Desde hace 10 años Israel impide que una mujer de Gaza casada con un israelí entre al país, donde viven sus cuatro hijos. Ahora que su marido murió la separación parece aún más desalentadora. Durante los últimos 10 años Jihan Abu Ta’aima está obligada vivir separada de sus cuatro hijos. Vive en Khan Yunis, en […]
Desde hace 10 años Israel impide que una mujer de Gaza casada con un israelí entre al país, donde viven sus cuatro hijos. Ahora que su marido murió la separación parece aún más desalentadora.
Durante los últimos 10 años Jihan Abu Ta’aima está obligada vivir separada de sus cuatro hijos. Vive en Khan Yunis, en la Franja de Gaza y sus hijos a un viaje de una hora de distancia, en el Negev. Aparte de las tres breves visitas que los hijos han hecho a la Franja y sus conversaciones diarias de vídeo, ella nunca los ve. El pequeño Yusuf tenía menos de un año cuando las autoridades israelíes lo separaron de ella. Ahora apenas conoce a su madre.
Yusuf nos sirve el té en la tienda de su anciano abuelo, en el pueblo beduino de Bir Hadaj. Finalmente, hace dos semanas se le permitió ver a su madre en su casa, en lo que una vez fue su casa. Era la primera vez en casi una década que le permitían entrar en Israel. Y sólo después que su padre falleciera.
Fue como resultado de las persistentes apelaciones en la ONG Gisha por la Libertad de Movimiento que Israel estuvo de acuerdo en permitir que la madre de los afligidos niños pudiera estar con ellos unos días. Sin embargo le prohibieron asistir al funeral o estar presente durante el período de duelo inicial. Ahora Israel quiere deportar a Jihan, de 35 años, y separarla de sus hijos una vez más.
En 1997 Jihan, nacida en Gaza, se casó con Suleiman Abu Habaq, un ciudadano israelí. La boda se celebró en Bir Hadaj donde vivía el novio y adonde se trasladó Jihan, a unos 40 kilómetros al sur de Beer Sheva, cerca de los kibutz Mashabei Sadeh y Revivim.
Los cuatro hijos de la pareja -Riham, Sabar, Iyad y Yusuf- son ciudadanos israelíes. Jihan inicialmente recibió una visa que le permitió permanecer en Israel como residente temporal. Pero un día, en 2007, el registro civil del ministerio del Interior le dijo que no renovarían su visado. No tenía más remedio que volver a Khan Yunis. Ella y Suleiman estaban seguros de que el asunto se resolvería rápidamente. Riham, el hijo mayor, sólo tenía 8 años en ese momento. Nadie se imaginaba que la separación de él y los demás niños sería para siempre. Pero Hamas tomó el poder en Gaza en ese momento e Israel transformó la Franja en una jaula.
En 2015, después de ocho años de separación total, Suleiman contactó con Gisha, que trabaja para facilitar la libertad de movimiento de los palestinos y las mercancías hacia y desde Gaza. Fue la primera vez que oyó hablar del «procedimiento de familias divididas» -otro enjuague de la burocracia de la ocupación- según el cual la familia podría encontrarse en la Franja. Según este procedimiento a los israelíes que tienen cónyuge o hijos en Gaza se les permite entrar y permanecer en ella durante un máximo de seis meses. A los ojos de las autoridades de la ocupación es, al parecer, un periodo de tiempo suficiente para la unificación familiar.
Pero incluso esto, lejos de ser un generoso permiso, fue recientemente endurecido: las solicitudes de Suleiman fueron rechazadas de plano o parcialmente. El pequeño Yusuf podría empacar una bolsa pequeña cada mañana con la esperanza de ir a Gaza para reunirse con su madre y al final del día tendría que desempacarlo. Su tío nos dijo que la vida de ella en Khan Yunis está marcada por el llanto constante y las crisis psicológicas.
Después de medio año de exhaustiva correspondencia entre Gisha y la Administración de Coordinación y Enlace para Gaza, este último finalmente accedió a permitir que Suleiman y los niños entrasen en la Franja de Gaza, pero sólo una semana. En febrero pasado, el día asignado, llegaron al puesto de control de Erez, sólo para descubrir que los permisos prometidos no se habían emitido. Hacerse con ellos implicó una nueva intervención de la ONG y horas adicionales de espera y desesperación.
Una semana después regresaron a Israel y en marzo presentaron una nueva solicitud para que los niños vieran a Jihan. Lo rechazaron. ¿Niños pequeños que quieren ver a su madre una vez al mes? Eso está más allá de la comprensión de la COGAT -Oficina del Coordinador de las Actividades Gubernamentales en los Territorios- que es el organismo responsable en este caso. Sólo cuando Gisha hizo un llamamiento a la unificación en el Alto Tribunal de Justicia en la Oficina del Fiscal del Estado se aprobó la solicitud y los niños vieron a su madre por segunda vez.
En agosto los hijos querían volver a verla y una solicitud para otra visita de una semana fue aprobada sin la intervención de Gisha. Sin embargo a principios de octubre Suleiman cayó mortalmente enfermo y fue hospitalizado en el centro médico Soroka de Beer Sheva. Jihan presentó una solicitud para que le permitiesen entrar en Israel para asistir a su marido moribundo y cuidar de los niños. COGAT ni se molestó en responder. Ella todavía estaba esperando respuesta cuando Suleiman, de 55 años, murió. La solicitud de Jihan para asistir al funeral fue rechazada. Sus cuatro hijos, huérfanos de padre, se quedaron también sin su madre.
El 31 de octubre Gisha se puso en contacto con el comandante de la Administración de Coordinación y Enlace para Gaza, que está subordinado a COGAT. A Jihan le dijeron que tenía que presentarse al día siguiente en el puesto de control de Erez para una «charla de seguridad». Llegó al puesto de control de Erez como le pidieron y después de una espera de cinco horas fue interrogada durante media hora. No le concedieron su petición de urgente entrada en Israel. Razones de seguridad del Estado. Los niños estaban aquí, huérfanos y en duelo, su madre estaba en la Franja, viuda y de luto. No es un problema de COGAT.
El 8 de noviembre Gisha presentó una petición en el Tribunal de Distrito de Beer Sheva contra el ministro de Defensa, el ministro del Interior, el jefe del Comando Sur y COGAT, exigiendo que a Jihan le permitan la entrada en Israel. Se fijó una audiencia para el 14 de noviembre, pero el 10 de ese mes el fiscal del Distrito Sur llamó a Gisha para informar a la ONG de que la solicitud de Jihan había sido aprobada y de que iba a recibir un permiso para entrar en Israel durante cuatro días. Ese mismo día Jihan se unió con sus afligidos hijos y posteriormente, Gisha arregló la ampliación del permiso. Jihan recibió permiso para permanecer hasta el próximo jueves, 1 de diciembre.
Bir Hadaj está en medio de la nada, al sur del nuevo y vasto enclave del ejército -Ir Habahdim, «ciudad de los campos de entrenamiento»-. El pueblo beduino fue oficialmente «reconocido» en 2003, pero aún no se ha conectado a la red eléctrica. El recinto en el que Jihan y sus hijos se quedan consiste en la gran carpa de Suleiman y, junto a ella, una chabola de estaño de dos habitaciones.
Fuimos a ver a Jihan el lunes pasado. No hay prácticamente nada para sentarse en la cabaña, con excepción de los restos desintegrados de una vieja silla de oficina. Nos sentamos en los recipientes vacíos de plástico de aceite de oliva, puestos al revés de color amarillo. Jihan se arrodilla en el suelo. Hay un palomar en el patio, una zona limpia donde se han plantado algunos cactus de nopal. La habitación de los niños está casi completamente desnuda: suelo de cemento, colchones apilados, dos televisores antiguos y un armario estropeado. Un estante soporta libros de texto y cuadernos de la escuela.
«No la hemos traído de Afganistán o Irán», dice Alí, el cuñado de Jihan. «La trajimos de la Franja de Gaza… Si Netanyahu la lleva en un helicóptero y la tira en la Franja, sus hijos se van a quedar aquí hasta que crezcan y decidan dónde quieren estar».
En respuesta a una solicitud un portavoz de COGAT envió a Haaretz la siguiente declaración: «Con el fin de residir permanentemente con sus hijos en Israel, la señora Abu Habaq tendría que presentar al ministerio del Interior la solicitud correspondiente, de conformidad con su autoridad. La Administración de Coordinación y Enlace para Gaza tiene autoridad para emitir permisos de entrada temporal sólo a los residentes de la Franja de Gaza. En cuanto a la afirmación de que la residente no se reunió con sus hijos a partir de 2007 hay que señalar que se recibieron las primeras solicitudes respecto a la familia a finales de 2015 y que durante el transcurso del año pasado, fue visitada en Gaza por los niños y por su marido tres veces. Hace dos semanas, con la muerte del marido, se aprobó su solicitud de entrada [a Israel]. La duración de su estancia incluso fue ampliada en dos ocasiones, a su pedido, por la Coordinación y Administración de Enlace. Y en la actualidad se encuentra en Israel».
Hace dos semanas Sabart fue a recibir a su madre al puesto de control de Erez junto con un familiar. No hubo una gran hafla (fiesta), pero si por alguna casualidad a Jihan se le permitiera permanecer aquí, dice Ali, entonces van a celebrar su regreso. Ella sonríe.
¿Qué pasará si usted es deportada a la Franja de Gaza?
«Me suicidaré», dice simplemente Jihan, como si fuese obvio.
¿Se siente bien aquí?
Su cara se ilumina un momento: «Estoy con mis hijos».
Se hizo un rápido videoclip en Khan Yunis en la casa de Jihan, el pasado mes de febrero, durante la primera visita de su esposo e hijos, que contiene el siguiente diálogo:
Padre: «¿Quieres estar con mamá o volver conmigo?»
Yusuf: «Quiero llevar a mamá con nosotros»
Padre: «No, mamá se queda aquí»
Yusuf: «Quiero llevar a mi mamá»
Padre: «¿Qué le dirías a la policía israelí o a un oficial del ejército?»
Yusuf: «Voy a decirle que quiero a mamá con nosotros»
Otro de los hijos: «Cuando llegue a la parte israelí voy a decir que quiero llevar a mamá con nosotros. Que no va a hacer nada malo, que no es un peligro para la seguridad y queremos llevarla con nosotros».
Fuente: http://www.haaretz.com/israel- noticias / .premium-1.755080