Mohammad Rujaiah (La Meca, 1984) ha residido casi toda su vida en Gaza, territorio que tuvo que abandonar hace dos años tras la operación «Plomo Fundido», sobre la que codirigió un documental. Ahora vive en Barcelona. Unas días antes de la reunión entre Mahmud Abbas y Khaled Meshaal y con motivo del Día Internacional contra […]
Mohammad Rujaiah (La Meca, 1984) ha residido casi toda su vida en Gaza, territorio que tuvo que abandonar hace dos años tras la operación «Plomo Fundido», sobre la que codirigió un documental. Ahora vive en Barcelona.
Unas días antes de la reunión entre Mahmud Abbas y Khaled Meshaal y con motivo del Día Internacional contra el Muro de Palestina, Bakea eta Duintasuna trajo a Bilbo a Mohammad Rujailah, quien expresó a GARA su confianza en que el eventual acuerdo que saliera del encuentro no quedara «en papel mojado» porque «si no hacemos algo para cambiar las cosas, el vencedor siempre será Israel».
¿Ve efectiva la estrategia de resistencia pacífica contra la construcción del muro? ¿Cree que los comités populares de resistencia pueden cambiar la actitud de la comunidad internacional, que siempre apoya a Israel?
Éste es un momento crucial, porque hemos logrado el reconocimiento de Palestina por parte de la Unesco. Israel no puede seguir cometiendo más crímenes. Una de las fórmulas de la resistencia pacífica en los últimos años es la lucha contra la construcción del muro, que permite a Israel controlar más del 40% de las tierras de Cisjordania, y que tiene que ser derribado porque es ilegal. Pero lo más importante es cómo movilizar al mundo.
Es muy importante internacionalizar la lucha contra la construcción del muro porque aunque es una causa palestina hay ejemplos, como el régimen del apartheid en Sudáfrica, en el que boicot internacional obligó a poner fin a ese régimen. Es necesario un sistema judicial independiente, y económicamente independiente. En 2003, el Tribunal de La Haya dijo que el muro es ilegal, pero sus decisiones no son vinculantes y no pueden obligar a Israel… Si no hay un sistema que obligue a Israel a cumplir la legislación internacional y mientras tenga siempre el apoyo de la comunidad internacional, le va a ser muy fácil hacer lo que quiera.
¿Cuál es la situación de Gaza tras la caída de Mubarak?
No creo que hayan cambiado mucho las cosas. Los palestinos pueden salir a Egipto o a EEUU, pero no pueden vivir en su país ni moverse por él. Yo soy de Gaza y nunca he estado en Cisjordania. Israel hace lo que hace para romper esta realidad y que tú, como palestino, no puedas imaginar tener una extensión en Cisjordarnia. Con o sin Mubarak la situación es igual. El problema es poder vivir y moverte en tu país.
¿Las revueltas en Egipto y Siria y los movimientos que están dando en los países árabes puede influir en la región?
Claro que sí. Ahora hay menos tensión porque Israel entiende que no puede seguir bloqueando a la Autoridad Palestina y tendrá que pensárselo antes de atacar Gaza, porque las cosas no serían igual que con Mubarak ya que, cuando menos, se abrirían las fronteras.
¿Y el caso de Siria?
Es complicado porque hay muchos refugiados palestinos, entre ellos, Khaled Meshaal. Si la situación cambia, su estancia allí dependería del nuevo Gobierno, lo que complica las cosas porque las decisiones de Hamas en la Franja de Gaza se toman en Damasco y en Irán.
¿Cambiarían las relaciones de Siria con Israel?
Sí, aunque la frontera entre Israel y Siria es la más segura de todas las árabes. Dicen que las autoridades sirias apoyan a los palestinos, pero yo no quiero que me apoye un dictador que oprime a su gente. No es justo y si la justicia no es para todos.
¿Qué efectos prácticos puede tener para los palestinos la iniciativa ante la ONU, que sólo ha supuesto congelación de fondos y más colonización?
Será prácticamente igual. Se van a seguir construyendo colonias porque es una política israelí, ni de derechas ni de izquierdas; la propia existencia de Israel se basa en la colonización. Israel siempre va a tener justificación para construir colonias y emplear la fuerza. Siempre va a decir que esos asentamientos son una extensión demográfica natural. Los palestinos acaban pagando hagan lo que hagan. No creo que la Unesco o la ONU vayan a cambiar muchas cosas, pero se puede sentir que la solidaridad internacional con los palestinos es cada vez mayor.
¿Cómo ven los palestinos las negociaciones entre Al-Fatah y Hamas de cara a la reconciliación y a la formación de un Gobierno de unidad nacional?
Al-Fatah depende económicamente de EEUU, Israel y la Unión Europea; y Hamas de Irán y Siria. Son iguales. En Palestina hay dos frentes, EEUU-UE e Irán-Siria, que luchan entre ellos, y los palestinos son reflejo de ambos. Hay una forma de ocupación en Gaza, que es el bloqueo, y otra en Cisjordania, con las colonias, los checkpoints, los límites al comercio… Ahora, con lo que está pasando en el mundo árabe, Hamas y Al-fatah no pueden ignorar que los palestinos también están hartos, porque sufren la opresión israelí y la represión de Al-Fatah a Hamas en Cisjordania y de Hamas a Al-Fatah en Gaza. Hasta ahora las negociaciones han sido como una inyección de morfina para calmar los ánimos, pero todo ha quedado en papel mojado y si no hacemos algo para cambiar las cosas, porque si no el vencedor siempre será Israel.
Codirigió el documental «To shoot an elephant» sobre la Operación Plomo Fundido contra Gaza. ¿En qué han quedado todas aquellas denuncias?
No quiero que la gente salga a la calle sólo cuando los israelíes matan a 100, 200 ó 300 palestinos. Las alarmas son constantes. Había y sigue habiendo muchas formas de ‘Plomo fundido». La pregunta es ¿cuántas muertes son necesarias para que la gente que toma las decisiones en la comunidad internacional diga ‘basta’?, ¿cuántos años, cuántas personas son necesarias, según los estándares internacionales, para que digan ‘vale, tenemos que hacer algo’ y presionen a Israel? Desde el 48, ha habido muchas resoluciones de la ONU, que Israel no ha cumplido. No habrá solución mientras no haya un sistema judicial y económico claro y justo para todos y haya mediadores profesionales, neutrales y justos.