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Sionismo como indiferencia inhumana

Fuentes: Rebelión

Si Golda Meir, presidenta de Israel, dijo el 15 de Junio de 1969 al Sunday Times: «No existe el pueblo palestino, … ellos no existen», estaba diciendo que los pueblos a los que explotar no existen o no merece la pena que existan. En la historia de esa entidad israelí que hoy representa el sionismo, […]

Si Golda Meir, presidenta de Israel, dijo el 15 de Junio de 1969 al Sunday Times: «No existe el pueblo palestino, … ellos no existen», estaba diciendo que los pueblos a los que explotar no existen o no merece la pena que existan. En la historia de esa entidad israelí que hoy representa el sionismo, el odio a los demás fue su nacimiento, mucho antes de Golda Meir fue su principio, el eje vertebrador para decirse los elegidos de dios. Este último es el motivo religioso, el único elemento que tienen en común, el que los impulsa puesto que no son ni raza ni pueblo, son intérpretes interesados religiosos. Golda Meir manifestaba su deseo, también su odio hacia los demás, también su racismo, con esa expresión de indiferencia.

¿Por qué todos los representantes sionistas hasta Netanyahu han hecho y hacen declaraciones diarias de desprecio, odio, racismo, indiferencia o falta de empatía hacia el pueblo palestino? ¿Y, quitando cualquier velo, hacia los pueblos del mundo? Aquí queda la declaración del ex ministro sionista de Exteriores Aviglor Lieberman: «A los palestinos en contra nuestra, no hay nada más que hacer, hay que levantar un hacha y cortarles la cabeza». Los pueblos del mundo, como los palestinos, somos gentiles, algo así como inferiores, subhumanos, o sin los mismos derechos que ellos, los elegidos, los sionistas, que se atribuyen la elección de dios y tienen la pistola. Golda Meir fue buena amiga del dictador fascista Franco y su grupo también de elegidos por dios, según ponía en su peseta, pero nosotros tenemos la palabra, así decía nuestro poeta León Felipe.

Pero, lector, lectora, si quiere saber más sobre el asunto del que hablamos puede consultar: «Sionismo y fascismo. El sionismo en la época de los dictadores», de Lenni Brener; «La industria del Holocausto», de Norman Finkelstein; «La expulsión de los palestinos», de Nu-Marsalha; «Israel-Palestina», de Alan Gresh; podríamos seguir nombrando, pero por ahora es suficiente. Añado dos ejemplos de actualidad sobre lo dicho hasta aquí: el cantante sionista de reage Matisyahu ha declarado: «el pueblo palestino no existe», además de aprobar la matanza de los 10 solidarios de la Flotilla por la Libertad de Gaza y el asalto a Gaza del año pasado. Matisyahu vive en el mundo del parasitismo sionista, sus rebuznos recuerdan a los que daba Golda Meir, y gracias a la denuncia del BDS de Valencia ha sido rechazado en el Festival de música Reggae Rototom.

El otro ejemplo, el que manifiesta la práctica de sus dirigentes puede ser este mismo: hace poco el presidente del Consejo Constitucional de Israel, ante la pregunta de para cuándo una Constitución israelí, declaraba que ellos no necesitan Constitución puesto que ya tienen la Biblia, y que cualquier ley debe someterse a la Biblia. ¿Ley religiosa o Ley que respete los Derechos Humanos? ¿Fundamentalismo, extremismo religioso? Basar las relaciones entre los seres humanos y entre los pueblos en sus principios bíblicos, religiosos, ¿no es pretender dar al mundo una lección chulesca de medievalismo para declararse por encima de la condición humana? Los partícipes de tal respuesta hablan de supremacía racial, ¿pero de cuantas razas provienen?

Según su propio libro son pocos, y con permiso para asesinar, tal y como hace el ser más depravado: en medio de la noche llegan al exterior de una vivienda palestina, y cuando comprueban que todos sus habitantes duermen rompen los cristales, las ventanas, y tiran dentro de la casa bombas de gasolina, cócteles molotov para que se convierta en una boca inmensa de fuego. El despertar de sus habitantes en gritos de terror da a los asesinos la alegría suficiente como para escribir en las paredes de la casa palabras de venganza como escribían los nazis en las casas de sus víctimas, o como han escrito los mercenarios israelíes en las paredes de las casas de Gaza que han arrasado. La destrucción material, el asesinato constante, y en este caso de un niño palestino de un año y medio, un bebé quemado vivo, Ali-Dawabsheh, así como su padre y su madre, y su hermano de cuatro años gravemente herido. Y los asesinos se esconden en medio de la noche, y su policía y jueces los interrogan y los dejan libres. Esa es la superioridad a la que realmente aluden, la del criminal mercenario que además promete continuar haciendo lo mismo.

Y es que el odio sionista se encuentra en su misma raíz; antes de, y ya con, la creación del Estado de Israel las bandas terroristas Stern e Irgun, bajo mando de Menahin Beguin, llevaron a cabo la matanza de Deir Yasin; fue el principio de la Nakba, allí rajaban en canal a las mujeres palestinas embarazadas y les arrancaban los bebés del vientre. Los niños palestinos son uno de sus objetivos.

http://www.intifada-palestina.com/2014/03/global-commemoration-deiryasimma

www.palestinalibre.org/articulo.php?a=49454

Las protestas palestinas por este último crimen sobre el niño Ali Dawabsheh han recibido también el castigo de los elegidos, han vuelto a asesinar a otros dos palestinos que pedían justicia, sólo justicia.

¿Qué razones hay para que los pueblos del mundo debamos soportar esta humillación continua?

Estos seres que se emparentan con el criminal ordinario o en serie, no sienten ni compasión hacia los asesinados. Su biblia no es ejemplo de humanidad. Ahora bien, si dejamos fuera el mentado libro y centramos la atención en esta clase de seres, lo que vemos es que son gentes violentas, racistas, que juntas destrozan los Derechos Humanos, esas reglas de convivencia y respeto que hemos conseguido como un mínimo internacional los desfavorecidos del mundo y que se encuentran en el centro mismo del surgimiento de la ONU. Quizás la creación de Israel impulsada por Inglaterra-Francia-EEUU tuviese el fin a medio plazo de contrarrestar esos avances, ahora vemos los resultados, tras la desaparición de los países socialistas las conquistas sociales en Europa y gran parte del mundo, y Palestina es el ejemplo, han retrocedido. Si la expulsión del pueblo palestino fue precedida de la aprobación del Estado de Israel, de entre sus Derechos inalienables se encuentra el de la vuelta del pueblo palestino a Palestina y el reconocimiento del Estado de Palestina.

En la entrada al campo nazi de exterminio, recordarán que los hitlerianos habían escrito: «Vosotros que entráis aquí, perded toda esperanza», y el mundo no lo ignoró; es lo mismo que Dante Alighieri, en el 3º Canto de la Divina Comedia, nos dice que está escrito en la puerta del infierno, que es el lugar de castigo, según él, para los indiferentes, ese es su fin.

No es el caso del pueblo palestino, su rebelión es producida porque alberga la esperanza del cambio, el pueblo palestino está en rebelión contra esos indiferentes y las injusticias que practican los sionistas contra uno y contra todos los pueblos. ¿Para qué han trabajado desde la mitad del siglo XX, desde la creación del Estado de Israel y lo que va del siglo XXI los sionistas-imperialistas?

Combatir al sionismo es combatir por la esperanza, contra la ignorancia despreciativa, es combatir por los gentiles o gentes de condición explotada. Una parte de esa lucha es el Boicot a los productos israelíes, código de barras 729, mire antes de comprar; la Desinversión, que ninguna empresa ni ningún Estado haga prestaciones al Estado de los elegidos por dios, para eso son precisas las denuncias contra quienes colaboran con Israel; y Sanciones, en todos los campos al Estado israelí: ésto es BDS.

Su indiferencia, su inhumanidad, el exterminio superador del de los nazis que llevan a cabo desde sus primeros criminales, pasando por Golda Meir y llegando a Netanyahu, los lleva a la condena del mundo, al infierno que mostraba Dante, al que caen los inhumanos. Que no puedan los indiferentes decir, nunca más, que el pueblo palestino no existe. Que no puedan asesinar ni a niños ni a adultos, como lo hicieron desde su principio, pasando por Deir Yasin, la Nakba, y llegando al asesinato del niño Ali Dawabsheh y su padre y su madre, y su hermanito herido de gravedad, y los dos asesinados por exigir justicia. Que no puedan, que no puedan, que no puedan, después, huir ocultándose en la noche. Que nadie los refugie. Que nadie los excuse. Que nadie sea indiferente. Que no puedan pasar por encima de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional. Que sean juzgados. Que el pueblo palestino regrese a su tierra.

Solidaridad con el pueblo palestino.

Ramón Pedregal Casanova es autor de «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», de «Dietario de crisis», y de «Belver Yin en la perspectiva de género», en Libros libres, de rebelion.org.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.