Un afectuoso saludo de libertad y liberación. En el presente y el futuro, si Dios quiere y si también lo quiere la voluntad del pueblo, un saludo a los que resisten con paciencia la injusticia y la opresión. En ningún momento he pensado ponerme en el lugar de quien ha de explicarle las dimensiones de […]
Un afectuoso saludo de libertad y liberación. En el presente y el futuro, si Dios quiere y si también lo quiere la voluntad del pueblo, un saludo a los que resisten con paciencia la injusticia y la opresión.
En ningún momento he pensado ponerme en el lugar de quien ha de explicarle las dimensiones de la crisis siria actual, que veo que tiene dos caras opuestas. La primera se esconde tras la exigencia de amplios sectores del pueblo sirio de lo que les corresponde por derecho: libertad, dignidad y justicia. La segunda está en el triste camino en que el régimen se ha apoyado para tratar las peticiones que ha reconocido como legítimas, pero contra las que no ha tardado en arremeter con una violencia injustificada. Tal violencia no sirve para tratarlas ni aunque se asegure que son parte de una conspiración extranjera con la que hay que acabar por medio de la fuerza. En consecuencia, se ha conducido a Siria a una situación cuyos riesgos y secuelas conoce usted de sobra. A pesar de que puedo aceptar la posibilidad de que haya habido miembros que han optado por la violencia desde el primer momento de la movilización popular contra los miembros de nuestro ejército sirio, no puedo aceptar que se diga que el movimiento estaba armado y planeado desde el exterior, y que la violenta y desmesurada reacción oficial era la adecuada contra los individuos armados que habían matado a un oficial aquí y a un soldado por allá, actos contra los que la única forma de enfrentarse era haciendo uso de la máquina de represión y violencia contra el pueblo, en todo pueblo y ciudad. A ello se tenía que unir necesariamente el envío forzado del ejército a enfrentarse a ellos de forma sangrienta y cerrar la puerta de la política, rechazando el diálogo y tomando un camino que desde el principio se postulaba como fatal. Un camino este que solo beneficiaba a los que estaban armados y eran partidarios de la violencia que, también, cerraron las puertas de la política y el diálogo, a pesar de que gozaba de verdadera popularidad entre la oposición política y la calle. Así, ellos también han llevado al país a la actual situación de división que amenaza con acabar en guerra civil, una guerra cuyas semillas comienzan a verse en todas partes, pudiendo decirse con miedo: las armas y las armas contrarias acabarán con Siria, tanto el Estado como la sociedad. Así, todos aquellos que quieran al pueblo y crean en su papel han de echar una mano para detener la violencia y combatir el extremismo y el espíritu de venganza sectaria y no sectaria, devolviendo las cosas a un cauce por medio del cual se pueda salir de una espiral asesina actual con la que el régimen no ha podido sacar al pueblo de las calles ni prohibir la expansión de las armas en cada casa de Siria.
En contrapartida, el movimiento ha sido incapaz de derrocar al régimen mientras que las capacidades extranjeras se han hecho más importantes y han jugado con la crisis beneficiándose de ella, concretamente este es el caso de la entidad sionista. Dicha entidad quiere destruir el Estado y la sociedad sirias para dominar durante largas décadas venideras el Machrek (Oriente Próximo), manteniéndolo marginado y en conflicto. Hoy parece claro que las opciones de la victoria del régimen se desvanecen más y más, y la llegada del enfrentamiento a la capital (Damasco) nos ofrece un indicio del punto de extenuación al que ha llegado el régimen, mientras maldice a los árabes por su deseo de romper el delicado equilibrio de la zona, armando a sus enemigos hasta límites que les permiten «partir la espalda al régimen» (esta expresión no es mía, sino de un comentarista saudí conocido por su relación con el palacio real).
Muy señor mío,
Me dirijo a usted en este difícil momento porque estoy convencido de que sabe mejor que yo cómo pueden terminar las cosas en todo el Machrek si la lucha en Siria se alarga y empeora, encontrándonos todos ante un exterior americano-israelí acechante. También puede imaginar los resultados si ganasen los extremistas sectarios en la actual confrontación. No va en su beneficio ni en el nuestro vernos así de expuestos, ni tampoco es beneficiosa para nadie la victoria del sectarismo y el extremismo. Por ello, pienso que ha llegado el momento de trabajar mano a mano para lograr el objetivo fundamental, que es el cese de la violencia por parte de todos como usted ha sugerido. Añado de mi cosecha que ello vaya acompañado de una solución que salvaguarde a Siria como Estado y como sociedad, además de conservar para todos los sirios (repito: todos los sirios, pertenezcan al lado que pertenezcan) su derecho de ser libres y gozar de dignidad, justicia y seguridad. También ha de detener el camino que comenzó hace cincuenta años, avanzando y retrocediendo, y que nos ha llevado al estado actual de complejidad sectaria, confesional y nacional, y ha permitido la injerencia extranjera, algo que solo servirá para una total destrucción que acabe con todos. Siria no será, en caso de ser golpeada, más que escombros que no sirvan para nada. Incluso si ganase el régimen, aunque solo fuera sobre amplios sectores (y no todo el pueblo) que salen a diario a la calle. ¿Qué desarrollo va a lograr un régimen que ha echado abajo los cimientos de su sociedad y su Estado? ¿Qué liberación del territorio se daría? ¿Qué hará para cerrar el abismo que lo separará de sus ciudadanos? ¿Qué seguridad cabe para sus dirigentes, sus símbolos y sus ciudadanos? Ello si suponemos que la fuerza le permitirá realmente reprimir a un pueblo que cada vez cuenta con más individuos armados, que pueden llegar a ser centenares de miles si se les provee de las armas necesarias mientras aumenta el juego exterior regional, internacional y árabe y se amplían las oportunidades de que lo metan en él y decidan el destino del país y el resultado de la lucha que se está librando en Siria y en torno a ella, especialmente si se impone una solución internacional.
Muy señor mío:
La prolongación de esta lucha acabará necesariamente con el Estado y la sociedad sirios, aunque el régimen se salve. Porque recuerdo cómo llamaba a los iraquíes en 2003 a ponerse del lado de su régimen como escudos contra la agresión y ocupación estadounidenses de Iraq, a pesar de que dicho régimen era un enemigo acérrimo suyo, y porque sé que usted se apoya más en los estados y las sociedades que en los regímenes y las personas, me dirijo a usted para pedirle, en nombre de nuestro común destino, que lleve a cabo una iniciativa que detenga la violencia en Siria. También le pido que adopte un plan para una solución cuyos objetivos estén por encima del destino de los individuos, que haga uso de su peso e influencia y que nosotros, con usted, hagamos un humilde esfuerzo para que prospere, no solo para evitar las injerencias extranjeras y para lograr una solución contraria a las mismas, sino también para salvar las almas de los sirios y las sirias (niños, mujeres, ancianos y jóvenes), así como para salvar la unidad de su sociedad y su Estado. Con ello se salvaguardará el equilibrio de la lucha que está teniendo hoy lugar en el Machrek entre nosotros y el enemigo, que se desplomará si se destruye el Estado y la sociedad sirios, o si el régimen sigue apoyándose en las tragedias que ha provocado su caótica política durante el pasado año.
Muy señor mío,
Aún no es tarde, aunque el tiempo apremia. Trabajar por el cese de la violencia en Siria supone trabajar por abrir las puertas del raciocinio, algo que va en su beneficio y el nuestro. Sería un tremendo error dejar pasar esta (tal vez) última oportunidad y tener que arrepentirnos después sin que ello sirva para nada.
Reitero mi respeto a su luchadora persona y mi confianza en su respeto por el derecho del pueblo sirio a la libertad, la dignidad y la justicia. También reafirmo mi confianza en su celo por el Estado y la sociedad sirios y su amor por su pueblo, que no os traicionará nunca si sabe que usted jugó un papel importante en la protección de su nación y en facilitar la posibilidad de que se acuesten un día tranquilos.
Un afectuoso, cordial y fiel saludo,
Michel Kilo
Fuente original: http://www.assafir.com/Article.aspx?EditionId=2109&articleId=2494&ChannelId=50309&Author=%D9%85%D9%8A%D8%B4%D9%8A%D9%84%20%D9%83%D9%8A%D9%84%D9%88