nuevo régimen manteniendo lo esencial del anterior. Pero Assad parece decidido a pelear hasta el final y eso hace muy difícil una salida política. El diario The Washington Post tituló «Para el asediado dictador sirio Assad, la única salida puede ser una bolsa de plástico». Permitir que la situación se alargue en el tiempo lo que podría implicar avances y retrocesos militares coyunturales de ambas partes, sólo empeoraría la situación haciéndola aún más sangrienta y descontrolada. En ese marco quieren sacarlo cuanto antes y tratar de armar una transición lo más ordenada posible con sectores del viejo régimen que acepten participar en la nueva estructura junto al CNS, el ELS y otros sectores. Pero como dijimos este plan choca con las divisiones entre la oposición a la que Francia ha llamado inútilmente en reiteradas ocasiones a formar un «gobierno que se prepare para asumir». Por otra parte Rusia y China, que tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad, se oponen a imponer sanciones económicas y militares ya que sobre todo Rusia tiene fuertes intereses, y hasta una base militar, en Siria. Todas la salidas que se ofrecen al pueblo trabajador sirio son de mayor sufrimiento y penurias. Además de los miles de muertos y decenas de miles de heridos, hay más de 200.000 desplazados que se encuentran en campos de refugiados en Turquía y Jordania. La situación de parálisis económica la paga el pueblo pobre con la secuela de desocupación, inflación y escases de recursos. El reaccionario régimen de Assad tiene que caer por la movilización obrera y popular independiente de toda variante burguesa y contra cualquier injerencia imperialista.
Fuente original: http://www.ft-ci.org/article.php3?id_article=5640