En 1965, Ernesto Che Guevara, personalidad revolucionaria internacional, acompañado del fallecido presidente egipcio Gamal Abdel Naser, hizo una parada en Kamshish, una pequeña aldea de la gobernación de Menufiya, al norte de El Cairo. Allí, con amplia sonrisa y ojos chispeantes, saludó a la joven que se había atrevido a rebelarse contra el feudalismo y […]
En 1965, Ernesto Che Guevara, personalidad revolucionaria internacional, acompañado del fallecido presidente egipcio Gamal Abdel Naser, hizo una parada en Kamshish, una pequeña aldea de la gobernación de Menufiya, al norte de El Cairo. Allí, con amplia sonrisa y ojos chispeantes, saludó a la joven que se había atrevido a rebelarse contra el feudalismo y a sus amigos campesinos.
Ella le estrechó la mano y el convoy presidencial siguió de inmediato su camino. Sin embargo, aquel encuentro dejó una imagen indeleble en la mente de la valerosa militante Maklad Shahinda.
Maklad conserva una gran foto de Guevara junto a otra de su marido, Salah Husein, militante comunista muerto en 1966, justo un año antes que Guevara. «Ambos significan lo mismo para mí, los dos combatieron contra la explotación y la esclavitud», dice mientras le brotan las lágrimas en sus ojos.
Llora por el marido a cuyo lado combatió en la resistencia armada contra los señores feudales. Trata de escapar a ese sentimiento de dolor si bien las imágenes de su viejo compañero llenan cada rincón de la casa. Bebe un poco de agua pero las lágrimas vuelven a correr por el rostro. Esta vez, son lágrimas de alegría. La revolución egipcia del 25 de enero ha henchido su corazón de alborozo.
El corazón de Maklad aún late al ritmo de la militancia y de la libertad. Tiene 74 años de edad pero a pesar de su avanzada edad y la debilidad de su cuerpo, su memoria es tan aguda como siempre.
Maklad desciende de una familia burguesa. Siendo niña tuvo una temprana inclinación de la mano de su padre, Abdul-Hamid Shawki Maklad, oficial de policía e intelectual. «Era muy bueno tocando el laúd. Si su padre, el alcalde, no le hubiera obligado a incorporarse a la academia de policía hubiera tocado el laúd en la banda de Umm Kulsum», afirma.
Maklad era la hija mayor de la familia y tenía cuatro hermanos menores. Estaba muy unida a su padre, más incluso que a su «amable pero poco aventurera» madre. A edad muy temprana tuvo que afrontar las contradicciones de clase en el seno de la sociedad egipcia. A pesar de los antecedentes de su clase, a menudo su padre intercambiaba ideas con ella sobre socialismo, lo que le proporcionó un conocimiento temprano acerca de la raíz de esas contradicciones.
Hasta años después no comprendería Maklad por qué su padre «se negó a dispersar las manifestaciones populares tras nuestra derrota en la guerra de Palestina, en 1948». El padre de Maklad -que llegó a enviar un telegrama a Naser diciéndole que «si no liberan a los campesinos de Kamshish detenidos durante la revuelta contra el feudalismo, deténganme a mí con ellos»- siempre alentó a su hija a defender su opinión hasta el último aliento.
La apoyó y le dio poderes para separarse de su marido, un oficial a quien no amaba. Lo hizo para pudiera casarse con Salah Husain, que acababa de regresar en aquel entonces a Kamshish. Antes de regresar al la aldea, Husain había sido detenido por organizar el movimiento de los campesinos además del de estudiantes. Les había dado entrenamiento para tomar las armas y hacer frente a la familia Feki.
La familia Feki era la propietaria del pueblo y de los campesinos que vivían en él. La familia gobernaba mediante el terror y la opresión tratando a los campesinos de manera despectiva y humillante. La familia impedía que los campesinos prosiguieran con su formación e incluso que mirasen a cualquiera de sus miembros a los ojos.
Por ello, no es de extrañar que la lucha armada campesina que lideró Hussain en 1953 fuera la batalla más encarnizada contra el feudalismo. Fue detenido y encarcelado durante un año, pues el régimen de Naser, en lo tocante a la reclamación de las tierras a la familia Feki, se comportó de manera reformista y no radical.
«La tierra no se redistribuyó entre los campesinos hasta cinco años después de una lucha armada en la que murieron decenas de personas… sin embargo, ello no puso punto final al combate contra el feudalismo en el pueblo», declara Maklad.
El 30 de abril de 1966, Maklad se derrumbó al recibir en su casa de Alejandría la noticia de que su marido había sido asesinado por la familia Feki en Kamshish.
Madre de tres criaturas (una de ellas recién nacida) recobró la compostura y fue a Kamshish para portar el ataúd de su esposo, mártir del movimiento de los campesinos revolucionarios. Allí, el funeral se convirtió en una manifestación popular. Maklad gritó con todas sus fuerzas «Salah es un mártir, y un mártir nunca muere».
El color negro pronto dominó su guardarropa porque se hallaba en un estado de duelo permanente. La oleada de malas noticias parecía no tener fin, la última de ellas, la muerte de su hijo Wassim en Rusia, seguida muy pronto por la de su hermano y un primo.
«Tras la muerte de Wassim pensé que todo había terminado y que era el fin para mí. Pero la revolución de enero me ha devuelto de nuevo a la vida».
En su juventud, Maklad se unió al movimiento armado con su compañero marxista. Cuando él murió, decidió seguir sus pasos y continuar el camino de la lucha y la militancia. Se convirtió muy pronto en un icono nacional e internacional.
«Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, y Naser vinieron a visitarme para darme el pésame. Les recibimos con cantos que reclamaban ‘libertad y la caída del feudalismo’, dice Maklad.
Maklad fue encarcelada dos veces en su vida. La primera en 1971, cuando fue enviada a Alejandría en pleno auge del conflicto armado con el feudalismo que daba sus últimos coletazos.
La encarcelaron de nuevo el 2 de enero de 1981 acusada de pertenecer al Partido Comunista Egipcio. Entonces, el poeta Ahmad Fuad Negm, quien estuviera también encarcelado en varias ocasiones por su controvertida poesía, dedicó un poema a Maklad titulado «El Nilo».
El feudalismo resurgió de nuevo en la era del ex presidente egipcio Hosni Mubarak. Maklad nunca dejó de combatirlo.
El 23 de diciembre de 2011 encabezó una manifestación hacia la plaza Tahrir en la que participaron más de un millón de mujeres egipcias para que se restaure el honor de las jóvenes egipcias que fueron sometidas a humillantes pruebas de virginidad por soldados del ejército egipcio.
Cuando se le preguntó sobre su posición respecto a la victoria de los islamistas en las recientes elecciones parlamentarias afirmó que no le da demasiada importancia. «Su victoria solo tiene que ver con una cuestión de aprovechar el momento oportuno de la historia. Han explotado la pobreza de la gente y su distorsionada conciencia. Con el tiempo la gente acabará por despertar de ese estado de confusión. Está bien que sea ahora cuando el pueblo experimente el gobierno de los islamistas, porque están agotados», asegura. «El pueblo es de izquierdas. Egipto es de izquierdas. Egipto volverá al pueblo y el pueblo volverá a Egipto una vez que se recupere. La plaza Tahrir será para siempre nuestra arma y nuestra asamblea general del pueblo».
Fuente: http://english.al-akhbar.com/content/shahenda-maklad-lifelong-trip-tahrir