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Una conversación con Saíd Mawed, coordinador general del Comité de Ayuda Independiente Palestino

Sobre refugiados, banderas y el libro Guinness

Fuentes: Transnational Institute

Los efectos del Ramadán se dejan sentir también en el campo de refugiados de Shatila. Bajo el sol del mediodía, aún implacable a pesar de estar ya a mediados de septiembre, los ojos cuelgan a media asta y se adivina el peso en el caminar de los viandantes. Pero el mercado que bordea el campo […]

Los efectos del Ramadán se dejan sentir también en el campo de refugiados de Shatila. Bajo el sol del mediodía, aún implacable a pesar de estar ya a mediados de septiembre, los ojos cuelgan a media asta y se adivina el peso en el caminar de los viandantes. Pero el mercado que bordea el campo bulle de actividad, mientras la gente se apresura a comprar lo necesario para preparar el iftar, la cena -el verdadero banquete en muchos casos- con la que romperán el ayuno al caer el sol. Aprovechando su visita al Líbano, me reúno a charlar con Saíd Mawed, coordinador general del Comité de Ayuda Independiente Palestino, una organización con sede en la capital de la vecina Siria. Saíd me recibe en la casa que lo hospeda estos días con una gran sonrisa y una excelente noticia: «Estamos de suerte», me dice, «hay electricidad». Y mientras Saíd pone en marcha el ventilador – todo un regalo en esta planta baja sin ventanas-, me acomodo en un sillón algo hundido y saludo a nuestro amigo Salah Hamzeh, que nos va a ayudar con la traducción.

P: Saíd, ¿cuál es el trabajo de vuestra organización? ¿Cuándo y por qué nace, y cuáles son sus objetivos?

R: El Comité de Ayuda Independiente Palestino es una organización, como bien dice su nombre, independiente, formada exclusivamente por voluntarios, que se constituye en 2006 para trabajar con los refugiados palestinos de Iraq, especialmente en el campo de Al-Tanf. Antes de eso, ya habíamos puesto en marcha algunas campañas de ayuda y soporte para Gaza y Cisjordania, como sería todo el trabajo que realizamos tras la destrucción del campo de refugiados de Jenín en 2002. Nos financiamos con los fondos que aporta la comunidad palestina en Siria y nuestro objetivo es prestar asistencia a los palestinos más vulnerables.

P: ¿Me puedes explicar algo más de los palestinos de Iraq?

R: Antes de la invasión estadounidense de 2003, vivía en Iraq una comunidad de refugiados palestinos de entre 25.000 y 30.000 personas, tradicionalmente bien tratadas por el régimen de Sadam Husein como gesto por la causa palestina. Pero todo cambia a raíz de la ocupación: los palestinos en Iraq se vieron primero hostigados porque eran considerados como el ejército de Sadam, y después comenzaron a ser acusados de «zarqauiín», es decir, de «hombres de Zarqaui», que se autoproclamó como líder de Al-Qaida en Iraq.

Esta situación de acoso provoca un éxodo entre la comunidad palestina. En mayo de 2006, varias familias que escapaban de Iraq se dirigen hacia la frontera con Siria, pero se encuentran con las puertas cerradas, y es así como nace el campo de Al-Tanf, situado en tierra de nadie entre Siria e Iraq.

P: ¿Cómo es la vida del campo?

En el campo de Al-Tanf vivían originalmente unas 250 familias -ahora algunas menos- y en torno a 1.000 personas. Algunas de ellas tenían documentos de viaje de las autoridades iraquíes, y otras pasaportes de la Autoridad Palestina, pero ninguna de ellas podía salir del campo, y por ese motivo comenzamos a visitarlos y a ofrecer asistencia y alimentos.

La situación en Al-Tanf es tremendamente dura, y es difícil entender cómo un ser humano puede resistir en tales circunstancias. Las temperaturas llegan a los 50 grados y las aguas están contaminadas. Las caras que uno encuentra allí son rostros que han perdido todo rasgo humano.

P: Además de vosotros, ¿trabaja en Al-Tanf alguna otra organización?

R: Ahora, el campo está principalmente gestionado por el ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), pero también trabajan en él la Media Luna Roja Palestina, la Media Luna Roja Siria, la Media Luna Roja de los Emiratos y varias ONG sirias. La situación ha mejorado mucho con la labor de estas organizaciones, y la UNRWA, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos, incluso ha creado una escuela.

Podríamos decir que el campo empieza ahora a tener el aspecto de una pequeña comunidad. Comienza a haber un círculo económico, de trueque de bienes y alimentos entre los habitantes.

P: ¿Cuáles son las perspectivas de los refugiados de Al-Tanf?

R: El futuro es incierto, y puede que la situación se prolongue, pero en los últimos tres meses, 170 refugiados han sido acogidos por Chile. Y esta semana Suecia va a acoger a otros 150. La gente, por lo general, está contenta de irse porque la partida significa abandonar una vida de miseria. ¿Y quién puede decirles lo contrario? Quedarse significa seguir sufriendo, y la experiencia nos demuestra que los palestinos, estén donde estén, siempre conservan su identidad.

P: ¿Y qué hay de los refugiados palestinos de Iraq que han conseguido entrar en Siria? ¿Cuál es su situación?

R: Es difícil ofrecer una perspectiva general, ya que están muy fragmentados. Aunque no hay cifras oficiales, se calcula que son un centenar las familias de refugiados palestinos de Iraq que han cruzado la frontera siria. La mayoría de ellos no tiene empleo ni dinero, y además ha de tener mucho cuidado en no delatar su identidad porque ha entrado en el país de forma ilegal. Y claro, los que en un principio tenían dinero, ya lo han gastado. Piensa que los alquileres en Damasco, por ejemplo, se han doblado en los últimos años.

Algunos de estos palestinos, sin ningún tipo de salida, se han visto obligados a volver al campo de Al-Tanf, o bien a Al-Walid, otro campo situado en territorio iraquí, o incluso han vuelto a Iraq. Tampoco debemos olvidar que, además de éstos, hay también otros campos, como Al-Ruwaished, en la frontera entre Iraq y Jordania, y Al-Hul, en el distrito sirio de Al-Hasak. La gente de estos campos, gestionados por el ACNUR y donde no sólo hay palestinos, vive como en una verdadera prisión.

P: ¿Por qué cierra Siria sus fronteras?

R: Ante todo, no olvidemos que Siria ha aceptado en su territorio a un millón y medio de refugiados iraquíes. Sin embargo, hace una excepción con los palestinos porque desea que también otros países asuman la responsabilidad que les corresponde. Además, se supone que los iraquíes tienen un país al que volver cuando termine la actual crisis, a diferencia de lo que sucede con los palestinos. En este sentido, Siria exige que la solución se tome en la Liga Árabe, y no exclusivamente a expensas de Damasco.

Nosotros, por nuestra parte, debemos agradecer al Gobierno sirio que en su día aceptara a medio millón de refugiados palestinos de 1948, y respetamos su deseo de que todo el mundo asuma sus obligaciones.

P: Tras estos días de visita, ¿qué diferencias destacarías entre la situación de los refugiados palestinos en el Líbano y en Siria?

R: La situación de los palestinos en el exilio varía mucho según el país, pero si comparamos Siria y Líbano, la brecha es abismal.

En el Líbano, los palestinos viven en una situación de constante asedio, sin ningún tipo de derecho ni seguridad. Los refugiados palestinos en Siria, sin embargo, reciben el mismo trato que el de cualquier otro ciudadano sirio. Tenemos derecho a empleo, a la propiedad, a recibir una educación. Podemos trabajar en el Gobierno y ser incluso asistentes de ministro. De hecho, hay muchos palestinos con altos cargos en la administración. El único derecho que no tenemos es el del votar para las elecciones al parlamento o a la presidencia; sólo podemos votar en elecciones como las sindicales.

El problema en el Líbano con los palestinos está en las divisiones sectarias, las guerras y las crisis. Los enfrentamientos sectarios han puesto a los palestinos en una posición que no les permite igualarse con los ciudadanos libaneses. Cuando camino por el campo de refugiados de Shatila, en Beirut, me siento profundamente triste porque no puedo evitar compararlo con el de Al-Tanf. Y pienso que el otro, el de Al-Tanf, va a desaparecer, pero que Shatila va a permanecer durante mucho tiempo.

P: Shatila nace de hecho con el primer gran éxodo palestino, la Nakba o catástrofe, en 1948. ¿Cómo habéis vivido en Siria la conmemoración de su sesenta aniversario?

R: Decidimos marcar esa fecha con una iniciativa muy especial: nos propusimos crear una bandera palestina gigantesca y batir el récord del mundo, que actualmente tiene una bandera israelí. Y dicho y hecho: tras muchos meses de trabajo, creamos una bandera palestina que ocupa 20.000 metros cuadrados, mide 116 x 232 metros y pesa siete toneladas.

La experiencia fue excepcional en muchos sentidos. Para empezar, todos trabajamos como voluntarios; un equipo de 150 personas procedentes de todas las clases sociales, profesiones y afiliaciones políticas. Trabajamos todos juntos bajo el único emblema de la bandera palestina, sin distinciones de ninguna clase.

P: ¿De forma que conseguisteis vuestro objetivo?

R: No exactamente. Cuando terminamos, buscamos un terreno donde presentar la bandera, pero el único espacio disponible en las cercanías de Damasco pertenecía a un propietario de los Emiratos Árabes que no estaba dispuesto a cedérnoslo. Pero no nos dimos por vencidos y, gracias a la ayuda de la embajada de los Emiratos, conseguimos el lugar.

Por desgracia, la naturaleza tampoco estaba de nuestro lado. El sábado que íbamos a presentar la bandera, después de 25 días trabajando bajo un sol de justicia para juntar los distintos pedazos, a las cuatro de la tarde empezó a soplar un viento muy fuerte y la bandera se desmontó. Por suerte, tuvimos tiempo de repararla a tiempo.

Pero otra vez por desgracia, los del libro Guinness, con quienes nos habíamos puesto en contacto para que certificaran nuestro récord, nunca aparecieron. Se trata de algo tremendamente injusto, porque no sólo hemos superado a la bandera israelí en tamaño -la israelí mide unos 18.000 metros cuadrados- sino también en participación popular, ya que la bandera israelí se realizó por iniciativa de una rica empresaria filipina que pagó de su bolsillo para que se elaborara en un taller de las Filipinas.

Nosotros, en cambio, pedimos a todos los asistentes que hicieran una donación de 50 liras sirias, una cantidad pequeña, porque el coste total de la bandera fue de 30.000 dólares. Algunos nos criticaron diciendo que ese dinero se debería haber destinado a los más pobres, que practicábamos un nacionalismo de lujo, pero nosotros pensamos que el simbolismo de la acción era muy potente y estamos muy orgullosos de nuestra iniciativa.

P: Gracias, Saíd, por tu tiempo, y te deseo un buen Ramadán, Ramadán karím.

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Para ponerse en contacto con la organización:

Palestinian Independent Relief Committee: [email protected]

Para saber más:

Informe de Amnistía Internacional sobre el campo de Al-Tanf (abril de 2008, en inglés): http://www.amnesty.org.au/images/uploads/ref/Al-Tanf_refugee_camp_report.pdf

Selección de fotos de la iniciativa de la bandera (en árabe, pero basta con pulsar en los números situados en la parte inferior de la página): http://www.palestinianflag.org/photo/photoa71.php

Beatriz Martínez es traductora del Transnational Institute.

Fuente: http://www.tni.org/detail_page.phtml?act_id=18726