El viernes 28 de octubre de 2011, por primera vez, las manifestaciones en Siria han planteado la demanda de una «zona de exclusión aérea». Algunos miembros del Consejo Nacional Sirio (CNS) han llamado a una intervención militar extranjera. Los Hermanos Musulmanes y las corrientes liberales burguesas con lazos con los Estados Unidos, como Radwan Ziadeh, […]
El viernes 28 de octubre de 2011, por primera vez, las manifestaciones en Siria han planteado la demanda de una «zona de exclusión aérea». Algunos miembros del Consejo Nacional Sirio (CNS) han llamado a una intervención militar extranjera. Los Hermanos Musulmanes y las corrientes liberales burguesas con lazos con los Estados Unidos, como Radwan Ziadeh, a la cabeza de la oficina de asuntos exteriores del CNS, se han hecho oír sobre estas cuestiones y han declarado que una intervención militar era una posibilidad, eso a pesar de las declaraciones de Burhan Ghaliun, presidente del CNS, contra toda intervención militar extranjera.
Esto marca un giro importante en la posición pública del CNS que se oponía hasta ahora a toda intervención extranjera, giro que representa un debilitamiento serio de la revolución. Por otra parte, el fin de semana pasado, la Liga Árabe ha suspendido provisionalmente la adhesión de Siria y ha amenazado con tomar sanciones económicas y políticas contra el gobierno sirio. El sábado, la Liga Árabe ha dado a Siria un plazo de tres días para cesar su represión y ha anunciado que habría sanciones si ese plazo no era respetado. El bloque regional ha anunciado que si Siria no se conformaba a sus exigencias, las sanciones entrarían en vigor el 16 de noviembre. Sin embargo, no olvidamos que fue la suspensión de la adhesión de Libia por la Liga Árabe lo que facilitó el voto del Consejo de Seguridad a favor de una campaña militar contra ese país.
Estos recientes acontecimientos exigen un análisis de las diferentes corrientes del CNS, de la estrategia de los imperialistas y de la posibilidad de una intervención extranjera.
Está claro que ciertos miembros del CNS, en particular los liberales y los Hermanos Musulmanes tienen lazos con países imperialistas como los Estados Unidos y Francia, incluso si esta corriente sigue siendo muy minoritaria en el Consejo. Los miembros de esta corriente han reforzado también sus lazos con las monarquías reaccionarias del Golfo como Arabia Saudita así como con Turquía, que espera reforzar su posición en la región. Tanto los países del Golfo como Turquía apoyan a los Hermanos Musulmanes y a los liberales en Siria y otros lugares de la región, para estimular políticas económicas neoliberales y para normalizar las relaciones con Israel.
Esos grupos y esas personalidades, que están lejos de representar el movimiento popular sirio, deberían ser denunciados por sus lazos con imperialistas. Es esta corriente en el seno del CNS la que ha sido más favorable a demandar sanciones contra Siria (una parte de las cuales golpea a la población) y a una intervención militar extranjera.
Sin embargo, incluso ahora, esas fuerzas siguen siendo muy minoritarias en Siria. Los llamamientos a una intervención militar no son seguidas por la mayoría del movimiento popular. Es lo que se puede constatar recorriendo la declaración titulada: «La posición de los Comités Locales de Coordinación (CLC) sobre la protección internacional». Sobre el terreno los CLC son una verdadera fuerza, que pelea contra el régimen sin ningún lazo con imperialistas extranjeros. Reproducimos algunas citas de esta declaración:
«Afirmamos el derecho del pueblo sirio a determinarse libremente, sin ingerencia externa, sobre la forma política de su gobierno y sobre la prosecución del desarrollo económico, social y cultural de la sociedad siria».
«Insistiendo en las condiciones actuales, muy particulares, sobre el derecho directo del pueblo sirio a afirmar su derecho a la autodeterminación frente a la comunidad internacional, aseguramos que todos los llamamientos fundados en el ‘derecho de ingerencia’, en el ‘deber de ingerencia’, de ‘intervención humanitaria’ o de ‘responsabilidad de proteger’ no deberían en ningún caso poner trabas a la aspiración del pueblo sirio a obtener un cambio pacífico por sus propios medios, ni tratar al pueblo sirio como parte de una esfera de influencia más en el juego de las naciones. Todos los días los manifestantes en las ciudades y pueblos sirios gritan: ‘El pueblo quiere…’. El pueblo quiere la emancipación respecto a un reino autoritario. Quiere tomar y conservar la iniciativa para aplicar de forma independiente y pacífica las decisiones sobre los asuntos públicos, a fin de poder determinar todos los aspectos de su vida pública libremente y a través de la deliberación. Quiere también mantener relaciones amistosas con las demás naciones. El pueblo sirio no quiere cambiar un reino autoritario por una sumisión a la influencia extranjera. El pueblo sirio ha ganado su independencia y ha fundado su estado moderno. Aspira a liberar todas sus tierras y sobre todo el Golán. Aspira a continuar apoyando las luchas de los pueblos por la autodeterminación, y sobre todo las del pueblo palestino. Igual que el pueblo sirio se rebela contra dirigentes que le oprimen, no dudarán en rebelarse contra toda forma de dominación extranjera»
«Consideramos que los objetivos de la protección internacional deben estar limitados a segurar que asambleas y manifestaciones puedan desarrollarse de forma segura (observadores internacionales), de forma a permitir al pueblo sirio ejercer libremente su derecho a la autodeterminación, por sus propias fuerzas pacíficas en una transición hacia un sistema de gobierno pluralista, laico y democrático, fundado en libertades públicas y en la igualdad legal y política entre todos los sirios».
Además de esta declaración, absolutamente clara, rechazando toda influencia extranjera en Siria y en el futuro del país, varios miembros de la oposición como Michel Kilo y Haytham Manna han denunciado todo llamamiento que apoye cualquier tipo de intervención militar extranjera.
Los imperialistas y los regímenes autoritarios del Golfo no han logrado intervenir o influenciar de forma directa el movimiento popular en Siria estos últimos meses porque comprenden que sus clientes sirios, los Hermanos Musulmanes y los liberales, son demasiado débiles en el seno del movimiento popular y en la calle siria para poder proteger los intereses de los imperialistas extranjeros en Siria y en la región en el caso en que el régimen fuera derrocado. Por el momento, a pesar de las apariencias, que tienden a hacer creer que apoyan al movimiento popular, los imperialistas han optado por el statu quo en Siria.
Es la razón por la que ninguno de los países imperialistas han llamado a sus embajadores y la OTAN ha declarado en numerosas ocasiones su voluntad de no intervenir en Siria, explicando que la situación no es la misma que en Libia. Los imperialistas y los países del Golfo han apoyado igualmente el plan de la Liga Árabe que el régimen sirio ha aceptado sin reservas… a la vez que continúa reprimiendo a quienes protestan.
El texto de la Liga Árabe declara que el régimen sirio ha aceptado varias medidas, incluyendo la retirada de los militares de las ciudades y barrios residenciales, la liberación de todos los presos políticos y que acepta que la Liga Árabe y los medios extranjeros vigilen la situación y hagan informes.
De hecho, las fuerzas imperialistas han aplicado ya sanciones contra el régimen sirio en el curso de estos meses pasados, pero el objetivo de estas sanciones era quizá únicamente debilitarle lo suficiente como para poder imponer sus propios intereses sin derrocar completamente el régimen.
Entonces, ¿por qué razones la OTAN no ha intervenido militarmente en el país?
Una de las razones es que la operación libia, incluso si ha llevado finalmente a la victoria de la OTAN, ha sido más larga y con más riesgos que lo que habían pensado y ha desembocado en un resultado más inestable que lo que las fuerzas imperialistas habían previsto. Los riesgos en Siria serían aún más importantes porque incluso si las potencias imperialistas detestan al régimen de Assad, éste constituye al menos un enemigo estable, conocido. Una intervención podría producir un «oponente más inestable» y que no conocen.
Para las fuerzas imperialistas a diferentes niveles, el régimen sirio ha sido un elemento bastante dócil en la región. Temen que un cambio de régimen en Siria podría modificar el estatu quo actual entre Siria e Israel. Siria ha evitado toda confrontación abierta con Israel durante casi cuatro decenios, a pesar de su apoyo mesurado a los grupos de resistencia palestinos y libaneses. Con excepción de algunas batallas aéreas en 1982, Israel y Siria no han estado en conflicto militar desde 1973.
Siria no ha respondido a los ataques directo sobre su suelo, atribuidos a Israel, incluyendo un ataque aéreo en 2007 sobre un supuesto reactor nuclear o el asesinato del dirigente resistente libanés Imad Moghniye en 2008. Durante la guerra del Líbano en 2006, ni un solo tiro salió desde el territorio sirio.
Siria se ha implicado en múltiples conversaciones de paz. Incluso si esas conversaciones no han logrado un acuerdo, su fracaso no ha hecho más que mantener un «frío» clima entre los dos países. Los expertos israelíes estiman que la inestabilidad del régimen sirio o su cambio podrían modificar este acomodamiento que dura desde hace mucho. Oficiales sirios han declarado en numerosas ocasiones que estaban dispuestos a firmar un acuerdo de paz con Israel, desde el fin de la ocupación del Golán. Sin embargo, no han dicho nada sobre la cuestión más amplia del estatuto de los palestinos. Rami Makhlur (importante hombre de negocios), primo de Bachar el-Assad, declaró en junio que sin estabilidad en Siria no habría estabilidad en Israel. Ha añadido que nadie podía prever lo que ocurriría si algo ocurría al régimen sirio.
No deberíamos olvidar que fue el régimen de Hafed el-Assad el que aplastó a los palestinos y al movimiento progresista en Líbano en 1976, poniendo término a su revolución y el que participó en la guerra imperialista contra Irak en 1991 con la coalición dirigida por los Estados Unidos. Durante estos últimos 30 años, el régimen sirio ha detenido a todos los que intentaban desarrollar en el país una resistencia para la liberación del Golán y de Palestina.
En el pasado ha sido el pueblo sirio el que ha hecho presión sobre el régimen para apoyar a la resistencia. Ha sido la población siria la que ha acogido a los refugiados palestinos e irakíes cuando eran atacados y ocupados por las potencias imperialistas. Una victoria de la Revolución siria abrirá un nuevo frente contra las potencias imperialistas, mientras que una derrota las reforzaría.
Pero esta situación podría cambiar rápidamente si las potencias imperialistas pensaran que el equilibrio de los riesgos en derrocar al régimen sirio se modificaba a su favor. Una solicitud de ayuda de la oposición a la OTAN es justamente el tipo de giro que podría incitar a las potencias de la OTAN a pensar que podrían ganar la apuesta de derrocar el régimen.
Pero deberíamos invitar a quienes creen aún que una intervención extrajera podría tener efectos positivos para Siria a observar las situaciones irakí y afgana: tras diez años esos dos países no tienen ni democracia, ni justicia social, ni estabilidad. La catástrofe humana -que continúa actualmente- en esos dos países es indescriptible.
La experiencia libia ha mostrado también hasta qué punto una intervención militar puede ser destructiva. El balance de los muertos en Libia en el momento de la intervención de la OTAN era aún de entre 1.000 y 2.000 (según las estimaciones de la ONU), mientra que ocho meses más tarde es probablemente diez veces esa cifra. Estimaciones del número de muertos durante los ocho últimos meses -mientras la OTAN prohibía los ceses del fuego y las negociaciones- varían entre 10.000 y 50.000. El Consejo Nacional de Transición estima el número de pérdidas en 30.000 muertos y 50.000 heridos.
Es importante comprender que una posible intervención de la OTAN en Siria no protegerá a los civiles, como se ha visto en Libia, en Irak y en Afganistán, sino que multiplicará al contrario el número de civiles muertos y no traerá más que el caos.
Además, una intervención militar extranjera sometería al país a una ocupación durante años. Ahí también podemos ver los ejemplos irakí y afgano, donde las fuerzas de la OTAN permanecen aún, y en Libia, donde las nuevas autoridades han demandado a las fuerzas de la OTAN permanecer en el país.
El pueblo sirio no quiere reemplazar un régimen autoritario por una ocupación extranjera.
¿La solución? ¡Una movilización popular permanente!
El pueblo sirio comprende cada vez más claramente que la victoria de la revolución no debe ser buscada en el extranjero o con las potencias imperialistas, a menos de estar dispuesto a obedecerlas. Y el movimiento popular no está dispuesto a ello. La movilización permanente de las masas es la única forma de proteger la revolución y de alcanzar una victoria contra este régimen autoritario y violento. Esto implica que todos los sectores de la sociedad participen en el movimiento popular y en la lucha, realzando cotidianamente la educación política y la conciencia de cada ciudadano sirio en la vía hacia la creación de la futura Siria: democrática, social y antiimperialista. Es así como los sirios van a derrocar el régimen y asegurar los destinos de su país.
Rosa Luxemburg resumió bien el dilema del proletariado en su lucha contra el capitalismo, que puede en ciertos aspectos ser comparado a la lucha del pueblo sirio: «Para poder derrocar (al capitalismo), el proletariado tiene necesidad de un nivel elevado de educación política, de conciencia de clase y de organización. Todas estas condiciones no pueden cumplirse mediante folletos y panfletos, sino solo por la escuela política viva, por la lucha y en la lucha, en el curso permanente de la revolución». Esto significa multiplicar el número de huelgas y de acciones de desobediencia civil contra las autoridades ilegítimas, creando simultáneamente centros de poder alternativos. Los sirios deben proseguir y multiplicar los movimientos de huelga, como hemos visto en el curso de estos siete meses pasados, ampliar su esfera de influencia en todo el país y alcanzar las ciudades de Damasco y Alepo a una escala mucho mayor.
La historia de Siria ha conocido huelgas masivas que han paralizado el país. En 1936 lanzaron una huelga general exitosa. Duró dos meses y coincidió con una ola de protestas contra los ocupantes franceses. La huelga general llegó a la mayor parte de los sectores de la administración, de la educación y del comercio. Podemos también referirnos a la huelga de tres días llevada a cabo por los negociantes de Damasco en 1965 y de nuevo en marzo de 1980. La movilización de masas no es un elemento o un concepto extraño en la historia de la lucha de las masas sirias. Estas formas de movilización pueden y deben ser repetidas hoy para poder derrocar al régimen.
Una movilización permanente de las masas es la forma de difundir la revolución en toda Siria, como indicó Trotsky: «La revolución despierta -y es ahí donde reside su fuerza- a las masas trabajadoras más retrógradas, tiranizadas y oprimidas. La huelga es la forma que toma su despertar. Por este medio, diversas capas y grupos del proletariado se manifiestan, se hacen señales, verifican su propia fuerza y la de su adversario. Cada grupo extiende el contagio y despierta a otros sectores».
En conclusión, la revolución siria forma parte del proceso revolucionario y de la dinámica de los acontecimientos que se desarrollan actualmente en el mundo árabe, y no debería ser separada de ellos. Luchamos como los egipcios, como los tunecinos y otros demócratas, socialistas y antiimperialistas de la región. Es la razón por la que es tan importante proteger la revolución siria de las potencias imperialistas, cuya intervención no iría en el sentido deseado por el pueblo sirio.
Traducido de la versión publicada en a l´encontre, http://alencontre.org/