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Sin olvidar las grandes y pequeñas mentiras

Fuentes: Rebelión

Cualquier persona medianamente sensata podría suponer que, tras el reciente reconocimiento público por el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de los errores de su política exterior que están implícitos, e incluso explícitos, en su propósito de normalizar las relaciones políticas con Cuba, ocurriría un proceso de disculpas y justificaciones por las grandes y pequeñas […]

Cualquier persona medianamente sensata podría suponer que, tras el reciente reconocimiento público por el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de los errores de su política exterior que están implícitos, e incluso explícitos, en su propósito de normalizar las relaciones políticas con Cuba, ocurriría un proceso de disculpas y justificaciones por las grandes y pequeñas mentiras que sobre Cuba ha difundido por el mundo el inmenso aparato de difamación de Washington, pretendiendo justificar su bloqueo económico, comercial y financiero contra la isla rebelde.

Hasta en las más simples piezas de la guerra propagandística contra Cuba hallamos elementos demostrativos de las falsedades con que la campaña de infundios ha pretendido fundamentar sus propósitos, para vergüenza de los estadounidenses honestos que se van enterando de las verdades a medida que se descorre el telón por efecto de tímidas medidas que la Casa Blanca ha tomado, alegando incapacidad jurídica para eliminar el bochornoso bloqueo.

Un ejemplo de ello lo ofrece José Manzaneda, coordinador del sitio «Cubainformación» originado en España, dedicado al fomento en Internet de la solidaridad con la isla, quien recuerda una de las muchas facetas embusteras de la campaña propagandista contra Cuba que de alguna forma choca ahora con la verdad.

Habiendo en Cuba bandas de rock en todos sus géneros -desde el heavy metal al hardcore, pasando por el death metal, el rock alternativo y el punk- y siendo el país caribeño sede de agrupaciones locales e internacionales que participan en trece festivales de este tipo de música (Caimán Rock, el Brutal Fest, Festival Metal HG, entre ellos) y donde existe, como experiencia única en el mundo, una Agencia Cubana del Rock, de propiedad estatal, dedicada a promover la distribución y contratación de bandas de rock, — durante el reciente concierto en La Habana de la banda inglesa de los Rolling Stones, la prensa financiada desde Estados Unidos en todo el mundo dedicó extensos espacios a su pretensión de justificar sus añejas falsedades contra Cuba.

Manzaneda hace notar que en el canal español La Sexta, en su cobertura sobre esa visita artística, dijo que «Cuba ha vibrado al son de esas «satánicas majestades» (…) enseñando su característica lengua por esos 40 años de censura del rock en la Isla».

Otro canal español, el Cuatro, repetía este mismo disparate, refiriéndolo a la supuesta «censura» que Cuba aplicaba a la música de la banda británica «cuya música había estado prohibida en Cuba hasta ahora».

La misma mentira repetía Antena 3, otro canal español: «Los Rolling Stones desplegaron su energía en la misma Isla donde sus acordes estaban prohibidos hasta hace poco».

Otros medios no llegaban a tanto pero «repetían, con precisión machacona, un mismo mensaje: ahora no, pero hace décadas la Revolución cubana «censuró», «discriminó» o «prohibió» el rock».

Al mismo tiempo, los medios corporativos internacionales insistían en otro mensaje más directamente contrarrevolucionario: el concierto se debió a una supuesta transición, una apertura o incluso a una primavera política en Cuba. «Un concierto que marcó la apertura cultural de Cuba», decía Deutsche Welle TV). «Un evento histórico que demuestra que la apertura de Cuba hacia Occidente, aunque lenta, es ya imparable» (Cuatro TV).

En casi todas las noticias se asocia este gran concierto con los absurdos e incomprensiones hacia el rock que ocurrieron en los años 60 en Cuba. Pero la realidad es que si los Rolling Stones y otras grandes bandas no actuaban antes en la Isla no era por obstáculos desde Cuba que no fueran los económicos. Hubo grandes conciertos gratuitos en La Habana, como el de Manic Street Preachers en 2001 y el de Audioslave en 2005. Todos, como ahora el de los Stones, han sido costeados por los artistas.

Manzaneda recuerda: «No es Cuba la que realiza una apertura cultural al mundo. Lo que ha cambiado realmente es que el Gobierno de Estados Unidos y los medios de comunicación que le acompañan han relajado su agresión política a Cuba. Y ahora, para una banda como los Rolling Stones actuar en la Isla ya no supone un alto riesgo de represalias y campañas de desprestigio. Sino más bien todo lo contrario».

Es cierto que en los primeros años de la Revolución y hasta mediados de la década de los 70, el rock en idioma inglés no era programado en las emisoras de radio cubanas como parte de una reacción defensiva inexperta e ingenua ante la magnitud de la agresión cultural promovida y financiada por Estados Unidos.

En aquel período los cubanos ciertamente cometieron no pocos errores de este carácter, incluyendo su ojeriza ante figuras que constituían entonces, y siguen siendo hoy, ídolos de la juventud norteamericana que se inspiraron precisamente en los ideales y las luchas de la juventud cubana y en sus líderes, como Fidel Castro y Che Guevara.

Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.