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La violencia de la revolución entre la legitimidad y la desviación

Siria y la necesidad de una acción correctiva

Fuentes: Jadaliyya.com

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

La persistencia de la cohesión del régimen sirio frente a todas las fisuras y golpes que ha tenido que resistir exige que todos los sirios -ya sean activistas, combatientes, partisanos o un mero observador silencioso- hagan una pausa y vuelvan a considerar la trayectoria del cambio en Siria. Este cambio ha superado en sus niveles de peligro todo lo que nuestras imaginaciones y expectativas podrían contener. Cualquier ciudadano sirio que no reexamine los factores del éxito y fracaso [de la revolución] puede considerarse directamente responsable de la acumulación de destrucción, violencia, sufrimiento y baño de sangre.

No voy a perder tiempo ni esfuerzos en discutir los elementos internos y externos de la oposición política siria, porque todos ellos necesitan de una unidad de cuidados intensivos. Su escandalosa impotencia es la consecuencia de diversos factores objetivos internos y externos, así como de una autoafirmación regresiva. El hecho de carecer de programas e instrumentos políticos les ha convertido en bloques vacíos de contenido revolucionario e ignorantes de las funciones reales y esperados beneficios [de los bloques revolucionarios]. Se están mostrando incapaces de analizar las realidades y problemas de la revolución para poder planificar adecuadamente sus fases y definir sus tácticas con el objetivo de ampliar las capacidades de la revolución. Esta impotencia se manifiesta a través de una retórica penosa y superficial que no va más allá de describir en los medios los crímenes del régimen y doblegarse a la intervención exterior. Este empobrecimiento intelectual y político ha tenido efectos catastróficos en el curso de la revolución, como es la escalada del discurso religioso militante y la consolidación de diversos temores entre amplios sectores de la sociedad que, a su vez, se han limitado estrictamente a su papel de observadores de la suerte de la lucha. La ausencia de organización política y de discurso político revolucionarios, de los que la revolución estaba, y sigue estando, tan necesitada, es la razón principal de las múltiples desviaciones y contratiempos en el curso de la revolución. Por tanto, dejemos que las oposiciones políticas sirias se las compongan.

¿Le ha ido mejor a la oposición armada que a la oposición política? ¿Es la primera una oposición armada revolucionaria o un conjunto de fuerzas que combaten con objetivos particularistas? ¿Cuáles son los problemas y cuáles son los factores que pueden apuntalar su éxito?

La revolución no es sino la partera que facilita el nacimiento de una nueva sociedad. Sin embargo, la lógica principal, las leyes y la condición de éxito de una revolución no se encuentran en el hecho de que sea pacífica o armada. Más bien se halla en que cuente con un amplio consenso popular acerca de un conjunto mínimo de objetivos, así como en el desmantelamiento -o, como mínimo, la neutralización- de los aparatos represivos del régimen gobernante de forma que esos aparatos lleguen a un punto de autodisolución bajo las presiones de la movilización popular. Si armar al pueblo (en el curso de la revolución) era una opción inevitable, entonces necesitamos aceptar esto en la forma en que Hegel describe lo que deberíamos hacer: una senda temporal en un viaje revolucionario. Esto requiere que conozcamos las normas y las leyes de una acción armada, a la vez que nos comprometemos con los factores que llevan a su éxito. De otro modo, la acción armada será el preludio del final de todo.

Por tanto, la viabilidad de armar al pueblo, o armar a la oposición, recae en la capacidad para confiscar o desmontar las armas del régimen. Si el ala armada de la oposición no consigue tener éxito a la hora de elaborar una estrategia bien pensada a tal propósito y por tanto fracasa al establecer esta ecuación, eso llevará inevitablemente a una guerra civil. En ese caso, el pueblo se verá forzado a pagar un precio extremadamente alto, incluso si «la revolución triunfa». Podemos evocar el ejemplo de la lucha armada de los campesinos en Tambov o la de los marinos rusos contra el gobierno bolchevique en Kronstadt en 1921, y ambas terminaron en fracaso a pesar de un inmenso coste humanitario. Por tanto, desmontar y disolver los aparatos represivos en los que el régimen se apoya es la condición necesaria para que triunfe una revolución -que busca construir una nueva sociedad basada en unas relaciones de gobierno más justas y no autoritarias-, por encima del éxito de la oposición derribando meramente al régimen gobernante.

Esto nos lleva a la cuestión de las responsabilidades que recaen en la oposición armada en Siria. Ya no resulta aceptable limitarse a llevar armas y enfrentarse al ejército del régimen sin una mentalidad militar planificada, una estrategia militar estudiada y una estructura organizativa que estén vinculadas con las diversas partes armadas. Todo aquel que asume una postura en tiempo de revolución, ya sea militar, política, o lo que se denomina posición partisana, es totalmente responsable de los requerimientos y consecuencias de su posición. ¿Dónde están los batallones armados, que tendré mucho cuidado en llamar Ejército [Sirio] Libre, debido a su falta de unión bajo un único liderazgo militar y un único discurso militar? ¿Dónde están los que deben estar a la altura de sus responsabilidades frente a su pueblo, verdadero propietario de la revolución y quien está realmente pagando el precio más alto?

Partamos de la premisa de que la oposición armada es una oposición nacional con objetivos definidos. Esto se diferencia tanto del vendedor de discursos políticos en el mercado de los medios de comunicación como de una tienda que compra y vende (con etiquetas de valores morales) a aquellos que insultan al régimen. También se diferencia de los que juegan el papel de califa de Dios sobre la tierra, forzando un discurso religioso militante sobre diversas gentes por el mero hecho de que llevan armas.

La oposición armada tiene otras tareas que son claras y definidas. Estas tareas son las tareas militares, no políticas ni religiosas. No pueden lograrse las aspiraciones del pueblo sin una oposición política cuya autoridad esté por encima de la de la autoridad armada. Si una oposición armada no desempeña estas tareas ni cumple con sus responsabilidades, nosotros, como pueblo y como movilización revolucionaria, tenemos que corregirla al igual que hemos rechazado a las muchas oposiciones políticas que han fracasado a la hora de desempeñar sus responsabilidades políticas. No puede haber temor ni vacilación a la hora de criticar a la oposición armada siria. Esto es así porque nadie, ninguna persona, ningún partido, está por encima de los intereses del pueblo, de su voluntad o de la revolución. El pueblo ha defendido el eslogan siguiente en sus movilizaciones pacíficas: la revolución está por encima de todo. Quienes no pueden aceptar que se critique a la oposición armada o que se haga frente a sus problemas es por una de estas diversas razones: ignoran por naturaleza el estado de las cosas; vuelven a temer que los vientos revolucionarios se hayan esfumado; o no quieren que la revolución tenga éxito sino más bien que se desvíe de su curso correcto.

Así pues, propongamos las reflexiones siguientes a la oposición armada en Siria, a sus diversos dirigentes y a nosotros mismos. Tratemos de buscar la posición de las fuerzas de combate respecto a la movilización popular revolucionaria para que podamos trabajar todos juntos en la salvación del país.

1. Se ha asumido que el ala armada de la revolución es en primera instancia revolucionaria. Es decir, que su lealtad debe estar con su madre, con quien la parió, que es la movilización revolucionaria popular. Esto significa que los objetivos originales de la revolución deberían ser la liberación y emancipación de la esclavitud y la tiranía del régimen gobernante, así como la construcción de una nueva era de justicia, libertad y dignidad para todos los hijos de la sociedad.

2. Teniendo en cuenta que la revolución en Siria incluye una amplia gama de grupos, con sus diversas sectas y nacionalidades, en sus alas civiles y pacíficas, el ala armada no tiene derecho (aunque esté mayoritariamente integrada por una secta específica) a producir un discurso exclusivista sobre los diferentes componentes de la sociedad siria que, hasta hoy, continúan participando en diferentes proporciones y de formas diversas en la esfera civil. Esto se debe a que una genuina oposición nacional, armada o no, defiende los derechos y libertades de todos los ciudadanos sin tener en cuenta sus diferentes afiliaciones y con independencia de su participación, o no, en la revolución. Debe hablar un lenguaje nacional que esté por encima de todas las afiliaciones políticas, nacionales y religiosas. Esto es así porque la libertad por la que el pueblo está luchando no puede separarse de su alcance humanitario global. La libertad que buscan quienes gritan por la justicia, la dignidad y la recuperación de sus derechos se transformará en un nuevo autoritarismo si no están todos incluidos.

3. La oposición armada obtiene su legitimidad de su popularidad y base social. Si no es así, se convertirá en nueva carga y opresión tanto para la revolución como para el pueblo. Cuando la fuente de su fortaleza es la misma fuente de fortaleza del régimen gobernante -es decir, las armas- pierde su legitimidad aunque sea una oposición. Algunos de los criterios más importantes para que una oposición sea legítima son su sinceridad, transparencia, integridad y franqueza con el pueblo. Todo lo que esté por encima de la esfera de los secretos militares -que deben ocultarse al régimen gobernante- debe ser sincero (es decir, honesto) con el pueblo. En muchas ocasiones, la oposición siria no ha sido sincera ni honesta. ¿Fue la oposición armada siria mejor que su homólogo político? ¿Presentó honesta y limpiamente la información, las noticias, los análisis y posiciones tanto de naturaleza positiva como negativa al pueblo sirio que la defiende?

4. La resistencia armada no aparece como una cuestión apremiante en la historia de las revoluciones, pero tiene sus leyes y estrategias. Una de las formas de la resistencia armada es la forma partisana, o lo que se denomina lucha de guerrillas, que es la forma adoptada por la oposición armada en Siria. Este tipo de lucha armada surge en una situación asimétrica respecto a las armas de ambos lados. Empieza como guerra de guerrillas utilizando tácticas de avanzada y retirada dentro de los pueblos y ciudades. Sin embargo, cuando los partisanos carecen de un liderazgo militar nacional unido, reforzado por un discurso militar nacional que esté por encima de las lealtades menores de la sociedad, y cuando son incapaces de establecer estrategias y tácticas que pongan en marcha todos los combatientes, es cuando una oposición militar revolucionaria se transforma en meros grupos de combate que se mantienen gracias al poder de las armas y que no contemplan otro objetivo que el de destruir al régimen por todos los medios necesarios. Esto les lleva entonces a desarrollar operaciones subversivas y destructivas tanto contra la sociedad como contra el Estado, perdiendo así la necesaria legitimidad popular.

Así pues, ¿cuáles son las reglas de la lucha partisana/guerrillera?

Como Carl Schmidt sostiene, y como ocurre con la oposición armada siria, los partisanos funcionan como una forma de resistencia armada que persigue el objetivo de desestabilizar al régimen. El peligro en esto es que crea legitimidad, por sí y para sí misma, legitimidad cuando el régimen cae o incluso antes de que caiga, lo cual legitima a su vez su propio conjunto específico de derechos, leyes y sistema. Esta forma de resistencia armada pone al país en un estado permanente de emergencia, haciendo que el país se vea amenazado por el caos y la desestabilización de la seguridad. A la sombra de la guerrilla partisana, o de lo que se denomina guerra de guerrillas contra el ejército del régimen gobernante, el sistema entero del país -no sólo el régimen- se viene abajo. Esto es lo que estamos presenciando hoy en Siria. Ante la violencia que impone el combate armado no existen leyes. En ausencia de liderazgo político, bajo cuya autoridad debería estar la oposición armada, a la revolución se le ha impuesto una nueva realidad: el combate armado monopoliza en gran medida la determinación del destino de las movilizaciones populares y de las fuerzas populares civiles revolucionarias. Esto es parte de la naturaleza y consecuencias de la resistencia armada. Los masivos reveses que ha sufrido el papel de la movilización civil revolucionaria pacífica en Siria prueban lo anterior.

La oposición armada en Siria empezó bajo el nombre de Ejército Libre, como parte del pueblo oprimido, siendo la parte más débil y el defensor del pueblo frente a la violencia y brutalidad del régimen. Su aparición fue natural a pesar de los factores externos que lo apoyaban. Sin embargo, la militarización de la lucha ha ido escalando hasta un punto inconcebible entre, por una parte, el ejército del régimen de Asad, y, por otra, una serie de ejércitos desorganizados que no cuentan con un liderazgo militar revolucionario. El papel de las armas se ha transformado desde el de autodefensa al de una entidad de oposición armada incoherente. Según la naturaleza de tales cosas, esto llevará a uno de dos posibles desarrollos. En caso de que la oposición se fortalezca y el ejército del régimen se debilite, habrá una batalla decisiva entre las dos partes. O bien llevará a una situación de guerra de guerrillas sin que se produzca una batalla decisiva y, de esa forma, a la continuación de una prolongada batalla que es tan destructiva para los seres humanos como para el país, y a una situación en la cual todo el mundo perece.

Si deseamos superar la política de nivel adolescente practicada por la oposición siria en su valoración y análisis del Ejército Libre o de los combates armados en Siria, y si abordamos la realidad de una oposición armada con responsabilidad nacional, madurez política y análisis racional fuera del lenguaje emocional y populista, debemos analizar con profundidad la realidad de la militarización de la revolución, señalar sus problemas y proponer sin miedo ni vacilaciones nuestra lectura de las posibilidades para un combate armado que consiga triunfar, que represente verdaderamente a la revolución o, por el contrario, a su desviación. Si no hacemos eso, no somos nada más que un puñado de empresarios políticos que solo se preocupan de la movilización populista y de los beneficios oportunistas.

La estrategia militar y las formas de combate armado de la oposición en Siria no llaman al optimismo. Estamos en un momento en que el ejército del régimen y sus aparatos de represión continúan funcionando con un alto grado de coherencia a pesar de todos los golpes que han sufrido. Estamos en un momento en que el régimen está desarrollando todos sus medios para conseguir controlar a la oposición armada, que ahora incluyen el castigo colectivo de todas las áreas en las que hay batallones armados, destruyendo la humanidad del ciudadano sirio y amenazando la premisa de su misma subsistencia. Sin embargo, vemos que la oposición armada no ha desarrollado su estrategia militar, su discurso militar o sus tácticas de guerra. No ha podido unificar el liderazgo militar, el plan general, la estructura de mando o la ejecución de las operaciones militares. Ni tampoco le han dado una oportunidad a quienes tienen conocimientos y competencia militares para impulsar un nuevo discurso militar que sustituya el discurso político sectario y religioso que está dominando el lenguaje de muchos de los combatientes. También ha fracasado a la hora de ilustrar una imagen de ética y moralidad generales que dé la impresión de que esos combatientes están luchando por la libertad del pueblo sirio en su totalidad, para poder realmente merecer el título de ejército de liberación popular en lucha por la libertad, dignidad y justicia de todos los sirios (de todas las sectas y naciones y alianzas), ya sean partidarios de la oposición armada o sientan temor ante la misma.

Teóricos de la lucha armada revolucionaria, como Mao Tse Tung y el Che Guevara, presentaron una serie de observaciones generales sobre las leyes del combate armado contra un régimen gobernante autoritario. Consideran que el primer estadio de la lucha armada deberá basarse en la defensa estratégica, que a su vez se basa en debilitar al adversario. Esto a condición de que el pueblo apoye la lucha armada y siempre que los ataques tácticos pasen a integrarse en la estrategia defensiva, conformando así un plan que equilibre poderes con el adversario. Es en la siguiente fase cuando empieza una transformación gradual de una oposición armada que está dispersa y desorganizada a una organizada. En la fase final, las unidades de combate desorganizadas se disuelven y la entidad militar adopta una forma totalmente organizada con respecto a su estructura, pirámide de mando y medios de ejecución, de forma similar al ejército del régimen. Sin embargo, es preciso que para eso se dé una condición decisiva: la aplicación de una política estricta de máximo compromiso con los valores y objetivos de la revolución. La disciplina incluye evitar el tipo de actos de saqueo, secuestro y venganza que se han producido en Siria y que continúan produciéndose a manos de un segmento de los que detentan las armas.

La oposición armada necesita tener siempre en mente la acertada percepción del Che de que la guerra de guerrillas obtiene su fortaleza y legitimidad del amplio consenso popular y que debe ser siempre la primera línea de defensa de su pueblo. Su legitimidad queda erosionada cuando se basa en un único segmento del pueblo (y no abarca a los otros), o cuando está saturada de ideología o autoridad religiosa que no incluye a todo el pueblo. El discurso de venganza y sectarismo es uno de los síntomas más destacados de la desviación de la revolución siria, por tanto, debemos enfrentarnos audazmente a esa situación con plena conciencia a fin de no perder, a la larga, el carácter revolucionario del cambio.

¿De dónde obtiene la oposición armada, o el denominado Ejército Libre o varios otros nombres, su legitimidad popular cuando lleva a cabo asesinatos sectarios, torturas, humillaciones y ejecuciones contra sus prisioneros de los servicios de seguridad y el ejército del régimen? Eso fue precisamente lo que describíamos como brutalidad cuando era el régimen criminal quien lo perpetraba. ¿De dónde deriva su legitimidad popular cuando se habla de una guerra entre sunníes y chiíes, o alauíes, deseada por esos que se llaman a sí mismos los Amigos de Siria o más bien los amigos del régimen? ¿Qué distingue el discurso de la oposición del discurso del régimen cuando alguno de ellos habla de sunníes, chiíes y alauíes, mientras otros hablan de salafíes, islamistas y terroristas? Ambos discursos funcionan por debajo del nivel nacional, que recoge y considera a todos como iguales respecto a los derechos humanos. Ambos discursos están llamando indirectamente a una larga guerra civil divisiva al estilo de Iraq. ¿Cómo puede el pueblo considerar que la oposición armada es el brazo militar de la revolución, para la cual uno de sus principios eran «uno, uno, uno… el pueblo sirio es uno» y que ofreció las vidas de sus hijos en aras a construir un estado civil y no un emirato religioso o un Estado de los Hermanos Musulmanes? Si tenemos en cuenta el papel externo de exportar un discurso religioso militante o salafí -que resulta algo extraño en el discurso religioso moderado de la sociedad siria- a las filas de los batallones de combate, entonces esto solo sirve para aumentar la desviación de la revolución de su nivel nacional. Bajo ese punto de vista, el enemigo ya no es el régimen sectario autoritario sirio sino que son los alauíes, los chiíes u otras categorías de gentes.

Hay una diferencia importante entre atacar objetivos militares específicos del régimen (a fin de debilitar los aparatos represivos) y atacar las instituciones estatales (por venganza e ignorancia). Luchar contra las instituciones estatales significa contribuir a la pobreza, el caos y la ausencia de seguridad durante muchos años después de la caída del régimen. Esto beneficiará a los Estados cuyas compañías están esperando contratos con la Siria post-Asad para acumular beneficios sobre los huesos de nuestros mártires y la ignorancia de nuestra oposición. Si la oposición armada no discrimina entre derrocar el régimen y destruir el Estado como entidad, entonces ya podemos despedirnos del mundo y llorar por la pérdida de la revolución.

Lo que está sucediendo hoy en Siria es una guerra de exterminio cuyo origen no está solo en un régimen que está incendiándolo todo con tal de sobrevivir. Su origen incluye a la oposición armada que desea derrocar al régimen pero que una tarde empezó a derribar la sociedad sin que nadie se enterara. No puede haber absolutamente ninguna equivalencia entre la violencia y el baño de sangre con la violencia de la oposición armada. El régimen sirio es responsable, en primera y última instancia, de toda la destrucción que está sobreviniéndole al pueblo y a la sociedad. Sin embargo, ambas partes -el gobernador y los gobernados, el opresor y los oprimidos- están hoy destruyendo la base y cimientos del estado y están amenazando la unidad nacional del país. El régimen está haciéndolo con toda intención y propósito, mientras que la oposición política armada lo está haciendo sin querer e ignorando totalmente las leyes de la resistencia armada. Sin embargo, el resultado es la destrucción de la sociedad y parte de las instituciones del Estado, que son propiedad del pueblo. Trabajemos todos juntos -activistas sirios, políticos y soldados- para pensar y actuar a fin de corregir la senda de la revolución a nivel civil, militar y político, y para consolidar el nacionalismo y la ciudadanía de todos por encima de cualquier alianza religiosa y lejos de las apuestas extranjeras, para que podamos salvar la revolución y el país. Lo que se necesita de todos nosotros es que pensemos, que volvamos a pensar una y otra vez sobre cada acto militar y político que adoptamos contra este régimen traidor que está superándonos en astucia y que solo persigue tanto el exterminio de los ciudadanos y ciudadanas sirios como la aniquilación de la sociedad siria.

[N. de la T.: Este artículo se publicó originalmente en árabe en Jadaliyya.com. Ante mi penosa ignorancia del árabe, agradezco mucho que Ziad Abu-Rish nos lo tradujera al inglés.]

Hoda Zein es escritora, académica y opositora siria. Tras licenciarse en Ciencias Sociales por la Universidad de Damasco (1994), estudió Filosofía y Estudios Orientales en Alemania, doctorándose en 2006 en Ciencias Sociales en la Universidad de Friburgo. En la actualidad enseña en el departamento de estudios sobre Próximo Oriente de la universidad alemana de Marburgo».

Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/7743/the-violence-of-the-revolution-between-legitimacy-