Traducido del inglés para Rebelión por Loles Oliván
Introducción de Asaf Kfury, traductor del texto del árabe al inglés*
Hasta hace unos meses Hizbulá podía reclamar legítimamente un lugar de honor en el campo anti-imperialista árabe. Hizbulá ha sido la única fuerza árabe que reiteradamente ha bloqueado al poderoso ejército israelí sin ceder jamás. Durante un período de casi dos décadas fue el obstáculo más pertinaz a la dominación imperialista de Oriente Próximo. En los últimos años, dicho sea en su honor, Hizbulá ha adoptado una capacidad de integración que había evitado en los primeros tiempos. Se despojó de su previa enemistad visceral respecto a las organizaciones y partidos laicos de la izquierda, siquiera de manera irregular, y acogió su apoyo tanto dentro como fuera de Líbano.
La reciente agitación revolucionaria que convulsiona al mundo árabe ha hecho emerger un nuevo y poderoso competidor, la movilización masiva y descentralizada de cientos de miles de personas que desacatan abiertamente a los gobernantes despóticos. Ello introduce un reordenamiento irreversible de las fuerzas políticas desde Marruecos a Bahréin y desde Siria a Yemen, cuyo resultado final es demasiado pronto para predecir.
Amigos y enemigos han seguido de cerca, por lo tanto, el posicionamiento de Hizbulá en relación con los movimientos tectónicos que afectan al panorama político de Oriente Próximo. Hasán Nasralá, secretario general de Hizbulá, ha elogiado públicamente las revueltas de Túnez, Libia, Egipto, Yemen y Bahréin, pero no las de Siria.
El 25 de mayo es el Día de la Liberación en Líbano. (El 25 de mayo de 2000, el ejército israelí se vio obligado a retirarse del sur de Líbano después de 22 años de ocupación). Es una ocasión para hacer discursos y replantear posiciones y contraposiciones en el perpetuo carrusel de la política libanesa. Dada la historia de Hizbulá y su dependencia de Siria, quizá no fuera extraño que Nasrala dedicase unos 10 minutos de su discurso de una hora a defender al régimen sirio. Sin embargo, también hubo decepción por su incapacidad de reconocer al menos a una revuelta siria que se ha subido y que continúa en la ola revolucionaria que barre las tierras árabes.
El siguiente artículo ha sido publicado en lengua árabe como editorial del diario beirutí Al-Ajbar, del 26 de mayo, y refleja este sentimiento de decepción. Su autor, Jalid Saghieh, es jefe de redacción de Al-Ajbar. La trascendencia de Al-Ajbar es que es decididamente de izquierdas y que, normalmente, de los tres principales diarios en idioma árabe que se publican en Beirut es el que más apoya a Hizbulá.
Siria e Hizbulá
Jalid Saghieh
Nadie se sorprendería si alguien dijera que Hizbulá no es un partido reformista. No tiene un programa de reforma para Líbano ni hace campaña a favor de las reformas fundamentales promovidas por cualquiera de sus aliados. Cuando estuvo seguro de que no habría ningún intento interno para reducirlo o eliminarlo como movimiento de resistencia, Hizbulá no insistió en obtener una justa participación en el gobierno, ni siquiera en formar parte de él.
Hizbulá, por lo tanto, no pertenece al campo de los de «democracia primero». En tanto que partido, su prioridad es la resistencia contra Israel para lo cual está dispuesto a sacrificar muchos aspectos de los principios democráticos si estos entran en contradicción con su papel como movimiento de resistencia.
Todo esto es bien conocido y está ampliamente demostrado por la historia de Hizbulá. Hizbulá, el partido que consiguió liberar la tierra en mayo de 2000 y resistir la embestida israelí de julio-agosto de 2006, es el mismo partido que no dudó en enfrentarse a sus enemigos internos en mayo de 2008 por la fuerza de las armas. En ese caso, había fuerzas internas y externas operando en secreto para reducir a Hizbulá en tanto que movimiento de resistencia. Hizbulá puso fin a esos intentos utilizando medios contrarios a las normas aceptadas de la democracia asediando varios barrios de Beirut y desarmando por la fuerza a sus oponentes. Es cierto que Hizbulá prefiere que el país esté gobernado por una mayoría que lo apoya como movimiento de resistencia. Sin embargo, no renunciará a su función de resistencia aunque no puede asegurarse el apoyo de tal mayoría.
Si esa es la opinión de Hizbulá sobre las cuestiones de la reforma y la democracia en Líbano, es lógico que tenga una visión similar respecto a los acontecimientos de Siria. Hizbulá no abandonará a un amigo o un aliado que no acate las reglas de la democracia. Por lo tanto, sería ingenuo esperar que Hizbulá apoye el derrocamiento del régimen en Siria. Los que han sido tan entusiastas como para otorgar un aura romántica a Hizbulá de movimiento de liberación disciplinado, deberían tratar de frenar un poco su ardor para ser justos con la propia definición de Hizbulá como resistencia, en primer lugar y aunque sólo sea, para evitar tener que hacer frente a un sinnúmero de decepciones en los próximos meses.
Dicho esto, parece que Hizbulá se ha convertido en rehén de una imagen que le ha sido impuesta. En su discurso de 25 de mayo, el secretario general de Hizbulá, habló sobre la reforma en Siria. Fue tan lejos como para afirmar que la dirección siria está decidida a emprender reformas importantes. No obstante, en lugar de reformas, lo que Siria ha experimentado no ha sido más que dura violencia. Si bien no es asunto de Hizbulá dar fe de las buenas intenciones de Siria para llevar a cabo reformas durante mucho tiempo retrasadas, corresponde a Hizbulá preocuparse por cada gota de sangre siria, aunque solo sea por respeto a sus propios simpatizantes (libaneses y árabes). Dicho simplemente: lo que todos esperan de Hizbulá es, como mínimo, que ofrezca sus condolencias a los mártires que han caído y amado a Siria como nadie lo ha hecho.
* Traducido por Asaf Kfury, matemático, científico y activista, es profesor de Ciencias Informáticas en la Universidad de Boston. El artículo original en árabe se puede encontrar aquí.
Fuente: http://www.jadaliyya.com/
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