Traducción para Rebelión de Loles Oliván
The Jerusalem Post publicaba el 6 de noviembre un artículo escrito por G. Edelstein y J. Steinberg titulado «Cambiar las tornas al BDS». El artículo aborda la necesidad de que Israel aplique una contra estrategia para hacer frente a la Campaña palestina de Bloqueo, Desinversión y sanciones (BDS). El artículo explica asimismo cómo las Federaciones Judías de Estados Unidos (JFNA, en sus siglas en ingles), en colaboración con el Consejo Judío de Asuntos Públicos (JCPA, en sus siglas en inglés), ha organizado una iniciativa destinada a desacreditar a los principales organizadores y actores de BDS.
Steinberg y Edelstein subrayan que responsables concretos de algunas de las ONG que participan en la campaña de BDS como Nigel Parry, Ali Abunimah y Naim Atik (de Electronic Intifada y Sabil, respectivamente) son supuestamente antisemitas y abogan por la destrucción de Israel. De hecho, hay una aparente confusión en el artículo entre antisemitismo y el comentario anti-israelí en general.
Pocas personas que hagan campaña en favor de los derechos palestinos hoy en día no distinguen entre antisemitismo y sentimiento anti-israelí. Hay un abismo entre ambos pero, de manera habitual, la propaganda israelí los confunde fácilmente convirtiéndolos en uno solo: antisemitismo.
Así, Steinberg y Edelstein crean su argumento en contra de BDS tildando a las organizaciones que apoyan la campaña de anti-semitas y a los dirigentes de algunas de las principales ONG de predicadores a favor de la destrucción de Israel. Concretamente, acusan al director y co-fundador de Electronic Intifada (EI), Ali Abunimah, que reivindica una solución de un solo Estado, de querer «la eliminación de Israel». Se quejan de que Nigel Parry, otro co-fundador de EI, utiliza los términos de «apartheid» y «limpieza étnica».
Este es un caso flagrante de «demonización» de los principales activistas de BDS; un objetivo que Steinberg y Edelstein declaran como medular para desacreditar y contrarrestar los éxitos de BDS. Al hablar acerca de una solución de un solo Estado, Ali Abunimah se pronuncia sobre la única solución justa y equitativa para la realidad de Palestina; para los palestinos de Cisjordania y de la Franja de Gaza, para los palestinos del 48, así como para los palestinos de la Diáspora; no habla de la «eliminación» de Israel. Cuando las ONG que apoyan la campaña de BDS utilizan la expresión «limpieza étnica» se remiten a la realidad sobre el terreno. Israel masacró a más de 300 niños palestinos en Gaza y apenas sí se publicó en titulares. Ya puede Israel continuar con su política de limpieza étnica en Palestina que en Occidente se hará la vista gorda a menos que más gente se levante, al igual que los activistas de BDS, que exigen el fin de la inmunidad de Israel.
El tono del artículo es claramente agresivo y ofensivo. Se queja de que Israel ha estado jugando a «ponerse al día demasiado tiempo frente al BDS» y que es hora de que Israel «adopte una estrategia diligente que socave la credibilidad y la influencia de esos grupos».
BDS no es, como sugiere el artículo, una ONG internacional cuyo objetivo sea destruir a Israel; se trata de una campaña organizada que se ha formado debido a que hay ciudadanos en todo el mundo enfurecidos por la constante violación de Israel de los derechos humanos y del Derecho Internacional.
El historial de Israel de violaciones de los derechos humanos, sus asesinatos de civiles y sus ataques contra infraestructuras civiles significa simplemente que se le debe someter, cuando menos, a sanciones internacionales,
El mundo boicoteó al Estado del apartheid de Sudáfrica y las sanciones funcionaron. En última instancia, el régimen blanco del apartheid sudafricano se derrumbó por el peso de la presión internacional.
Pero no es eso lo que sucede en Israel. Todos los días, el ejército israelí invade pueblos palestinos en Cisjordania; asesina, detiene, o simplemente aterroriza a la población local. Cada día, Israel sigue ampliando sus asentamientos ilegales y, al hacerlo, despoja a los agricultores palestinos de sus tierras y de sus medios de subsistencia. Cada día, las excavadoras israelíes, idénticas a la que aplastó a Rachel Corrie hasta matarla, destruyen viviendas palestinas. Todos los días, la marina israelí aterroriza a los pescadores de Gaza destruyendo sus barcos y disparando al azar en la costa gazí.
Estos «pequeños» episodios raramente se mencionan en el mundo liberal que tiene como deber defender los derechos humanos para todos los ciudadanos del mundo.
Hay que aislar a Israel del mundo. Pero, en cambio, Occidente comercia con él. El grueso de las exportaciones de Israel son productos intermedios manufacturados y maquinaria o equipos destinados a usuarios de empresas; pero Israel también cuenta con una industria de armamento en pleno auge. Países como Estados Unidos y Reino Unido, así como Australia y otras democracias liberales occidentales no tiene empaque alguno en comerciar con armas con Israel mientras éste asesina en su patio trasero.
Esta grotesca situación ha enfurecido a gentes de todos los países del mundo, que, en 2005, se negaron a esperar a que los gobiernos actuasen contra Israel y pusieron en marcha la Campaña de BDS.
Desde entonces, la Campaña ha crecido en fuerza y respaldo en todo el mundo y está haciendo más que muchos grupos de apoyo a Palestina para exponer la brutalidad de Israel, así como su manipulación de los mercados mundiales. (Por ejemplo, la Campaña BDS puso al descubierto el etiquetado de productos de los asentamientos como productos «de Cisjordania»).
Pero donde verdaderamente BDS crece con fuerza y con posibles resultados es en el ámbito académico y cultural. Músicos y artistas están comenzando a decir ‘no’ a actuar en Tel Aviv, y quizás más importante, hay académicos que empiezan a boicotear las instituciones israelíes. De esa manera, BDS está teniendo un efecto negativo muy importante sobre Israel. El efecto, de hecho, no se puede subestimar y parece, como se evidencia en el artículo «Cambiar las tornas al BDS», que Israel es muy consciente de la amenaza y no está nada contento con ello.
Al mismo modo que cabría predecir para Israel, los autores del artículo proponen dos formas de combatir BDS. La primera es buscar a todas las organizaciones periféricas de la campaña y ganarlas, o «comprarlas» si es posible.
Pero, BDS tiene un seguimiento masivo y, precisamente, en sectores que Steinberg y Edelstein citan como apoyos marginales del movimiento -miembros de sindicatos, estudiantes y profesores universitarios. Estos grupos no van a ser fácilmente coaptados por Israel, mucho menos después de la eficaz y positiva labor llevada a cabo por los activistas de BDS para exponer ante ellos a Israel.
El segundo aspecto que la organización anti-BSD amenaza con atacar es el de la financiación. Probablemente será más exitoso en este terreno dado que el lobby israelí parece tener en todos los países un monopolio sobre el sector financiero, pero afortunadamente para nosotros, los grupos palestinos de apoyo, en general, suelen trabajar con fondos limitados para todos sus proyectos. El apoyo a Palestina no suele generar respaldo de la economía mundial, y ya se han dado un montón de casos en que se han congelado fondos de democracias liberales occidentales por destinarse a Palestina. Los proyectos, sin embargo, no se detienen y en todo caso, las dificultades de financiación fortalecen la voluntad de seguir trabajando.
El BDS debe ser capaz de hacer frente a todos los ataques en su contra; artículos como «Cambiando las tornas en el BDS» sólo sirven para recordarnos a todos que algo debe estar consiguiendo la Campaña de BDS si los israelíes responden a ella de manera tan agresiva.
Fuente: http://www.middleeastmonitor.