La manera en que Israel sobrevivirá las próximas semanas signadas por la retirada civil y militar de Gaza contra la que se levanta parte de la derecha israelí, determinará -en gran medida- el futuro político e institucional del Estado. Paradójicamente, Ariel Sharón, quien fuera el principal promotor, arquitecto y capataz de la colonización israelí […]
La manera en que Israel sobrevivirá las próximas semanas signadas por la retirada civil y militar de Gaza contra la que se levanta parte de la derecha israelí, determinará -en gran medida- el futuro político e institucional del Estado.
Paradójicamente, Ariel Sharón, quien fuera el principal promotor, arquitecto y capataz de la colonización israelí en la Cisjordania y Gaza en los últimos 30 años -también quien inventara como opositor y apoyara como gobierno todos los caminos «truchos» para violar la ley y seguir ampliando la construcción en los asentamientos israelíes en las zonas ocupadas en la guerra de junio de 1967- es hoy víctima de los ataques de sus hijos políticos en la derecha parlamentaria y extraparlamentaria. Sus excitados militantes lo atacan y tildan de traidor, legitiman su asesinato como «entregador» y hacen uso de la fuerza con la que Sharón los armó en el pasado para poner en jaque al gobernante, pero también a la democracia israelí. Cría cuervos…
Las imágenes de este verano israelí están signadas por la «oposición naranja» a la retirada de Gaza (el color elegido para la campaña de la ultraderecha): piquetes, manifestaciones multitudinarias en las que se obliga a la presencia de decenas de miles de policías y soldados que tienen prohibido la utilización de armas de fuego en contra de quienes los atacan con insultos, empujones y seudo artefactos explosivos colocados en lugares públicos.
Y si algo le faltaba a este verano abrasador en el Medio Oriente, eso son los soldados israelíes que se niegan a cumplir las ordenes de sus superiores y participar en la evacuación de las colonias. Por encima de ellos también encontraremos políticos que llaman a toda voz a desobedecer las ordenes de las autoridades alegando ser los continuadores israelíes de Martin Luther King, el asesinado luchador pacífico por los Derechos Humanos en los Estados Unidos.
«Un retiro amoral»
Utilizando el discurso político-moral de los objetores de conciencia que en el pasado se negaron a participar en la represión de los palestinos en los territorios ocupados, los líderes del movimiento «naranja» israelí definen como «ilegal» y «amoral» la orden de evacuación de los asentamientos judíos en Gaza o Cisjordania.
Apelando al recuerdo del nazi Adolf Eichmann, quien intentó explicar cientos de miles de muertes bajo su responsabilidad como «cumplimiento de ordenes bajo la obediencia debida», acusan a los soldados israelíes de «cumplir ordenes amorales», haciendo lugar a la interpretación respecto de las maneras pacíficas y violentas legitimadas para poner fin a quien da las ordenes «amorales» comparadas con las de Hitler.
Por si acaso, el servicio de seguridad israelí (Shabak) tomó sus precauciones para proteger a Ariel Sharón de sus ex colegas y amigos.
Pecado hasta el fin
El hecho que los colonos, y los sectores políticos que los apoyan, intenten apropiarse del vocabulario y el discurso de los Derechos Humanos; el hecho que pueda entenderse y aún despertar cierta empatía el ver a familias de colonos obligadas a abandonar sus casas por una decisión política, no puede ocultar la realidad: la colonización israelí en los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza fue desde un primer momento ilegal y el paso de los años no sirve para blanquear este pecado original.
La ley internacional permite ocupar militarmente territorios en disputa mientras no haya paz, pero prohíbe terminantemente anexarlos, a considerarlos propios, o a poblarlos con ciudadanos del país ocupante y realizar toda acción que conlleve la salida forzada de la población local.
Los gobiernos israelíes -y dentro de ellos Ariel Sharón en todos los puestos ministeriales posibles- promovieron y avalaron la colonización de los territorios violando las leyes internacionales, pero también convirtiendo en muy dura la «desconexión» en Gaza, y casi imposible la imprescindible retirada israelí de la Cisjsordania.
Sharón fue quien supo dibujar el mapa de la colonización en zonas densamente pobladas por palestinos con la intención de hacer imposible a cualquier gobierno israelí negociar una paz con los palestinos a cambio de la retirada israelí de los territorios ocupados.
Las vueltas de la vida lo obligan hoy, desde la jefatura del gobierno, a tratar de desenmarañar lo que él mismo logró complicar.