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Expulsando a un país en crisis, la Liga Árabe está dando al régimen de Assad salidas de paz muy débiles en un terreno peligroso

Siria necesita mediación, no un empujón hacia la guerra civil

Fuentes: The Guardian

Traducido para Rebelión por O.Grajales

Siria se encuentra al borde de una guerra civil y la Liga Árabe, de forma rídicula, parece alentarla. El panorama es feo, como Qatar y Arabia Saudi, los observadores del Golfo, se han unido a la moderada normalidad del rey Abdalá de Jordania en cuanto a tomar partido con la oposición del régimen sirio de Assad.

Donde el sentido común dicta que los gobiernos árabes deben buscar la mediación entre el régimen y sus opositores, han elegido, sin embargo, humillar a los gobernantes sirios expulsándolos de la Liga Árabe. No es casualidad que la minoría de miembros de la Liga Árabe que se han negado a seguir con la decisión incluyan Argelia, Líbano e Irak. Se trata de tres países que han experimentado la violencia sectaria y los horrores de la guerra civil. Líbano e Irak , en particular, tiene un interés directo en prevenir el derramamiento de sangre en Siria. Temen, con razón, el gran flujo de refugiados que cruzarían sus fronteras si su vecino se hunde en una guerra civil.

Esta guerra ya ha empezado. La imagen de un régimen disparando a protestantes desarmados, que impactó en marzo y abril de este año, se ha quedado obsoleta. El autodenominado Ejército de Liberación Sirio no esconde ya el hecho de que está luchando y matando a fuerzas gubernamentales y policía y opera desde puertos seguros fuera de las fronteras sirias. Si toma fuerza, la incipiente guerra civil tomaría un giro sectario aún mayor con el peligro de pogromos contra las comunidades rivales. Los sunnies moderados en Siria están preocupados por la creciente actividad de los Hermanos Musulmanes y de los Salafistas que han tomado ventaja en las filas de la oposición. Las grandes demostraciones a favor del régimen en Damasco y Alepo la semana pasada no pueden simplemente describirse como multitudes que fueron intimidadas o amenazadas con perder el trabajo si no acudían.

Mientras tanto, la mayor parte de la minoría cristiana en Siria se encoge de miedo, temiendo compartir el destino de los cristianos iraquíes que fueron forzados a huir cuando los asesinatos religiosos se agudizaron traspasando la identidad religiosa de cada ciudadano, comenzando a aplastar a los no musulmanes.

El régimen de Assad ha cometido un error tras otro. Aturdido por las primeras protestas esta primavera, tomó fuerza demasiado rápido. Bloquéo el acceso a los medios internacionales y censuró su propia prensa y televisión, dejando, de este modo, el campo libre a rumores, exageraciones y distorsiones de secuencias al azar subidas en YouTube. Sus ofrecimientos de diálogo con la oposición fueron dubitativas y no parecían sinceras. Los ataques a embajadas árabes en Damasco hace poco días fueron estúpidos.

Como resultado, la situación se ha polarizado cada vez más. El régimen denuncia que la oposición basada en el exterior, el Consejo Nacional Sirio, que se constituyó el pasado mes, es un títere de gobiernos extranjeros. Por su parte, el Consejo rechaza hablar del régimen, insistiendo que Assad debe irse. Se ha comenzado con la petición de una zona de exclusión aérea y una intervención extranjera como el modelo de Libia; ambas cosas incitaron en gran medida la guerra civil. La oposición en el interior no ha ido tan lejos pero podría ser empujada en esa dirección si la situación continúa aguzándose.

Ahora la necesidad se centra en la mediación internacional antes de que sea demasiado tarde, con un calendario para una transición democrática que pudiera incluir garantías de protección para todas las minorías, incluida la Alauí, de quienes son descendientes la élite gobernante. El riesgo de una toma de poder vengativa por parte de la mayoría sunní es enorme

Pedir la marcha de la familia Assad es contraproducente a menos que se ofrezca una amnistía. ¿Por qué tendrían que ceder el poder pacíficamente cuando cuentan con los precedentes de Mubarak (juicio y encarcelamiento) y Gadafi (linchamiento)? Al menos la Corte Penal Internacional no se ha metido, lo que podría agravar la crisis.

Hubo signos de que, en la reunión de la Liga Árabe mantenida en Rabat el miércoles, podría haberse pensado mejor la decisión sobre la expulsión precipitada de Siria el pasado sábado. La decisión fue anticonstitucional porque solo una cumbre de líderes árabes puede puede exigir la suspensión de un miembro y la petición debe ser unánime. Ahora, la Liga ha retrasado su ejecución. Le ha concedido tres días a Siria para aceptar observadores civiles y militares para evaluar la situación.

Si la mediación presentaba un gran esfuerzo, ahora será todavía mayor. El mejor modelo es el acuerdo alcanzado que acabó con la guerra civil de Líbano, tras las conversaciones en Taif y Arabia Saudi en 1989. aunque la negociación fue llevada a cabo por varios partidos libaneses y grupos de interés, el respaldo y apoyo saudíes fueron importantes. Si Arabia Saudí puede hoy jugar un papel similar es dudoso. La monarquía, respaldada con gran entusiasmo por la administración Obama, parece inclinada a una misión anti iraní en la que el régimen chiita es visto como un representante al golpe contra Teheran. Los saudíes y los norteamericanos están trabajando mano a mano con las fuerzas suníes de Saad Hariri en Beirut que todavía se resienten de su pérdida de control en el gobierno libanés durante la pasada primavera.

Turquía intentó mediar este verano, pero el régimen de Assad vio su esfuerzo como un doble juego ya que al mismo tiempo estaba ayudando a organizarse a la oposición siria en Estambul. Turquía, que se debatía entre el deseo de tener buenas relaciones con su vecina Irán tanto como con los regímenes árabes suníes, acabó por inclinarse totalmente por el régimen anti Assad. La presión de EEUU y la renovada buena voluntad para hacer la vista gorda a las incursiones militares turcas contra las bases de la guerrilla kurda en el norte de Irak puede que hayan jugado un papel.

En teoría, la ONU podría mediar, pero sus esfuerzos para buscar un final de la guerra civil de Libia no tuvieron el apoyo de miembros occidentales del consejo de seguridad. Con su inclinación anti Assad, ninguna posición de amnistía parece estar dispuesta a buscar la paz en Siria. Rusia, la única, ha tenido la sabia decisión de apoyar el diálogo y dirigir un férreo mensaje a este respecto cuando los opositores sirios visitaron Moscú.

La Liga Árabe podría haber designado ya a un grupo de eminentes árabes independientes para escuchar todas las posturas en la crisis siria y buscar un «nuevo Taif.» El equipo podría incluir tanto a miembros chiíes como sunníes. Pero primero la Liga Árabe necesita desestimar la histeria anti iraní que los Estados Unidos, Israel y saudíes han provocado por todo el Golfo. El extremo de una guerra civil en Siria es mucho más real. Y está muy cerca.

http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2011/nov/17/syria-mediation-arab-league-assad