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Siria, otra vez en la línea del frente

Fuentes: Rebelión

Debido a que Ben Alí, Mubarak y Gaddafi, derrocados (y en un caso asesinado) no eran políticamente enemigos de occidente, los cambios en esos países no modificaron la situación estratégica del Medio Oriente donde lo significativo es lo que puede ocurrir en Siria. Cuando entre las grandes potencias (incluidas Rusia y China) apenas existen diferencias […]

Debido a que Ben Alí, Mubarak y Gaddafi, derrocados (y en un caso asesinado) no eran políticamente enemigos de occidente, los cambios en esos países no modificaron la situación estratégica del Medio Oriente donde lo significativo es lo que puede ocurrir en Siria. Cuando entre las grandes potencias (incluidas Rusia y China) apenas existen diferencias ideológicas las posiciones respecto al país árabe son exclusivamente geopolíticas.

Siria es un país próspero, aunque no exento de contradicciones internas, derivadas de las peculiaridades de su régimen político autoritario, aunque no excesivamente impopular y que ha estado sometido a las tensiones de la confrontación con Israel que ocupa parte de su territorio y por los compromisos con fuerzas políticas de Irán, Líbano y Palestina y hoy es blanco de una de las grandes conjuras internacionales y eje de cábalas geopolíticas que dan lugar a una situación difícil de manejar por un gobierno desgastado por un largo reinado de padre e hijo, acosado por los imperios, por enemigos externos y por parte de su pueblo, además de abandonado por los que se dicen sus hermanos: los árabes.

Importancia estratégica de Siria

(a) La eventual caída del gobierno de Bashar el Asad significaría para Israel el fin del único Estado árabe adversario real en la región (excepto Palestina e Irán). Un gobierno de derecha en Siria eliminaría obstáculos al Estado judío en caso de una eventual agresión a Irán. Volando sobre Siria y reabasteciéndose en su espacio aéreo, la aviación de Israel alcanzaría sin dificultad el territorio de Irán y desplazándose por el sistema de carreteras sirio que conecta con el de Irak, las tropas de Israel pueden salir a las fronteras persas.

(b) Para la OTAN, uno de cuyos miembros es Turquía, tiene alrededor de mil kilómetros de fronteras con Siria, un gobierno «amigo» y eventualmente una base de operaciones, significa una aproximación significativa no sólo a Irán sino también a Rusia y a importantes territorios del área ex soviética.

(c) Para Rusia conservar a Siria como aliada es decisivo; en el puerto sirio de Tartus se encuentra una de sus dos bases militares en el extranjero y su único punto de apoyo en el Mediterráneo. El hecho de que vía Siria la OTAN y naturalmente Estados Unidos puedan aproximar sus facilidades militares a los límites rusos y por Irán alcanzar sus fronteras, es más que preocupante.

(d) Para Irán, Hezbolá y Hamas una eventual derrota siria significaría un desastre que dejaría expuesto un importante flanco del Estado Persa y privaría a las organizaciones más consecuentes en la confrontación con Israel de importantes apoyos políticos y de otro tipo.

(e) No es preciso añadir que todo aquello que representa alguna ventaja para la OTAN o Israel, es también positivo para Estados Unidos, verdadero protagonista de la política imperial en la zona.

Estas y otras circunstancias explican las diferencias de la situación de Siria respecto a Libia y los elementos que distinguen las tácticas de la OTAN, Estados Unidos y Rusia. En la confrontación con Gaddafi, el interés de Rusia fue considerablemente menor, como menores fueron también las ganancias de Israel; China que poseía intereses en Libia y adquiría allí petróleo, no tiene la misma situación respecto a Siria y bien puede (como otras veces) mirar para otro lado. Por su parte, Turquía que tuvo un papel menor en Libia es ahora, en su calidad de miembro de la OTAN, una de los protagonistas principales.

No soy de los que atribuyen al imperio sabiduría suficiente como para organizar conspiraciones de este calado, aunque si maldad para explotar y aprovechar las coyunturas, para lo cual dispone además de fuerzas suficientes; siempre y cuando pueda asumir los costos humanos.

A mi juicio más que del despliegue naval al que los más entusiastas admiradores rusos atribuyen el papel de una barrera que puede contener a la OTAN, la situación en Siria dependerá de la capacidad del gobierno de Asad para resistir, neutralizar el intervencionismo extranjero, incluyendo los saboteadores armados, sin reprimir más de lo que ya lo haya hecho a su propia población, cosa que erosiona su apoyo interno y da municiones a la actividad de desprestigio y demonización en el extranjero.

Aunque yo mismo haya suscrito la idea de que la Liga Árabe recuerda un club de rugby británico, para Siria es de vital importancia evitar la ruptura de sus vínculos oficiales y comerciales con el mundo árabe. En Siria la Liga Árabe desempeña el papel que en Libia tuvieron los aviones de la OTAN y los portaviones de los Estados Unidos; esa ridícula entente reaccionaria le hace además el trabajo sucio a la ONU, que se limita a apoyar la abyecta e ilegítima: «causa árabe».

Personalmente preferiría que Bashar el Asad pudiera resistir, no para que se eternice en el poder ni deje la presidencia a un heredero como hizo su padre con él, sino para dar una oportunidad a las reformas y excluir una tragedia humana o una derechización política de Siria. No obstante no hay que confundir deseos con realidades. La situación es desesperada. Allá nos vemos.

Blog del autor: http://cubano-vento.blogspot.com/2011/12/siria-otra-vez-en-la-linea-del-frente.html