La ciudad de Hama refleja visiblemente lo que hoy atraviesa Siria, un país sometido a una intensa ofensiva política, una violencia terrorista impuesta y azuzada desde el exterior, y una embestida mediática en la que no se escatiman distorsiones y falsedades sobre la realidad. Mientras, el pueblo -que siente las tensiones y los efectos de […]
La ciudad de Hama refleja visiblemente lo que hoy atraviesa Siria, un país sometido a una intensa ofensiva política, una violencia terrorista impuesta y azuzada desde el exterior, y una embestida mediática en la que no se escatiman distorsiones y falsedades sobre la realidad.
Mientras, el pueblo -que siente las tensiones y los efectos de los resultados de esa campaña- desarrolla su vida sin perder las esperanzas de que todo volverá a la normalidad.
Esta urbe, capital de la provincia homónima en el centro del país, fue prácticamente tomada por grupos de extremistas armados acompañados de turbas violentas del 31 de julio al 8 de agosto, días en los que cometieron saqueos, destrozos materiales y crímenes como el descuartizamiento de los cuerpos de 17 policías muertos.
Los agentes fueron sorprendidos a la 05:30 hora local por una banda de individuos bien pertrechados que los atacaron y destruyeron su estación en el barrio al-Hader; a continuación, los terroristas cortaron los cadáveres y los lanzaron desde el puente sobre el río al-Assi, contaron residentes a periodistas internacionales que visitaron la urbe.
Imágenes del horripilante hecho fueron pasadas por el canal catarí Al-Jazeera y otros más.
Otras bandas destrozaron e incendiaron el Club de Oficiales, e hicieron lo mismo en la sede del Juzgado Provincial, donde radica también la Fiscalía y la Notaría de esta provincia de dos millones y medio de habitantes. El destrozo es todavía visible.
Con grandes dificultades los trabajadores del juzgado atienden al público, pero tan solo pueden brindar el 30 por ciento de los servicios que comúnmente ofrecen por la pérdida de expedientes e información.
Acontecimientos parecidos tuvieron lugar en Daraa, Idleb, Deir Ezzor y Homs. La situación en ellos ya ha mejorado, incluso Deir Ezzor retornó a la normalidad, pero siguen ocurriendo asaltos, ataques, secuestros y otros desmanes contra civiles en las otras, incluso en Hama.
«Tuvimos que llamar en auxilio al Ejército para poder librar a la ciudad y a sus habitantes del terrorismo de esos grupos armados», relató a los reporteros el gobernador de Hama, doctor Anas A. Naem.
En el juzgado, el fiscal general Ismail Shafira afirmó que los daños materiales al edificio, muebles, equipos y el saqueo se elevan a 20 millones 200 mil dólares, a los cuales hay que sumarle 510 mil más por la pérdida de la información de los casos y los archivos.
Tales sucesos han alterado la vida de la urbe en la que todavía se percibe aprehensión. El jurista Shafira admite que aún sienten temor porque podrían ser el blanco de los grupos armados que todavía andan por la comarca.
El gobernador Naem señaló que la ciudad ya está estable, pero aún se siente aprehensión por las noches, y aclaró que se dan casos de raptos y asesinatos en poblados de la zona rural y esporádicos ataques nocturnos contra patrullas policiales y puestos militares de control.
A Siria se le critica por usar el Ejército para contener los desmanes violentos de los grupos armados terroristas; canales como Al-Jazeera y el saudita Al-Arabiya difundieron que áreas residenciales y hasta hospitales en Hama fueron destruidos por el bombardeo de los efectivos militares.
Sin embargo, la realidad es otra a los ojos de los periodistas que los visitaron.
«Los militares están aquí para protegernos de los destructores», expresó Ibrahim Hidjo, un chofer que esperaba ser atendido en el tribunal provincial. «Los necesitamos, ¿quién iba a detener a esa gente violenta?», manifestó una mujer que se identificó como Marian Mosret, y en igual sentido respondieron otros de los allí presentes a los reporteros que escudriñaban su parecer.
La campaña anti-siria ha dicho que esas bandas son opositores armados al gobierno del presidente Bashar al-Assad y que la integran en su mayoría desertores del Ejército, sin embargo, aparece cada vez más evidencia, incluida la aportada en confesiones públicas por cabecillas y miembros arrestados, de que son pertrechadas desde el exterior y en las cuales participan extranjeros.
Inclusive, la diversidad y el poderío del armamento y, en especial, los sofisticados equipos de comunicación incautados por las fuerzas de seguridad sirias, algunos cuyo uso tan solo lo autorizan los Ministerios de Defensa de los países fabricantes, son prueba de que han sido introducidos en el país.
Citando fuentes de inteligencia europeas, las agencias de noticias FARS y Cham Press divulgaron que mercenarios han sido entrenados hasta por especialistas norteamericanos en bases en Turquía y Qatar, con financiamiento de Arabia Saudita, para infiltrarlos en Siria.
En eso está implicada -dicen esas fuentes- la empresa estadounidense Blackwater Worldwide, notoria por sus estrechos vínculos con la CIA de Estados Unidos y la participación de sus mercenarios en varios escenarios del planeta desde su creación en Carolina del Norte hace 10 años.
Observadores coinciden en que la intención de los centros de poder en Occidente y de los Estados del Golfo que los apoyan es derrocar al gobierno de al-Assad. Una incursión militar al estilo de Libia, dicen mandos y políticos occidentales, no es la opción más conveniente para ellos.
De ahí, que hayan centrado todas sus fuerzas y recursos en azuzar y prestar recursos para generar focos de violencia en el país, y así crear inestabilidad, desconcierto y debilitar la moral de ciudadanos y sus fuerzas de seguridad.
Al mismo tiempo, imponen sanciones económicas, alientan y costean a grupos de opositores fuera del país, hasta divulgan la creación de un Ejército Sirio de Liberación, el cual ya Turquía no niega que está en su territorio, y agudizan la campaña mediática.
Políticos, personalidades y líderes religiosos árabes comentan que tal ofensiva se debe a la postura independiente de Damasco, y su firmeza en defender causas árabes, como la palestina.
También advierten que se debe al nuevo planteamiento hecho por Estados Unidos de un Nuevo Oriente Medio a fin de asegurar el control de las fuentes de petróleo, lograr mayor protección para su aliado Israel y que el objetivo ulterior es Irán.
Pero el analista político Nicola Nasser lo ve desde una perspectiva mucho más global.
El periodista e investigador en asuntos del Oriente Medio advirtió en la revista Middle East Online sobre la existencia de factores geopolíticos estratégicos regionales e internacionales, los cuales están convirtiendo a Siria en la frontera que puede presagiar el surgimiento de una nueva era de un mundo multipolar, que pondría fin al orden unipolar hoy controlado por Estados Unidos y los otros centros de poder de Occidente.
En ese contexto tendrían que compartir tal control con las llamadas naciones emergentes, que encabezadas por Rusia y China, pujan hoy por tener mayor voz y voto en los designios globales.
A ese mundo multipolar se llegaría si la alianza que comanda Washington fracasa en cambiar el gobierno y sistema en Siria, advierte Nasser. De ser su análisis correcto, eso da argumento para explicar también la incisiva ofensiva contra Damasco y el presidente al-Assad.
Y mientras los acontecimientos se desarrollan, Najwa Alsaihi, una residente de Hama, arregla los papeles en la notaría provincial para el casamiento de su hijo el 1 de enero, y manifiesta optimismo de que para entonces su ciudad estará mucho más segura.
Martin Hacthoun es corresponsal de Prensa Latina en Siria (Tomado de Resumen latinoamericano)
http://lapupilainsomne.