Palabras de presentación: Palau de la Virreina, Barcelona 15 de noviembre de 2017, 19 horas. Sesión sobre la militancia comunista [1]. Intervinieron Ruth Morales y Sira Rego.
Para las activistas, para las militantes y su constancia. Porque de ellas será la República de la Justicia. Para Constantino, para Ruth, para Sira.
Los organizadores de esta «Intervención 1917. El año que sí hicimos la revolución», a quienes agradezco el detalle, el generoso detalle de esta invitación, saben «que el pasado actúa sobre el presente y sobre la configuración del futuro». Pero afirman también que, complementariamente, sucede lo contrario: «la idea de futuro modela las expectativas del presente y cada presente lee en su propia clave los acontecimientos del pasado».
Lo segundo parece algo más complicado pero creo que se puede entender: futuro-presente-pasado están unidos por relaciones culturales, políticas, ideológicas, sin que esa unión implique o tenga que implicar inexorablemente, como diría un lógico algo desmelenado, ubicar la verdad histórica en el basurero de lo trasnochado. No es eso, no debe ser eso. De hecho, si pensamos hasta el final, todo es presente, nuestro presente, que es pasado y futuro al mismo tiempo. Recordemos unos versos de W. Z que eran muy del agrado de Paco F. Buey, un maestro, un marxista-comunista-gramsciano y federalista que hubiera estado muy a gusto en estas jornadas. Los versos de los que les hablaba: «Cuando digo la palabra futuro/ la primera sílaba pertenece ya al pasado».
Los organizadores han añadido que para realizar esta intervención 1917 en 2017 se ha concebido una serie de materiales y dispositivos que permita a los «lectores» construir con autonomía su propia lectura. Para ello, prosiguen, «se decidió elaborar una estrategia encaminada a que resulten extrañas y perturben, en lo posible, aquellas lecturas previas más esperables teniendo en cuenta las distintas posiciones y actitudes políticas presentes en nuestro escenario político». Perturbar, alterar lo que pensamos, resultar extraño a nuestras ideas previas, no dar vueltas idénticas a la noria (a veces trágica) de la historia y sus cansinas interpretaciones, no es asunto que debamos menystenir, menospreciar o subvalorar.
Pues bien no estoy seguro, es aún futuro enlazado a este presente, si la sesión de esta tarde encajará con esta descripción. Pero conjeturo que sí teniendo en cuenta su presencia y la de las invitadas. Estaría muy bien, pero muy bien, que saliésemos perturbadas y perturbados de esta sesión.
Lo que cabe decir desde mi punto de vista es que el tema de hoy y el gran tema 1917 están fuertemente relacionados. Si yo fuera popperiano -no lo soy, no se asusten- diría que en este caso casi no hay posibilidad de falsación por mucho que nos empeñemos, por muchos escenarios consistentes que queramos aventurar: pequeñas y grandes acciones, militancias, reuniones, activismo social consistente, organización, riesgos y más riegos, huelgas con finalidades obreras y sociales (no de otro tipo), intervenciones institucionales cuando es el caso, ayuda mutua, fraternidad, tenacidad, estos pequeños o no tan pequeños granos de arena, que suelen formar montones como quería Zenón de Elea, están relacionados, aunque a veces no lo parezca porque nos sentimos minúsculos (quarks, leptones, estamos hechos del polvo, composición, complejidad y silencio de las estrellas), esos granos, decía, están fuertemente vinculados con grandes acontecimientos históricos como este de la revolución del 17, una revolución -como todas ellas, como todas las acciones político-históricas que me vienen a la mente- tiene sus luces y sus sombras, en ningún caso sólo con estas últimas como a veces, muchas veces, suele afirmarse en sesiones de agit-prop muy o bastante conservadoras y olvidadizas del pasado sobre el que irrumpió esa gran revolución obrera y popular.
Sin el activismo y militancia de los de abajo estas «grandes páginas históricas» -la soviética, pero también la cubana, la china, la portuguesa, la nicaragüense, la allendista, nuestra II República, nuestra lucha antifranquista y tantas otras- no suelen darse, no pueden darse. Porque, sin esa participación, sin ese interés humano y muy humano, sin esa vinculación organizativa, no hay en la práctica optimismo en la voluntad ni deseo de transformación en la inteligencia. No existe la creatio ex nihilo en el continente historia, como diría aquel trágico filósofo marxista que habló de la revolución teórica de Marx en su Pour Marx.
Lo primero, esos humanos granos de arena, no es condición suficiente para lo segundo, pero sí, por supuesto, condición necesaria. No conozco ningún proceso revolucionario importante, no hablo de transformismos ni de procesos que usan lenguaje y palabras con significado muy alterado, que no haya contado con el esfuerzo previo, con la dedicación, con el tiempo -que es otra forma de hablar de vida, como nos enseñó Gramsci y aquí nos recordó Sacristán- generosamente dedicado de gentes, de muchas y muchas personas, que han tenido en su mente, corazón y cuerpo, en su hacer de cada día, en su vida cotidiana, valores asociados a la emancipación social de la ciudadanía-trabajadora.
Aunque esto de la militancia no es cualquier cosa. Para algunos, la militancia, la militancia comunista en el caso que las dos personas que nos acompañan (pero lo mismo podría decirse de la militancia libertaria o de otras militancias no vinculadas a cómodos suelos institucionales), es a veces dura y sacrificada, un rollo para decirlo con una sola palabra, y afecta o puede afectar a las relaciones familiares haciendo que en algunos casos padres, esposos, hijos o hijas la rechacen. En otras ocasiones, en cambio, la militancia constituye un casi estado natural y es, a un tiempo, una enseñanza que se conforma como ejemplo a seguir. El aprendizaje a través de los padres y familiares supone incorporar un rico bagaje procedente de otros tiempos y otras experiencias. Un pasado que enriquece el presente y abona o puede abonar el futuro.
Además, en el imaginario colectivo construido y muy abonado estos últimos años, ustedes están fuera de él desde luego, el llamado «totalitarismo comunista» da lugar, de manera deductivamente impecable se dice, sin saber muy bien lo que se dice, a una educación-formación inhumana, mecánica, sin alma, autoritaria, ideologizada en extremo, totalitaria vuelvo a repetir, que genera, forma y crea personas frías, rígidas, antipáticas. Seres-mecano-mecánicos como en el mundo feliz o en tiempos modernos. Pues bien, aquí sí, aquí me pongo muy popperiano y verán ustedes que esta afirmación publicitaria e interesada queda totalmente refutada por las personas que hoy nos acompañan y que ahora mismo paso a presentar. Como veremos es más bien todo lo contrario, la inversión hegeliana decíamos hace años: son ambas personas despiertas, críticas, abiertas, de talante muy democrático, que escuchan y atienden. Humanas, muy humanas, demasiado humanas tal vez en ocasiones.
Se las presento brevemente.
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Ruth Morales es licenciada en Geología por la UCM. Y miembro del PCE, de IU y afiliada a CC.OO. Por tanto, una geóloga comunista. Algo poco frecuente. No piensen en todo caso que su campo de investigación científica, como geóloga, sea estudiar el pasado remoto, geológico, de la tradición comunista. No es ese su tema… por el momento.
Ruth trabaja en el aeropuerto de Barajas como operaria de handling (cargo y descarga de maletas en su propia traducción).
A pesar de su juventud, tiene dos hijos, de 21 y 19 años. ¿Abonarán también su tradición político-cultural? El futuro está abierto, no está escrito.
Dice Ruth de ella misma que no es sindicalista propiamente pero que no por falta de ganas. Aun así, son también sus palabras, ha participado activamente en todas las movilizaciones de su centro de trabajo (pocas, muy pocas, añade, ustedes ya observan su espíritu luxemburguista y su forma entre temperada y radical de contar huelgas y movilizaciones), en esas luchas, decía, y en otras movilizaciones a las que le ha llevado su militancia y la solidaridad. Entre esas luchas, las de 15M, lo cual está muy, muy bien.
Sira -¡qué hermoso nombre! Ruth también lo es-, Sira Rego, decía, conoce muy bien uno de los grandes dramas del siglo XX y del XXI. El drama, la tragedia palestina, la limpieza étnica de un pueblo en el informado decir de Ilan Pappé. Es hija de palestino y española. Su madre vivió en un ambiente politizado, más volcado en la cultura y el sindicalismo. Sira vivió unos años de su infancia en Palestina, en una familia muy activa en la lucha de liberación. Años después militó activamente en el moviendo estudiantil.
Sira es actualmente responsable federal de Estrategias para el Conflicto de Izquierda Unida. Yo no sé muy bien en que consiste eso de las «estrategias para el conflicto» pero seguro que, teniendo en cuenta el significado usual del término conflicto (que no es precisamente un significante vacío), no debe descansar ni un segundo, ni siquiera un nanosegundo. ¡Menuda le ha tocado!
Por si faltaba algo, es además segunda teniente o tenienta de Alcalde, hasta hace poco primera tenienta, en Rivas Vaciamadrid, un pueblo ciudad donde, salvo error por mi parte, el PCE e IU siempre han tenido mucha o bastante presencia.
Diplomada en nutrición, Sira tiene un hijo de 11 años y participa en las actividades del PCE, IU, CC.OO. y Ecologistas en Acción. Cuatro en una, cinco o seis, si contamos las dos anteriores. Superan ambas, casi duplican más bien, el misterio de los misterios, el misterio antilógico-teológico de la Santísima Trinidad: más de tres personas distintas en cada una de ellas.
Llegamos a los interesante, ahora viene lo bueno. Ya pueden desconectar los móviles.
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Preguntas para las intervenciones
1. Empecemos por lo más básico. ¿Qué os llevó a militar? Más en concreto: ¿qué os llevó a militar en vuestras organizaciones?
1.1. ¿»Presiones» familiares? ¿Valores familiares? ¿La educación que recibisteis en vuestras familias? ¿Vuestro entorno «natural»?
1.2. ¿Qué papel jugó el barrio donde habéis vivido (si jugó alguno)?
2. ¿Se puede hablar realmente de libertad de elección, de auto creación de vuestra propia vida, cuando el entorno, si fuera el caso, «empuja» tanto? ¿No os habéis sentido coaccionadas en algún momento? O la militancia activa o la desconsideración-o-incomprensión familiar. ¿Ese fue vuestro dilema?
2.1. ¿Sois, os sentís herederas de la tradición militante de vuestro entorno, de vuestra familiar? Si fuera así, ¿qué significa ser heredera en este caso? ¿Una responsabilidad que abruma, que puede vivir-sentirse como una carga?
3. ¿Os ha marcado-dificultado esa militancia en vuestras relaciones con amigos o amigas? ¿Aceptan vuestro compromiso aunque ellas/ellos están muy alejados de vuestras coordenadas vitales y ciudadanas? ¿No os marginan?
3.1. ¿Os movéis acaso tan solo en círculos de militancia, con amigos o amigas que comparten vuestra decisión?
4. ¿Cómo entendéis la militancia? ¿Qué es militar para vosotras? Reuniones, más reuniones, conversaciones, alguna acción, comentar alguna cosa, listas electorales, preparar elecciones… ¿Algo más?
4.1. ¿No hay demasiado tiempo, demasiada vida, como diría Gramsci, entregada a esta tarea?
4.2. En caso de dictadura, el fascismo español sería un ejemplo, ¿una militancia puede llegar a conllevar una lucha mucho más drástica, armada incluso? ¿Tendría o no tendría sentido en vuestra opinión?
5. ¿No os aburre, perdonad el atrevimiento, tanta militancia? ¿No sería mejor, más humano se dice, dedicaros a vuestros placeres?
5.1. La vida, dicen algunos, es corta para tanta militancia. No tengo tiempo para esas cosas que no son esenciales. ¿No puede suceder que os arrepintáis en el futuro?
6. ¿Agota, cansa la militancia? ¿Deja respirar?
6.1. ¿No es demasiado repetitiva, una vuelta permanente a lo mismo o a lo que es muy similar? Reuniones, discusiones, reuniones, discusiones.
7. ¿Cómo vivís las disidencias, los conflictos en vuestras organizaciones?
7.1. ¿La militancia no puede ser muy cruel cuando hay conflicto?
7.2. ¿No se pierden muchos amigos en ocasiones? ¿La política no puede separar mucho?
8. Se dice también en ocasiones que «el totalitarismo comunista», hablo ahora del familiar o del partidista, da lugar a una educación-formación dura, inhumana, que crea personas frías, rígidas, antipáticas. ¿Es vuestro caso? ¿La militancia, el totalitarismo comunismo, es contrario a ser una persona despierta, crítica, abierta?
9. ¿Os podrías pensar a vosotras mismas sin militar en ninguna organización? ¿Valdría la pena, desde vuestro punto de vista, una vida sin militancia?
10. De todas vuestras experiencias militantes, ¿nos contáis alguna que os haya marcado especialmente? Por el contrario, una que preferiríais no haber vivido.
11. ¿Ha cambiado a lo largo de los años la forma en que los activistas viven la militancia? ¿Es lo mismo militar en los años ochenta, pongamos por caso, que en la actualidad?
12. ¿Las mujeres militáis de forma distinta a como militan los hombres? ¿Hay un toque feminista en este asunto también?
12.1. ¿Problemas con machos-alfa o beta en vuestras organizaciones? ¿Acosos sexuales incluso?
13. ¿Cómo vivís las luchas de poder en vuestras organizaciones?
14. Vuestros compañeros o compañeras, vuestros esposos o esposas, ¿entienden, comparten vuestro militancia?
15. ¿Educáis o educarías a vuestros hijo en ese, en vuestro espíritu militante?
15.1. ¿No es comerles un poco el coco? ¿No les estáis «dirigiendo en exceso»?
15.2. ¿Y si luego no quieren meterse en esos, en vuestros asuntos? ¿Y si no quieren seguir vuestros pasos?
16. ¿Ser militante es como formar parte de una secta? ¿Un militante, una militante, es sectaria por definición?
17. ¿Un consejo, alguna sugerencia, para los que no militan empiecen a militar? ¿Se pierden algo que vale la pena?
18. ¿Militar no implica pensar y actuar sin libertad, de forma muy sesgada, siempre al servicio de un fin nunca cuestionado, sin poder discutir los «principios» de la formación?
19. ¿Tenéis algún referente cuando hablamos en términos de militancia?
20. Marcos Ana, es un ejemplo, estuvo más de 20 años en la cárcel. Si hacemos una encuesta, seguramente a menos del 5% de la ciudadanía le suena su nombre. ¿Valió la pena tanto esfuerzo? ¿Para qué tanto sacrificio?
21. ¿Se milita siempre para conseguir, un día u otro, algún cargo institucional y vivir entonces más desahogadamente, incluso ascender socialmente como dicen algunos?
22. ¿Algo más que queráis añadir?
Nota de edición:
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.