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“Aquí están, estos son los mineros del carbón”

Se radicaliza la lucha minera en todo el país

Fuentes: Clase contra Clase

En el contexto de los brutales ataques que el Gobierno del PP viene llevando a cabo contra el conjunto de los trabajadores, ahora les ha tocado el turno a los mineros. Década tras década, las cuencas mineras han sido devastadas, atenazadas entre las multinacionales de la energía como Endesa o Iberdrola, la superexplotación laboral en […]

En el contexto de los brutales ataques que el Gobierno del PP viene llevando a cabo contra el conjunto de los trabajadores, ahora les ha tocado el turno a los mineros. Década tras década, las cuencas mineras han sido devastadas, atenazadas entre las multinacionales de la energía como Endesa o Iberdrola, la superexplotación laboral en manos de los minifundistas y empresarios de la minería, y los sucesivos gobiernos del PSOE o el PP que han condenado a miles de familias mineras a la miseria y la ignominia, sobre todo mediante despidos y prejubilaciones forzosas, las cuales han generado un paro de masas que se ha instalado en estas regiones de forma estructural desde hace años. Pero si tantas veces los capitalistas y sus gobiernos han descargado sus crisis sobre los hombros de las familias trabajadoras, esta vez es cualitativamente distinto. Quieren hacer sufrir a los mineros las consecuencias de unos recortes que suponen el 60 % de las ayudas a la industria carbonífera -que el último gobierno del PSOE ya venia recortando durante el 2011-, junto a un cúmulo de prejubilizaciones forzosas que ya están sufriendo los trabajadores en diversas cuencas mineras.

El recorte que contemplan los presupuestos generales para la industria minera es draconiano: el 63,2 % para las ayudas al funcionamiento de las empresas, el 39,2 % para infraestructuras en las cuencas, el 76,6 % para proyectos empresariales, el 100 % en materia de seguridad minera y el 99,6 % para formación y becas. Además, la consignación para el Instituto del Carbón baja el 39,1 %. Esta aguda situación es la que ha desatado un duro conflicto en el que se han implicado con toda su fuerza y tradición de lucha miles de mineros que aún extraen el negro mineral en los socavones de las minas carboníferas de Asturias, León, Galicia, Aragón, Andalucía, Castilla-La Mancha y otras regiones.

«Hoy banderitas, mañana dinamita»

Después de nueve jornadas de Huelga, los mineros vienen radicalizando sus protestas. Los paros en la industria han sido totales y engloban a más de 8 mil mineros en todo el Estado Español, contando además con la parálisis que ha causado para otras industrias auxiliares del carbón. Después de las manifestaciones que se hicieron en todo el país y en cada región de la cuencas, el Gobierno trato de desviar el descontento con una reunión el 29 de mayo entre los empresarios mineros, los dirigentes sindicales de CCOO y UGT y el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, en el marco de la comisión de seguimiento del Plan del Carbón. Pero como era de esperarse, dicha reunión fue un fracaso rotundo por el claro empeño del Gobierno de seguir adelante con las medidas. Ante esto, los sindicatos -con el apoyo de las propias patronales- declararon la Huelga General «indefinida» del sector, que por ahora se ha prolongado hasta el día 6 de Junio. Al día siguiente tuvo lugar una manifestación de más de 10.000 mineros que recorrieron las calles de Madrid y llevaron a fuertes enfrentamientos con los antidisturbios. Durante estos días los mineros han protagonizado grandes acciones de lucha, recuperando métodos de lucha combativos, como cortes de calle y carreteras por medio de troncos y neumáticos en llamas, piquetes y fuertes enfrentamientos con las unidades especiales de Policía y la Guardia Civil que culminó con varios mineros detenidos.

En Aragón, en los primeros días de las jornadas de huelga y después de una Asamblea general, los trabajadores se dirigieron a cortar la carretera que lleva a la Central Térmica en manos de Endesa (que quema el carbón autóctono de Andorra), llamando a los trabajadores de la misma a secundar la Huelga junto a ellos. Y también durante estos días, en Castilla y León se han repetido las protestas y los cortes de carreteras y más de 1.500 personas entre León y Ponferrada han participado en las manifestaciones. En Asturias las acciones de lucha han conquistado la unidad de acción con los trabajadores del transporte, que el día 5 empezaban también una huelga indefinida con la participación del 90% de los empleados, un hecho histórico que los propios dirigentes sindicales admitían que no sucedía desde hacía una década. En León, en el marco de persecución política contra los mineros, mientras el Subdelegado de Gobierno Gabino de Lorenzo ha emitido un comunicado advirtiendo que «la ley será respetada a rajatabla y que detendrán a todo el que la vulnere», los obreros no cesaban en sus acciones y aclamaban con gritos y aplausos de apoyo a los seis mineros que desde el día 5 permanecían encerrados en las dependencias de la institución provincial. Todo hace prever que esta es una lucha que recién comienza y tendremos un «verano caliente» en las comarcas mineras.

Represión, la respuesta del Gobierno; Resistencia, la de los mineros y el pueblo

Como viene sucediendo, el mecanismo básico del Gobierno para pasar sus planes de ajuste es la represión y la persecución a los luchadores obreros y populares. No ha sido distinto con la lucha de los mineros. En todas las acciones de lucha la policía y la Guardia Civil actuaron con brutalidad contra los mineros: en Asturias, dos mineros fueron detenidos y decenas identificados; en Madrid tras la multitudinaria manifestación, también hubo detenciones, entre ellas, la de un compañero estudiante de la UAM y miembro del 15M, al que piden 12 años de cárcel por haber participado de la manifestación! En todos los casos hubo detenciones, golpes, pelotas de goma, gases lacrimógenos e identificaciones masivas.

El último hecho han sido los 7 mineros de León detenidos hoy miércoles tras cargar contra el piquete que cortaba el puente de Fernández Casado de la autopista León-Campomanes desde las diez de la mañana. Como cuenta un cronista, «Los mineros habían trasladado su movilización a este emblemático puente de la AP-66 esta mañana, donde cruzaron camiones y arrojaron piedras sobre la calzada para cortar ambos sentidos de la circulación. Desde las huelgas de los noventa, los mineros no elegían como escenario de sus reivindicaciones este puente, situado poco antes de la desviación hacia Villablino» (El Diario de León, 06/06/2012).

Pero la cosa no terminó allí, la represión se trasladó al pueblo de Ciñera, que se transformó en un virtual campo de batalla entre los mineros y la Guardia Civil… la «Batalla de Ciñera», como ya podríamos bautizarla. Durante horas se vivieron intensos combates callejeros donde los mineros resistieron a las fuerzas de represión. Hasta el alcalde pedáneo de la localidad resultó herido por una pelota que casi le quita un ojo. Un vecino relataba los hechos diciendo » no hemos podido salir de casa. Daba miedo. Había tiros en las calles y la gente corría. Los mineros se han metido detrás de los contenedores y la Guardia Civil disparaba en medio de la calle», mientras otra vecina aseguraba que durante los enfrentamientos «ha habido vecinos que abrieron la puerta para que los chavales se metieran en las casas. Están peleando por lo suyo y aquí todo el mundo sabe lo que es la minería» (El Diario de León, 06/06/2012).

Pero a pesar de la represión, se extiende la resistencia y la solidaridad de clase de los pobladores de las localidades mineras.

Contradicciones: los métodos radicales y el programa del conflicto

«La octava jornada consecutiva de la huelga indefinida de la minería del carbón en Asturias ha recrudecido este lunes las protestas con movilizaciones que han generado cinco detenidos, un agente herido y la repetición de media docena de cortes de tráfico en las principales autopistas y carreteras de la región. Además, la Guardia Civil ha incautado ‘gran cantidad’ de material ‘altamente peligroso’ utilizado para causar disturbios en la huelga de la minería». (ABC, 05/06/2012) Así relataba la prensa reaccionaria los sucesos de otra de las batallas de los últimos días, La «batalla de Santa Cristina de Lena» (ver recuadro) el pasado martes 5 de junio en Asturias. No es para menos. Centenares de mineros enfurecidos (miles sin contamos todas las cuencas y pozos a lo largo y ancho del país que se hallan en paro total de actividades), piquetes y neumáticos encendidos, corte total de carreteras, sabotaje al transporte, tirachinas, bidones de gasolina, voladores, puntas oxidadas y hasta «lanzacohetes artesanales». Si el valor y la voluntad están entre las más preciadas virtudes del guerrero, también habría que incluir la creatividad… ¡y vaya si son creativos los mineros a la hora de luchar! Los valientes combates de los mineros asturianos que hace dos días pudimos ver por todos los canales de televisión, nuevamente hicieron honor a su brava tradición de lucha.

Es entonces cuando uno espera que las patronales pongan el grito en el cielo llamando a la racionalidad y el orden contra el vandalismo. Pero la patronal carbonífera esta vez se ha pintado la cara de rojo y ha llamado a la racionalidad… al propio gobierno: «El presidente de la patronal del carbón Carbunión, Victorino Alonso, ha dicho hoy que espera que el Gobierno muestre en la reunión de la comisión de seguimiento del Plan del Carbón del miércoles ‘por lo menos, cierta racionalidad y cierta sensibilidad’.» (Público, 04/06/2012) Sin embargo, esto no es algo sorprendente, sino lógico. Las patronales del carbón, con la colaboración de direcciones de los sindicatos, son quienes han impuesto el programa de reivindicaciones de la lucha. Por ello, la manifestación de Madrid el 31 de Mayo era «encabezada por empresarios y sindicalistas unidos tras una pancarta en la que se puede leer ‘Por el futuro del carbón autóctono y la reactivación de las comarcas mineras. Por el empleo'» (La Nueva España, 31/05/2012), y culminó en el Ministerio de Industria para exigir al Gobierno el cumplimiento con lo previsto en el Plan Nacional del Carbón.

En esta situación, los valientes mineros asturianos, leoneses, aragoneses, gallegos y del resto de las cuencas y comarcas mineras del país, a pesar de su combatividad y su entrega en la lucha, están siendo llevados por sus dirigentes detrás de una demanda en la que las reivindicaciones obreras están subsumidas por un programa para salvar a los capitalistas de la minería. Los mismos capitalistas que sin sonrojarse amenazan con cerrar las minas… ¡si sus obreros no consiguen con su fuerza y su lucha que no les quiten los subsidios! O en el mejor de los casos, no cerrar… pero bajar los salarios al nivel de la quita de los subsidios, como también anunciaba en la prensa con total descaro el gran patrón carbonero Victorino Alonso: «‘Propondremos a los trabajadores una rebaja del sueldo proporcional a la rebaja de las ayudas a las empresas que ha decidido el Gobierno’, alrededor del 70%» (La Nueva España, 11/05/2012).

Lamentablemente, las direcciones sindicales de UGT y CCOO, con gran tradición de lucha y organización entre el proletariado minero, se han transformado en voceros de este chantaje patronal, atando la suerte de los trabajadores al destino de los propios empresarios mineros y llevándolos a un callejón sin salida.

La patronal carbonera y la «mala memoria» de los dirigentes sindicales

Hace pocos días, el secretario general del sindicato SOMA-UGT, José Ángel Fernández Villa, ha advertido hoy de que los mineros «no van a tolerar» las políticas «destructivas» del Gobierno a la minería del carbón, que «son una copia absoluta» de las que aplicaron Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido. Su evaluación es justa. Pero si Villa fuera consecuente con su lectura de la situación, sabría que no se puede enfrentar el «thatcherismo» del PP yendo de la mano con las propias patronales mineras, que coyunturalmente se encuentran enfrentadas con el gobierno por un problema de subsistencia, pero cuyo único interés han sido siempre sus ganancias y no la vida de las comarcas, los mineros y el resto de sus pobladores.

Vale recordar lo que decía hace algunos años un portavoz del grupo empresarial carbonero más importante en España -con importantes empresas e intereses ramificados también en la construcción y los servicios industriales-, Victorino Alonso: en el 2003 «afirmaba que ‘no tiene sentido’ ir a una movilización con los sindicatos porque aunque muchas de sus reivindicaciones son coincidentes buena parte del resto atañen y van precisamente contra la patronal: «Están en su derecho, pero se trata del discurrir propio sindical: las empresas tienen otras formas de actuar'» (Diario de León, 16/03/2003).

Y claro que tienen «otras formas de actuar». Valga como ejemplo que en febrero del 2010, los trabajadores de los grupos mineros Alonso y Viloria se disponían a ir al paro porque la empresa no les pagaba las nóminas, pese a que el Ministerio de Industria había otorgado a las empresas las ayudas al funcionamiento de sus explotaciones un mes antes por un total de casi 140 millones de euros. El presidente del comité de empresa de Uminsa, Guillermo Sánchez de UGT, declaraba en la prensa: «estamos hartos de no cobrar los sueldos (…) Llevamos seis meses en esta situación, con demoras en el pago de las nóminas por encima de los cinco días», mientras sostenía que la base del conflicto no estaba «en la falta de liquidez aducida por la patronal, sino en la presión que se quiere ejercer sobre la compañía pública Hunosa para que incremente en un 2% la factura por la compra del carbón que no admiten las centrales», utilizando a los empleados para coaccionar a la empresa pública (Diario de León, 24/02/2010). El engaño, la vileza y la explotación son la verdadera cara de los capitalistas carboneros, y por qué no recordarlo, la de cualquier capitalista.

¿Qué ha cambiado para que la patronal acepte ahora manifestarse junto con los sindicatos? Sencillamente que, frente al ataque del gobierno con la quita de subsidios, los dirigentes sindicales han evitado incluir cualquier reivindicación antipatronal en la lucha para hacer un frente único con los empresarios, en vez de confiar en la fuerza de los trabajadores y un plan de lucha obrero independiente del Estado y de los capitalistas.

La necesidad de un programa independiente: por el control obrero de las minas y de los subsidios

La lucha minera va a continuar, porque ni los trabajadores ni el Gobierno pueden ceder. Los trabajadores, porque está en juego su propia vida y la de sus familias; el Gobierno, porque no sólo tiene el objetivo estratégico de liquidar la industria minera del carbón en representación de los intereses de las multinacionales y las imposiciones de la UE y el plan europeo de ayudas al carbón, sino por un motivo político aún más importante: ceder ante la lucha de los mineros y sus métodos radicalizados, sería un «malísimo ejemplo» para los millones de trabajadores y jóvenes que enfrentan los recortes y la reforma laboral en todo el Estado. O dicho de otro modo, sería… un extraordinario ejemplo a seguir. Por ello, es necesario quebrar la voluntad del Gobierno.

A pesar de estar siendo llevados por sus dirigentes detrás de un programa que no representa sus verdaderos intereses de clase, el rol de vanguardia que vienen jugando los mineros en la lucha de clases del Estado Español, la radicalidad de sus métodos y su vocación de unificar las luchas -como lo mostraron los mineros asturianos con sus compañeros del transporte-, puede impactar sobre muchas compañeras y compañeros, posibilitando que nuevos sectores de vanguardia emerjan, radicalicen sus acciones de lucha y den pasos hacia una política que supere los límites que imponen las direcciones sindicales conservadoras.

Los revolucionarios de Clase contra Clase bregamos por esta perspectiva. Humildemente, no defendemos a la industria minera, si por ello se entiende a los propios capitalistas que se enriquecen con la explotación brutal de sus trabajadores y el usufructo vil de los subsidios del Estado. Lo que defendemos es a la clase obrera minera y a sus familias, como a todos los pobladores pobres de las comarcas que durante décadas han soportado la humillación de los capitalistas y sus gobiernos.

La única garantía de que las industrias mineras sobrevivan, funcionen efectivamente, preservando al máximo posible el ambiente y permitiendo la utilización de sus recursos al servicio de toda la comunidad, será que los trabajadores logren imponer el control obrero sobre su gestión y sobre el uso de los subsidios del Estado central. La única garantía de que las industrias mineras sobrevivan, funcionen efectivamente, preservando al máximo posible el ambiente, restaurando el territorio una vez explotado y permitiendo la utilización de sus recursos al servicio de toda la comunidad, será que los trabajadores logren imponer el control obrero sobre su gestión y terminen con los buenos negocios que la patronal minera viene haciendo con los subsidios del Estado central, por medio de la expropiación sin indemnización de todas las minas y su inmediata nacionalización. ¡Basta de subsidios que acaban en los bolsillos de unos pocos capitalistas! Para mantener los puestos de trabajo, mejorar las condiciones y poder trabajar de una manera segura y respetuosa con el entorno, es necesario luchar por una minería pública, suficientemente financiada por el Estado y bajo el control de los trabajadores, los únicos interesados en preservar la vida y el futuro de las comarcas.

La lucha minera puede quebrarle el brazo al Gobierno. Pero para ayudar a ello es necesario difundir entre todos los estudiantes y trabajadores del país el gran ejemplo de lucha de los mineros y rodearlos de solidaridad. Pero no de una solidaridad de palabra, sino en los hechos, luchando en primer lugar, por la defensa de los mineros contra la represión que vienen sufriendo en distintas comarcas, la libertad sin causas judiciales de todos los detenidos y el cese de las persecuciones. Al mismo tiempo, convocando a coordinar junto con los mineros a todos los sectores de trabajadores y estudiantes en lucha, peleando por un programa independiente no sólo del gobierno sino también de las patronales.

Los compañeros mineros han sido históricamente uno de los batallones más combativos del proletariado español. Ellos fueron quienes capitanearon la insurrección de 1934 que levantó la Comuna de Asturias, y más tarde, en 1962, las huelgas de la minería de esa región significaron un punto de inflexión en el despertar del movi¬miento obrero que haría entrar en crisis a la Dictadura de Franco. A pesar de los golpes sufridos a base de falsas «reconversiones» y cierres, a pesar de las traiciones y del conservadurismo de sus dirigentes, siguen dando muestras de heroísmo y combatividad. Tenemos confianza en que nuevamente habrá «una luz en Asturias» y en todas las comarcas mineras que ilumine la lucha para derrotar al Gobierno y la patronal.


La batalla de Santa Cristina de Lena

Santa Cristina de Lena es conocida por su afamada iglesia prerrománica, situada sobre una colina que domina el valle del río Lena. Rodeada de naturaleza y verdes valles y colinas, esta ermita del siglo IX ha conquistado su reconocimiento como Monumento Histórico Artístico y Patrimonio de la Humanidad. Pero por estos días, las imágenes de Santa María de Lena que recorrieron el mundo fueron menos celestiales. Como cuenta un vívido relato de un cronista del diario La Nueva España que vale la pena citar extensamente:

«Ocho de la mañana. Asturias amanece ante lo que será el día más duro hasta la fecha en las protestas mineras en contra del recorte de las ayudas al carbón que amenazan con cerrar el sector de forma inminente. El sol comienza a brillar sobre las laderas del entorno de Santa Cristina de Lena, un lugar religioso, de peregrinaje para los creyentes, que ayer se iba a convertir en todo lo contrario: un campo de batalla entre mineros y antidisturbios. Fuego, barricadas, misiles caseros, botes de humo, heridos y detenidos fue el balance de una cruenta jornada de movilizaciones mineras. (…)

Al filo de las nueve de la mañana, decenas de trabajadores del sector carbonero comenzaban a organizarse en el entorno de Vega del Rey y de la estación de tren de La Cobertoria. Armados con neumáticos, saltaban a la autopista A-66 y, como cada jornada, y ya van unas cuantas desde el inicio del conflicto, cortaban el paso a los vehículos. Antes de que el reloj marcara las nueve, la barricada estaba formada y los neumáticos y árboles, utilizados para cortar el paso, en llamas. Pero algo iba a cambiar respecto a los días anteriores: la Guardia Civil aceptó esta vez el órdago de los mineros. Aparecieron veloces, en más número que nunca, y en apenas 10 minutos ya más de medio centenar de agentes se agolpaban en el entorno de la barricada. Comenzaba la batalla de Santa Cristina de Lena.

La Guardia Civil comenzó a disparar pelotas de goma y botes de humo a los mineros que, lejos de achicarse, repelían los ataques con gomeros, piedras y voladores, y se defendían con escudos metálicos artesanales. Sin embargo, el humo hacía que poco a poco fueran perdiendo terreno. Era la hora de tirarse al monte, un terreno que por tradición siempre se les había dado mejor que a los agentes de la autoridad en cada enfrentamiento minero. (…)

La estrategia de los agentes fue ir rodeando a los mineros. Entre tanto, estos últimos atacaban cada vez que veían asomar a un antidisturbio. Las imágenes que cientos de veces se ven en el telediario de milicianos árabes combatiendo con cohetes artesanales contra ejércitos armados se reprodujeron ayer en Santa Cristina, con los mineros en el papel de milicianos.

Armados con tubos metálicos de andamios de la construcción como lanzacohetes, los mineros los cargaban con voladores. Apuntar, encender la mecha y ¡pum!; «misil» contra los agentes. Así durante varios minutos, hasta que la Guardia Civil se hacía un escollo demasiado duro y había que emprender la huida. Tras tres horas de batalla, los mineros se dispersaron por el monte tratando de escabullirse de los agentes. Para dos de ellos, el día iba a acabar con sus huesos en la comandancia, ya que fueron detenidos en una pradera cercana a Santa Cristina.» (Andrés Velasco, «La batalla de Santa Cristina de Lena», La Nueva España, 05/06/2012)

En estos días, con algunos compañeros recordábamos una hermosa copla minera de un cantor del sur argentino, que en su emocionante estribillo reza: «A ver si se saca el sombrero, señor, que va a pasar un obrero… a ver si se saca el sombrero, señor, que va a pasar un minero.» Y no la recordábamos por casualidad. Como no «sacarse el sombrero» ante tan grandes muestras de combatividad y lucha de los valientes mineros asturianos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.