No es un secreto que el deterioro del entorno externo incidirá de forma inexorable y negativa en las perspectivas de la economía cubana a corto plazo. Sin embargo, hay varias alternativas que vale la pena explorar. Una buena premisa podría ser la adopción de medidas consistentes con la reforma planteada (aunque queda claro que esta […]
No es un secreto que el deterioro del entorno externo incidirá de forma inexorable y negativa en las perspectivas de la economía cubana a corto plazo. Sin embargo, hay varias alternativas que vale la pena explorar. Una buena premisa podría ser la adopción de medidas consistentes con la reforma planteada (aunque queda claro que esta puede interpretarse de diversas formas, habida cuenta de la ambigüedad y dispersión de las propuestas).
El obstáculo más importante para el gobierno, específicamente para aquellos que apuestan por un cambio profundo pero ordenado, es forjar el consenso mínimo y las alianzas para hacerlo posible. El país requiere apostar a sus recursos internos y hacer un esfuerzo consistente para buscar oportunidades en las relaciones internacionales. Un mundo multicéntrico ofrece nichos que se pueden aprovechar.
A corto plazo, el ajuste será inevitable. En los noventa se hablaba de repartir «equitativamente» los costos de la crisis. La contracción del salario real y la libreta de abastecimiento fueron dos herramientas clave. Ahora la situación es otra; los cubanos de la Isla no llegan en igualdad de condiciones a este período de austeridad, por lo que conviene repensar los enfoques para amortiguar el impacto sobre los grupos más vulnerables. Parece recomendable concebir mecanismos de redistribución que tengan en cuenta estas diferencias. Asimismo, dinamizar ciertos sectores requerirá la adopción de nuevos esquemas de incentivos, lo que puede provocar cierta diferenciación adicional, que en este caso sería recomendable.
Sin embargo, las transformaciones fundamentales están en el enfoque general, que sigue anclado en el pasado. Primeramente, aunque la inversión total ha venido aumentando sostenidamente desde 2010 a un ritmo de 8,3 por ciento anual, los montos totales están por debajo de lo requerido. Sin embargo, más preocupante resulta que no ha cambiado suficientemente el marco en el que esta tiene lugar, específicamente la información disponible para estas decisiones. En estas condiciones, es difícil asumir que la viabilidad de esos proyectos está asegurada. El sistema monetario y cambiario, pero también el mecanismo de planificación central en su conjunto necesitan una mudanza radical, de forma tal que la economía en su conjunto disponga de mejores señales. Resulta clave que el gobierno pueda comprometerse a adoptar reglas claras, que fomenten la inversión doméstica.
Tres áreas vienen ocupando la atención del discurso público en meses recientes: exportaciones, sustitución de importaciones y encadenamientos productivos. Desafortunadamente, las señales iniciales no son halagüeñas. Sigue primando una visión administrativa sobre estos temas. A corto plazo, las mayores oportunidades de exportación permanecen concentradas en servicios médicos, turismo, y productos farmacéuticos. Lo verdaderamente importante sería crecer con criterio estratégico, de forma tal que la conquista de nuevos mercados sea menos vulnerable a vaivenes políticos.
Exportar los «excedentes» denota un desconocimiento grave de los mercados internacionales. Es bien conocido que a la mayoría de las empresas extranjeras que se han instalado para atender el mercado doméstico no les resulta muy atractivo exportar desde Cuba. Ello tiene que ver con los costos laborales y la infraestructura física. Una buena idea sería otorgar un tratamiento preferente a los exportadores, tal y como se hizo en los noventa a través del CUC (mientras conservó su convertibilidad). Encima de todo, será poco probable que Cuba mejore su competitividad externa exportando un poco más de lo mismo. Es necesario incorporar nuevos productos, políticas específicas, y un ambiente propicio para la creación de nuevas empresas, pues la diversificación deseada no llegará de unidades ya establecidas.
Es la exportación, no la sustitución de importaciones, el núcleo de una estrategia exitosa. De hecho, el desarrollo del país requiere mayores niveles de importaciones, incluyendo bienes de consumo y productos intermedios. Pero hay áreas con un potencial enorme, como la agricultura. Lo que parecía un cambio prometedor en 2008 se diluyó en medio de una batalla ideológica sin sentido. La producción desde 2005 se comportó como sigue: viandas (+7,6 por ciento; 0,59 por ciento anual); hortalizas (-23,4 por ciento; -2,2 por ciento anual); frutas (+5,2 por ciento; 0.42 por ciento anual). Aumentos apreciables se produjeron solo en el frijol y el arroz. En la ganadería el aumento más notable ocurrió en la carne de cerdo, aunque con estimaciones negativas para 2019. No se puede seguir repitiendo que los problemas en el sector se deben esencialmente a la falta de recursos. Si no se transforma el marco en el que operan los agentes, no habrá resultados duraderos y los recursos invertidos se desperdiciarán. Aunque resulte doloroso para algunos, esto incluye una mejor definición de los derechos de propiedad y la creación de verdaderos mercados de insumos y bienes de capital, incluyendo la eliminación de intermediarios estatales ineficientes (en el sentido de que incrementan costos sin proveer un servicio necesario, casi siempre sin competencia).
Los encadenamientos productivos no se desarrollan por decreto. Existe un conjunto amplio de restricciones que limitan las relaciones horizontales entre empresas de diverso tipo. Además, sin un sistema de precios funcional y amplias prerrogativas para la gerencia, difícilmente estos avanzarán. Muchos ejemplos alentadores se observan en el sector no estatal, en medio de un marco regulatorio precario.
En el escenario internacional, Cuba debe abandonar definitivamente la premisa de que amortiguar el impacto de las sanciones de Estados Unidos a través de acuerdos «ventajosos» es la mejor forma de lidiar con su compleja geopolítica. Estos «buenos» acuerdos proveen un poderoso incentivo para posponer soluciones duraderas a los problemas en casa. También permiten rehuir estrategias para cambiar la tormentosa relación con el vecino del Norte. El gobierno cubano puede hacer mucho más respecto a los cubanos residentes en el exterior, si aspira a que estos participen positivamente en el desarrollo. Resistir y condenar las agresiones no es suficiente.
Cuba debe hacer más para acercarse a instituciones financieras multilaterales, particularmente aquellas que no están sujetas a la influencia de Estados Unidos. Aunque las Américas constituyen el espacio natural de inserción externa, el mundo se vuelve cada vez más pequeño. Luego de la lamentable decisión de activar el Título III de la Ley Helms-Burton, el gobierno cubano debe coordinar estrechamente la respuesta con la Unión Europea, Canadá y otros países.
Sin embargo, el trabajo más importante está en casa. Por más duras que sean las condiciones externas, el ambiente de negocios en Cuba está lejos de los mejores estándares internacionales. Su mejoría no tiene que ver con entregar el país a las empresas extranjeras. Las negociaciones y el tratamiento a los inversionistas debe ser profesionalizado. Lamentablemente, ahora afloran las carencias de las propias empresas cubanas y de los reguladores. Casi treinta años de «apertura» a la inversión extranjera se aprovecharon muy poco para crear capacidades internas.
Todo lo anterior, ya de por sí complejo, se tiene que enfrentar con un sector público hipertrofiado que resulta poco atractivo para las nuevas generaciones. Si se logra dinamizar la empresa estatal, la privada y las cooperativas, y se limita la acción administrativa, se podría continuar racionalizando el empleo en ese sector. Con recursos escasos es necesario ofrecer nuevas oportunidades a empleados talentosos.
Todo es posible, pero hay que actuar consecuentemente. Las reuniones diarias y los chequeos de objetivos no sustituyen a las buenas políticas. Más control y disciplina no harán crecer a la economía cubana. Cuba no necesita más sino mejores normas.
Fuente: http://progresosemanal.us/20190509/cuba-soluciones-economicas-en-casa/