Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
Goldstone siempre fue un sionista con fuertes vínculos emocionales con Israel, y consecuentemente con una muy problemática tendencia a dejarlo fuera de la escena mientras que estaba involucrado de forma muy evidente en crímenes de guerra cuando atacó Gaza a finales de 2008 y principios de 2009. Desde que se publicó el informe, en mis conversaciones, tanto diplomáticas como coloquiales, siempre me he referido a sus características personales como debilidades.
De todas las parcialidades de la metodología utilizada y de las conclusiones a las que llegó en su informe, sólo citaré una que podría hacer hervir la sangre de cualquier persona honesta (página 13):
«37. Esta Comisión acusa recibo de los significativos esfuerzos que hizo Israel mediante llamados telefónicos, panfletos y comunicados por radios locales y admite que en determinados casos, particularmente cuando las advertencias eran suficientemente específicas, se motivaba a los habitantes para que abandonasen la zona y se pusieran a resguardo de los daños. Sin embargo esta Comisión también es consciente de los factores que debilitaron significativamente la efectividad de los llamados de advertencia, como por ejemplo la ausencia de especificidad y, por lo tanto, de credibilidad, de muchos de los mensajes telefónicos -que estaban pregrabados- y de los volantes. La credibilidad de las instrucciones para acudir a lugares seguros de la ciudad también disminuyó por el hecho de que esos mismos centros de seguridad fueron atacados durante las incursiones aéreas de la operación militar. Esta Comisión también examinó la práctica de lanzamiento de bombas de estruendo incendiarias sobre los tejados (operativo denominado ‘golpes en los tejados’). La Comisión llega a la conclusión de que esta técnica no es efectiva como llamado de advertencia y es una forma de ataque a los civiles que vivían en esas áreas. Finalmente, la Comisión pone énfasis en el hecho que los llamados de atención no eximen a los mandos y a los subordinados de tomar todas las demás medidas posibles de seguridad que permitan distinguir entre civiles y combatientes».
¡Imaginen si estás técnicas de «llamados preventivos de atención» como la de «bombardear los tejados» se hubieran utilizado en edificios de población civil israelí para «animar» a los residentes a que abandonasen y fueran a lugares más seguros antes de bombardear esos edificios! ¿Habría descrito Goldstone esas técnicas como «no efectivas» o al contrario habría afirmado que son una «forma de ataque a los civiles que habitaban en los edificios»? Dado que el informe tiene en cuenta que los civiles no tenían refugios a los que acudir y que se perpetraron matanzas intencionadas contra muchos civiles palestinos cuyos edificios se bombardearon sobre sus cabezas porque fracasaron las advertencias del ejército con sus humanistas «bombardeos en los tejados», ¿Ésta es la forma más correcta y precisa de describir estos crímenes que puede encontrar un juez tan renombrado?
A estas horas y bajo una sostenida, inhumana y viciada presión que Israel y los grupos afines hacen en Sudáfrica, en EE.UU. y en otros lugares, junto al compromiso que tiene Goldstone con Israel y el sionismo, han hecho que por encima de su compromiso profesional pierda todo su prestigio de respetabilidad y credibilidad. Su argumento publicado debajo del editorial del Washington Post toma las afirmaciones de la investigación israelí como verdades, más o menos, ignorando la conclusión a la que él y sus colegas llegaron en el trabajo de investigación referido al sistema de justicia israelí. En alusión a las «fallas estructurales» en el denominado sistema de justicia israelí, el informe Goldstone llegó a la conclusión de que Israel no es creíble para el acto de administrar justicia en concordancia con patrones internacionales [Informe Goldstone, párrafo 1756]. Aquí se transcribe el párrafo:
«1756.- Luego de revisar y de hacer un seguimiento del sistema de investigación israelí en lo que concierne a la violación de los derechos humanos y las leyes humanitarias, en particular las sospechas de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, la Comisión encontró flagrantes fallas estructurales que, desde su punto de vista, hace incompatible el sistema israelí con los patrones internacionales. Teniendo como centro del sistema los «interrogatorios operativos» militares, incurren en la ausencia de cualquier mecanismo de investigación efectivo e imparcial y las víctimas de los pretendidos delitos se ven impedidas de recibir cualquier tipo de recurso efectivo o certero. Más aún, esas investigaciones, al ser de orden militar interno y bajo esa autoridad, no se ajustan a los patrones internacionales de independencia e imparcialidad. Esta Comisión cree que las pocas investigaciones conducidas por las autoridades israelíes por supuestas violaciones de los derechos humanos internacionales y de las leyes humanitarias, y en particular supuestos crímenes de guerra, en el contexto de las operaciones militares que se llevaron a cabo en Gaza entre el 27 de diciembre de 2008 y el 18 de enero de 2009, estuvieron afectadas por los defectos del sistema y fueron ilícitamente borradas a pesar de la gravedad de los alegatos, y por lo tanto carentes de la necesaria credibilidad y conforme a los patrones internacionales. La Comisión es consciente de que las investigaciones de relativamente menores y serias violaciones que el GOI reclama que se investiguen, también fueron intencionalmente protegidas». http://www2.ohchr.org/english/
¿Ha cambiado algo de eso o es el compromiso del autor con la verdad?
Para su prestigio, y desde el principio, Goldstone se mostró reacio a aceptar este encargo proveniente de las Naciones Unidas, argumentando que las cuestiones involucradas en este caso estaban «profundamente comprometidas y cargadas políticamente». ¡Así es! Alguien debió prestar prestado atención a su aviso.
Desde el principio, el hecho de elegir a Goldstone para liderar la investigación fue un error, dadas sus inclinaciones políticas e ideológicas a favor de Israel. Imagine, por ejemplo, que las Naciones Unidas elijan un defensor público para Irán que guarda fidelidad a esa nación, y que además es un musulmán chií, para encabezar una investigación de esa organización sobre alegatos de las violaciones iraníes a las leyes internacionales cuando el gobierno reprimió las contundentes manifestaciones del último año.
Más aún, el informe Goldstone agrega una pequeña y nueva evidencia a algo que ya estaba bien documentado por Amnistía Internacional, Human Rights Watch, personal oficial de Naciones Unidas sobre el terreno, dirigentes palestinos de las organizaciones de derechos humanos y periodistas veteranos. El profesor Richard Falk, investigador especial de las Naciones Unidas y experto en leyes internacionales, escribe:
«Quizás lo más condenable de todo el material disponible antes del informe Goldstone fue la publicación de un documento titulado «Rompiendo el silencio», cuyo contenido eran los comentarios de treinta miembros del ejército israelí que tomaron parte en la Operación Plomo Fundido (el nombre que da el ejército israelí a la guerra que llevó a cabo en Gaza). Esos soldados relataron de forma conmovedora la pérdida de las normas de compromiso emanadas de sus comandantes que ayudan a explicar por qué se tomaron tan pocos recaudos para evitar bajas civiles. Lo que emerge de los testimonios de esos soldados israelíes que no tenían un sentido crítico hacia Israel y ni siquiera eran críticos con la guerra de Gaza como tal, es que de la política israelí se deduce una cantidad de combinaciones de esfuerzos ‘para dar una lección al pueblo de Gaza por su apoyo a Hamás y para reducir en lo posible a cero las pérdidas de militares israelíes, aún a costa de muertes y destrucciones masivas de inocentes palestinos». http://electronicintifada.net/
A pesar de dar la bienvenida al informe y alabando sus cualidades positivas y a sus autores, su rectitud a la hora de su confección, Falk describe acertadamente a Goldstone como «profundamente comprensivo con Israel» y al informe como dando a Israel «el beneficio de la duda» en áreas claves. En el artículo citado arriba Falk presenta evidencias devastadoras de las influencias de Goldstone:
«Llamativamente [el informe] era más comprensivo con las controversias de Israel que con la hipótesis de que Hamás es culpable de crímenes de guerra por el lanzamiento de proyectiles hacia territorio israelí, de lo que fueron informes anteriores. Y de diferentes maneras el informe Goldstone se desliza de la línea principal hacia la narrativa israelí cuando asume que Israel actuó en legítima defensa contra el adversario terrorista. El informe describe el éxito de alto el fuego con Hamás que llevó la violencia en el sur de Israel hacia niveles mínimos y atribuye la interrupción como resultado del ataque de Israel el 4 de noviembre de 2008, pero de ningún modo se infiere fehacientemente que los ataques israelíes eran otra forma de crimen de agresión internacional. En cambio, el informe centra su crítica sobre el uso excesivo e indiscriminado de la fuerza por parte de Israel…
…el informe toma como incuestionable la dudosa proposición de que Israel estaba facultado para actuar contra Gaza en defensa propia y, por consiguiente, descartando cualquier investigación como por ejemplo sobre crímenes contra la paz por la agresión lanzada con el ataque. Considerando esto y aún cuando el informe toma en cuenta el alto el fuego temporal que permitió que el lanzamiento de cohetes sobre Israel bajara a cero en los meses precedentes al ataque, el informe evita sacar cualquier conclusión legal que conduzca a incluir en ese contexto la iniciación de la guerra de Gaza. El informe también ignora los repetidos esfuerzos que hizo Hamás para ampliar indefinidamente el alto el fuego y así permitir a Israel levantar el bloqueo ilegal. Israel hizo caso omiso de esos esfuerzos e ignoró las vías diplomáticas disponibles prefiriendo la alternativa de la guerra para asegurarse el control de sus fronteras. Recurrir a la guerra, aún si la excusa de la autodefensa estuviera en concordancia con las leyes internacionales, es el último recurso al que hay que. Ignorando la decisión unilateral de Israel de iniciar la guerra, el informe Goldstone implícitamente acepta la dudosa premisa central de la Operación Plomo Fundido, y evita la tarea de llegar a los fines del ataque»
También fue una desilusión el fracaso del informe de comentar la negativa de Israel a considerar la opción de refugios para la población civil atrapada en la diminuta y superpoblada zona de combate que constituye la Franja de Gaza. Israel cerró todos los cruces de fronteras durante la guerra de Gaza, permitiendo que solamente pudieran dejar el lugar los residentes que contaban con pasaportes extranjeros. Es inusual en estas épocas que no se dé a los civiles la opción de convertirse en refugiados cuando se desata una guerra. Incluso no hay disposiciones específicas en las leyes de guerra que tengan que ver con exigir a un Estado en guerra que permita a la población civil abandonar la zona de combate, algo como exigir medidas humanitarias elementales y, en definitiva, deberían mencionarse incluso como parte incondicional de las leyes internacionales sobre guerras, ya que hasta ahora hay un vacío a llenar en esas mismas leyes. La importancia de este tema se ve reforzada si tomamos en cuenta la extensión del agotamiento post traumático que sufre la población civil en Gaza, especialmente los niños, que son el 53% de la población. Se debe tener en cuenta que el informe presta una considerable atención al soldado capturado por Hamás en Gaza y recomienda su liberación por cuestiones humanitarias, mientras hace una sola mención muy general a los miles de prisioneros palestinos mantenidos en muy difíciles condiciones, sugiriendo que especialmente los menores deberían ser liberados».
La única conclusión posible a la que uno puede llegar es que las Naciones Unidas cometieron un grave error al elegir a Goldstone para liderar esta investigación teniendo en cuenta sus obvias y explícitas predisposiciones. Las Naciones Unidas deberían enmendar, especialmente ahora después del daño causado, que es evidentemente un cambio de sentido político, encomendando a un nuevo juez neutral o a un grupo internacional de expertos la investigación del patético y débil intento de Goldstone de exonerar a Israel, pasando por alto las masivas evidencias compiladas que lo condenan.
El Dr. Goldstone se convirtió en Míster Hyde, intentando vergonzosamente encubrir y blanquear los crímenes de guerra cometidos por Israel, sacrificando toda integridad moral y judicial de la que alguna vez gozó, y todo para calmar a los grupos sionistas que hicieron grandes esfuerzos para, más o menos, excomulgarlo. La sangre de cientos de palestinos asesinados en Gaza, incluyendo a cientos de niños, durante la masacre cometida por Israel y que ahora tiene Goldstone en sus manos, no está en manos de Israel. El informe Goldstone, defectuoso y favorecedor de Israel tal como es, no irá derecho al cubo de la basura de la historia, pero sí es probable que tengan ese destino la credibilidad y el respeto de su principal autor.