Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Tras una semana de combates entre Hamas y Fatah, que han arrojado un saldo de una docena de muertos, el espectro de guerra civil no ha sido nunca tan real como ahora para los cuatro millones de palestinos que viven en los territorios ocupados de Cisjordania y la Franja de Gaza.
En la Franja de Gaza, la envenenada atmósfera existente entre Hamas y Fatah alcanzó cotas imprevistas la semana pasada tras el asesinato, por la «fuerza ejecutiva» del gobierno palestino, de un oficial de alto rango de la seguridad de Fatah. Fatah acusó a Hamas de ejecutar a su oficial en su propia casa y en presencia de su familia. Hamas acusó al oficial y a sus hombres de matar a varios miembros de su personal.
El enfrentamiento entre las dos partes alcanzó nuevos niveles el domingo 7 de enero, cuando decenas de miles de seguidores de Fatah, entre los que había policías y personal de seguridad, celebraron un mitin en el Estadio Al-Yamuk en el centro de Gaza. El orador principal era Muhamad Dahlan, el controvertido dirigente de Fatah y miembro del Parlamento acusado por Hamas de intentar expulsarles del gobierno por la fuerza.
En el mitin, Dahlan lanzó un mordaz ataque contra Hamas, denominando al movimiento como una «panda de agentes homicidas de Irán». Juró «dar una lección a Hamas» y hacer que el movimiento «pagara dos veces por todas y cada una de las provocaciones que perpetrara».
La réplica de Hamas llegó con rapidez. «Dahlan y sus cohortes», dijo un portavoz del grupo, «son agentes de la CIA, al servicio de EEUU y de Israel, que tratan de hundir al pueblo palestino en el caos y la guerra civil». Y añadió: «Hasta la gasolina de sus coches es pagada por la CIA».
La última confrontación entre Fatah y Hamas empezó el 6 de enero, cuando el Presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas tildó de ilegal a la «Fuerza Ejecutiva», responsable ante el Ministro del Interior Said Siyam, «a menos que se incorporara» a las fuerzas de seguridad palestinas dominadas por Fatah. Abbas amenazó con disolver la fuerza de 6.000 integrantes de la que dijo estaba jugando un «papel destructivo».
Hamas rechazó los comentarios de Fatah, defendiendo que esas fuerzas eran legales y que el mismo Abbas había emitido un decreto a tal efecto.
Los dirigentes de Hamas, incluido el Primer Ministro Ismail Haniyeh, defendieron de nuevo que la fuerza fue creada por un gobierno legítimo, democráticamente elegido, al ver que las fuerzas de seguridad controladas por Fatah demostraban que no querían, o no podían, mantener la seguridad y contener el creciente desorden.
La mayor parte de los órganos de seguridad dominados por Fatah en la Franja de Gaza y en Cisjordania rechazaron cumplir las órdenes emanadas del gobierno de Hamas. Además, el Presidente Abbas le retiró al gobierno con total efectividad la mayoría de los poderes sobre la seguridad, forzándole a crear su propia fuerza policial para, sobre todo, mantener la ley y el orden pero también para proporcionar seguridad a los dirigentes y funcionarios del gobierno de Hamas. Mientras tanto, continuaron las acusaciones y recriminaciones mutuas, con cada una de las partes culpando a la otra de contravenir la ley y poner en peligro la paz pública, así como de estar comprometiendo los intereses nacionales palestinos.
El explosivo ambiente pronto empezó a extenderse por la Cisjordania ocupada por Israel donde las fuerzas de Fatah tienen permitido operar, especialmente en las ciudades, mientras no interfieran con las operaciones del ejército israelí. (El ejército israelí llevó a cabo la semana pasada un asalto al corazón de Ramala, matando a cinco civiles, hiriendo a muchos más y arrasando las propiedades palestinas sin tener que enfrentar ninguna resistencia por parte de la cada vez mejor armada, por EEUU, guardia presidencial de Abbas.
Los pasados domingo y lunes de la actual semana, supuestos milicianos de Fatah comenzaron una dinámica desenfrenada de incendios criminales, tiroteos y secuestros, eligiendo como objetivos a personajes públicos e individuos que creían estaban afiliados a Hamas. En la misma Ramala, hombres enmascarados armados con Ak-47 incendiaron varios centros comerciales, almacenes y oficinas de cambio de moneda, supuestamente ante los mismos ojos de la policía y fuerzas de seguridad de la AP. Uno de los objetivos fue el almacén Daraghmeh, donde ardieron ropas por valor de un millón de shekels israelíes.
Se quemaron varios coches y se disparó contra uno de ellos, perteneciente al anterior Ministro de Hacienda Salam Fayad. El alcalde adjunto de Ramala, un afiliado a Hamas, fue objeto de un intento fracasado de secuestro que se cree fue llevado a cabo por milicianos de Fatah.
En Nablus, hombres armados de Fatah secuestraron al alcalde adjunto, Mahdi Al-Hanbali, junto con otros seis seguidores más de Hamas. Los secuestradores amenazaron con matar a los miembros de Hamas en Cisjordania si en algún momento los miembros de Fatah en Gaza eran asesinados o atacados por Hamas.
Al-Hanbali y otros secuestrados fueron posteriormente liberados, una acción que sugiere que todavía existe alguna posibilidad de arreglar las cosas entre Fatah y Hamas.
El Presidente Abbas ha condenado el tiroteo y los incendios provocados en Ramala y Cisjordania y ha ordenado a sus fuerzas de seguridad que detengan a los autores. También prometió compensar a las víctimas de las pérdidas que ascienden a varios millones de dólares.
Se duda que Abbas controle las fuerzas de Fatah en Cisjordania, especialmente las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, a las que Hamas acusa tácitamente de causar vandalismo e incendios. Esto, junto con la afirmación de Hamas de que el anterior hombre fuerte en Gaza Mohamad Dahlan ha logrado hacerse con Fatah, es un síntoma de mal agüero para cualquier posibilidad de reconciliación entre los dos grupos.
La semana pasada, la administración Bush anunció que EEUU proporcionaría a los dirigentes de la AP más de 80 millones de dólares para reforzar las fuerzas de seguridad dominadas por Fatah tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza. EEUU espera, al parecer, que la ayuda militar y financiera que está siendo canalizada con consentimiento de Israel, capacitará a Fatah para derrotar a Hamas. Pero muchos palestinos, incluidos algunos dirigentes de Fatah, como el veterano Faruk Kadumi, que tiene su sede en Damasco, consideran la «ayuda» estadounidense como una injerencia en los asuntos internos palestinos, dirigida fundamentalmente a echar más leña al fuego de la guerra civil al servicio de Israel y de sus designios de liquidar la causa palestina.
Esta semana, un grupo de intelectuales palestinos ha hecho un llamamiento a Egipto y a otros países árabes para que intensifiquen sus esfuerzos de mediación entre Hamas y Fatah, ante la perspectiva de que la guerra civil entre palestinos pueda ser pronto una realidad.
Texto original en inglés:
http://weekly.ahram.org.eg/2007/827/fr2.htm
Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión.