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Siria, S. Alba Rico, S. López Arnal y G. Atzmon

¿Solidaridad con qué Siria?

Fuentes: Rebelión

Como era de esperar, el cruce de la atroz situación siria y el pensamiento políticamente incorrecto de Gilad Atzmon han generado, una vez más, fricciones. El disparador ha sido una declaración de solidaridad de intelectuales de variado origen, en que menudean los apellidos árabes y los radicados en EE.UU., «con la dignidad y la libertad […]

Como era de esperar, el cruce de la atroz situación siria y el pensamiento políticamente incorrecto de Gilad Atzmon han generado, una vez más, fricciones. El disparador ha sido una declaración de solidaridad de intelectuales de variado origen, en que menudean los apellidos árabes y los radicados en EE.UU., «con la dignidad y la libertad siria», en el cual estos firmantes describen críticamente, con sobradas razones, el régimen sirio. *

Criticar a la autocracia que ha gobernado Siria, a través de dos generaciones Assad, es entendible y saludable; no creo que despierte el disgusto de quienes se ubican como Gilad Atzmon. En Siria se llevó adelante una peculiar experiencia de llamado socialismo, el BAAS, anticlerical y por lo tanto antiislámica, más cercana a un bonapartismo, verticalista, o si queremos, con ciertos contactos sociales e ideológicos con el peronismo. Estudiosos han insistido con que la segunda generación Assad ha incluso atenuado rasgos represivos que fueron muy marcados en tiempos de su padre, Hafez al Assad, aunque las protestas devenidas levantamiento, abierto desde 2011, han puesto otra vez al rojo vivo a los cuerpos represivos.

Ante lo acontecido en Siria desde principios de 2011, los intelectuales de marras, en abril de 2013, optan por señalar la crudeza represiva del gobierno (hasta con bombardeos aéreos, afirman, sobre zonas urbanas del país), pero dejan en nebulosa el papel de «los rebeldes» a lo largo de estos dos años.

Condenar, en abril de 2013, al gobierno sirio sin decir ni una palabra de los gobiernos de Turquía, el Reino Unido, Arabia Saudita, Qatar e Israel, empeñados en nutrir a la rebelión y «ayudar» a la caída del régimen sirio, es, a mi modo de ver, inaceptable, profundamente sesgado. Y entiendo que es esa bizquera la que ha soliviantado a Gilad Atzmon.

En Siria, las fuerzas que procuran dominar el mundo (y lo dominan, apreciablemente) a través de la OTAN, del eje Israel-EE.UU.-R. U. y la red de consorcios transnacionales más ligados a tales centros de poder a través de lo que se llama «globalización», están procurando repetir lo que les diera tan buenos rindes en Libia y más en general con los levantamientos y las resistencias árabes. Aunque se noten diferencias entre, por ejemplo, los poderes nacionales respectivos, y en la reticencia de EE.UU. para intervenir manu militari. Pero esas diferencias situacionales no disculpan la llamativa ausencia en esta declaración de una referencia a los verdaderos opresores y privilegiados planetarios, empeñados en la destrucción de Siria, que se les presenta como un obstáculo (como en la región pueden serlo en dimensiones diferentes, el Hamas, el Hezbollah, el estado persa…).

Cuando GA les enrostra en su réplica a la declaración de solidaridad a intelectuales probadamente críticos del Estado de Israel si ahora se acuestan con B. Netanyahu, entiendo que personaliza el tono para mejor clavar los dardos, pero no porque se desvalorice o se niegue todo lo que los firmantes han aportado en el esclarecimiento y la lucha contra el racismo entronizado en Israel.

Sin embargo, tanto Santiago Alba Rico como Salvador López Arnal hacen hincapié en la personalización emprendida por Atzmon, como si agraviar intelectuales críticos fuera el motivo principal del escrito, de la reacción de GA.

A mi modo de ver, la prueba de que la personalización de las críticas ha perdido el foco de la cosa está en la respuesta de GA a SAR y SLA (conjunta).

GA aclara que sus alusiones a camas y firmantes han sido hechas para provocar, precisamente. Pero que el nudo de la cosa está en qué posición tomar ante el arrasamiento, en este caso de un estado árabe, Siria, por parte de esta brigada geopolíticamente occidentalista (a su vez, más bien constituida, paradójicamente o no tanto, por fanáticos islámicos) que tan prestamente ha activado en varias «primaveras».

Mencionar, reconocer a los luchadores contra la dictadura de Assad en Siria y no mencionar el nefasto papel de los intervencionistas que cada vez más tienen el protagonismo del enfrentamiento, es penosamente parcial.

Queden para otra oportunidad la serie de cuestiones disparadas por el escrito de Atzmon, sobre izquierda, derecha, pueblo elegido…

Porque lo cierto es que el despedazamiento de Siria sigue, casi como en un libreto, las prescripciones que Oded Yinon, un sionista adscripto a la cancillería israelí de los ’80 había «diseñado», mediante el recurso del divide et impera:

«La disolución total del Líbano en cinco provincias sirve como precedente para todo el mundo árabe, incluidos Egipto, Siria, Iraq y la península árabe; en El Líbano ya es un hecho cumplido.

La disolución de Siria e Iraq en áreas étnicas o religiosamente homogéneas, como en El Líbano, es el principal objetivo de Israel en el frente oriental en el largo plazo, mientras que la disolución del poder militar de esos estados debe ser el principal objetivo en el corto plazo. Siria se dividirá de acuerdo con su estructura étnica y religiosa, en varios estados, tal como ocurre en el Líbano actual, de modo que habrá un estado chiita alawita a lo largo de su costa, un estado sunní en el área de Aleppo, otro estado sunní en Damasco, hostil a su vecino del norte [Aleppo] y los drusos que establecerán un estado, tal vez aun en nuestro Golan y sin duda en Hauran y en Jordania del norte.

Esta situación será la garantía de paz y seguridad en el área a largo plazo, y ese objetivo está ya a nuestro alcance hoy.» [1]

Vale recordar que esto fue escrito a principios de 1982, a menos de 15 años de adueñarse Israel de las colinas de Golan, del que Yinon habla como «nuestro», y a pocos meses de la invasión israelí a El Líbano, que el autor considera ya perfectamente descuartizado.

También vale la pena confrontar el estado que Yinon le destina a los alawitas sirios en la costa mediterránea con su propia observación de que en un mundo nuclear, es decir con potenciales usos militares nucleares, el Estado de Israel no puede permitirse estar asentado en la costa y por eso debe ampliar su superficie extendiéndose hacia regiones mediterráneas. [2]

Los firmantes de lo que declaran su solidaridad con la dignidad y la libertad sirias y defienden lo que con mucha elocuencia describe SAR: «en Siria, sobre el terreno, hay miles de hombres y mujeres (de las Coordinadoras Locales a los partidos de la izquierda revolucionaria, incluyendo a muchos palestinos) que se juegan el pellejo defendiendo los principios (democracia, laicismo, soberanía, socialismo)» pasan por alto de donde proviene, cada vez más, la «ayuda» contra la dictadura baasista. En el caso de SAR, su análisis procura ser más profundo porque habla de cómo los amigos de los árabes en el concierto internacional (Rusia, China, Irán) mantienen el apoyo a la dictadura y no a los árabes masacrados y en cambio, EE.UU. y su claque «han intervenido en apoyo de los revolucionarios [sic]». Estamos bordeando la campaña desplegada por la OTAN en Libia. Pero SAR nos advierte: «Lo han hecho con un claro y cínico interés propio [como por otra parte lo aclaró el mismo SAR en algún momento en Libia]. De hecho, su intervención ha tratado de aplastar y subvertir el levantamiento, mientras que venden ilusiones y mentiras engañosas.» Esta última frase escapa a mi entendimiento, puesto que no conozco qué acciones de EE.UU y los suyos habrían aplastado el levantamiento… Y escapa a mi comprensión asimismo la mera mención a «mentiras engañosas».

SAR remata estas consideraciones: «Teniendo en cuenta que las potencias regionales y mundiales han dejado el pueblo sirio solo [… ]». Esta afirmación me llevaría a reclamar el cese absoluto e inmediato de la violencia dentro del país, mediante la presencia lo más masiva posible de veedores… no es eso lo que veo reclamado en la declaración, sino únicamente un acusación, probablemente certera, de la represión oficial, pero sin mencionar el comportamiento tan atroz o peor de los «insurrectos», lo que los medios de incomunicación de masas, occidentales, llaman, los «revolucionarios» o los «rebeldes», lo cual significa brindar el apoyo y el aval a una serie de combatientes, yihadistas en buena medida, seleccionados de las peores escuelas de fanatismo.

Entiendo que no mencionar ese papel de Occidente en la peripecia siria actual es otra falencia básica en la proclama de solidaridad que cuestionara GA.

Porque GA es concreto: sostiene que hay complejidad en el caso sirio, donde una resistencia inicial no violenta se enfrentó al régimen brutal, como nos lo recuerdan los firmantes del llamado solidario. GA acota sobre el particular: «la situación sobre el terreno ha cambiado radicalmente y ya no es el pueblo sirio ni sus intereses los que dan forma a este conflicto. Creo que estamos siendo testigos de una extraña alianza entre Qatar, mercenarios extranjeros, EE.UU. e Israel».

De allí provienen, a mi modo de ver, las preguntas «insolentes».

Para mí, la discusión no pasa por defender o cuestionar a seres humanos por los que tengo mucho respeto como Ilan Pappe (y podría mencionar a algunos más que conozco, por lecturas, en la lista) ni por desconocer el esforzado papel de los refractarios a la pesadilla «proteccionista» del estado baasista, sino por saber a qué servimos, a qué ayudamos, qué cohonestamos con el derribo del BAAS y la ascensión al poder de… ¿salafistas, Karzais, Talabanis, de la OTAN ya totalmente librada a una labor extracontinental?

La sociedad siria, entre tanto, sus ciudades, calles, escuelas, mercados, cuerpos humanos con sus vínculos y ocupaciones, sigue siendo destruida, bien destruida. Tal vez eso permita a «Occidente» reconstruirla…

Notas:

*  11/4/2013 / «Solidaridad con la lucha por la dignidad y la libertad siria»

8 /5/ 2013 / Gilad Atzmon, «En la cama con Bibi»

9 / 5/2013 / Santiago Alba Rico, «Gilad Atzmon, Siria y el «pueblo elegido»

9 / 5 /2013/ Salvador López Arnal, «Falacias en una ‘crítica’ impropia de Gilad Atzmon»

13/5/2013 / Gilad Atzmon, «Mi respuesta a Salvador López Arnal y Santiago Alba Rico»

[1] «Una estrategia para Israel en la década del ’80». Traducido por Israel Shahak en El estado de Israel armó las dictaduras de América Latina, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2007.

[2] ibid., p. 137.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.