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Siria

Son los Estados Unidos, estúpido

Fuentes: Rebelión

Cuándo la victoria siria, sobre la «entente cordiale» encabezada por los Estados Unidos y un sin número de países occidentales y árabes, parecía estar al alcance de la mano, tras más de siete años de una de las guerras más siniestras que se recuerden. Cuándo ya habían sido derrotadas las tropas de mercenarios autodenominados Ejecito […]

Cuándo la victoria siria, sobre la «entente cordiale» encabezada por los Estados Unidos y un sin número de países occidentales y árabes, parecía estar al alcance de la mano, tras más de siete años de una de las guerras más siniestras que se recuerden. Cuándo ya habían sido derrotadas las tropas de mercenarios autodenominados Ejecito Libre Sirio (ELS), ahora reconvertido en las Fuerzas Democráticas Sirias (FSD), una banda de criminales pagos por Arabia Saudita y Qatar, que según las circunstancias también podría llamarse Daesh o al-Qaeda, todos entrenados por la CIA, el Mossad y los servicios secretos franceses, gracias a la intervención de Rusia, Irán y el Hezbollah, que fueron en ayuda del Ejercito Árabe Sirio (EAS).

Los Estados Unidos, el verdadero gestor de la matanza, que ha destruido un país con estándares de vida europeos, generado más de 500 mil muertos, siete millones de desplazados internos y unos cuatro millones de refugiados fundamentalmente en Turquía, y el resto disgregados en varios países tanto de Europa, como de Medio Oriente, (Líbano y Jordania), se niega a reconocer la derrota.

Admitir que la nación siria, junto al presidente Bashar al-Assad, no solo no ha podido ser vencida, sino que la imagen de su presidente y los lineamientos de su proyecto político consigue cada vez más importantes índices de popularidad en su pueblo, a pesar de que esta guerra ha demolido el sistema productivo y la economía siria, junto a decenas de ciudades, cientos de pueblos y miles de aldeas, el gobierno ha podido mantener al país con vida y evitar el ansiado desguace en varios países, como está sucediendo en Libia, y lo que era el plan original del Departamento de Estado para este país.

No poder derrotar a al-Assad significaría un durísimo golpe a los planes de Estados Unidos en la región, ya que la subsistencia siria, como lo fue hasta ahora, podría concretar los planes de Teherán de llegar a los puertos del Mediterráneo sirio, con su petróleo rumbo a los mercados europeos, en detrimento de los sauditas, cada vez más desestabilizados por lo insostenible de su sistema «feudal» jaqueado por rencillas palaciegas y la guerra en Yemen, que no ha podido resolver en casi tres años, a pesar de la ayuda de Washington y Tel-Aviv.

Siria era una pieza fundamental para los Estados Unidos en la guerra tantas veces postergada contra Irán, que quizás sea «el peor ejemplo» para la región, un país que está cumpliendo 39 años de una revolución que se ha impuesto a todos los impedimentos articulados desde Washington, desde la prolongada guerra con Irak, a los innumerables sabotajes y boicots económicos, y la guerra solapada que Israel libra frente al único y determinante enemigo en la región. Por estas cuestiones es fundamental para los Estados Unidos vencer en Siria, que significa dar un golpe demoledor a Irán.

Las torpezas tanto de la presidencia de Barack Obama, y su continuador Donald Trump, han consolidado la alianza entre Moscú, Damasco y Teherán, a la que por momentos habría que agregar a Turquía y Pakistán, la única nación musulmana con poder nuclear.

La reciente y desesperada decisión de la Casa Blanca, de blanquear su presencia en territorio sirio con la excusa de colaborar con el Ejercito Libre Sirio, estira la cuerda a punto de que obligaría al presidente Vladimir Putin, en el foco de la atención mundial ya que el próximo 18 de marzo se realizarán las elecciones presidencial, que aunque todas las encuestan lo marca como un claro vencedor, ese «tramite» como todos, puede fallar. Más, si se viera obligado a profundizar su intervención en Siria, arriesgando más hombres. Sin olvidar también, que Rusia será la sede del próximo mundial de fútbol entre los meses de junio y julio, evento que pondrá al país en la mirada del mundo, por lo que cualquier falla será amplificada de inmediato a miles de millones de personas.

Juego de chacales

Como animales de carroña, tanto los Estados Unidos, como el enclave sionista en Palestina y Turquía giran en torno al cuerpo exhausto de Siria.

El presidente Trump insiste en mantener su apoyo al ELS, mientras Tel-Aviv ataca con su aviación «objetivos iraníes» en territorio sirio, tensando la cuerda al punto de una confrontación abierta con Teherán, mientras Ankara con la excusa de combatir la resistencia kurda ataca abiertamente el distrito de Afrin, al norte de Alepo.

El Secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, ha explicitado los cinco puntos del por que de la intervención del ejército, que abarcan desde la «expulsión» de Daesh, cuestión prácticamente resuelta, las fuerzas sirias están barriendo las últimas posiciones del Daesh en el barrio de al-Ghutta oriental, a un importante costo de víctimas civiles, pero estas fuerzas terroristas son las mismas que asisten los Estados Unidos. Tillerson también manifestó que se intenta frenar la presencia de Irán, cortando así lo que se conoce como la «Media Luna Chiita», que incluye además de Siria e Irán a Líbano y a Yemen, al sur de la Península Arábiga. Además Tillerson ha propuesto acelerar el retorno de los refugiados sirios y la reconstrucción del país, un monumental negocio del que sin duda los buitres de Wall Street no querrán mantenerse aparte.

Aunque como es claro, los objetivos fundamentales son netamente militares, que pasan por sustituir de cualquier modo a al-Assad, quien de mantenerse será una influencia demasiado importante para la región. Para ello está utilizando a los kurdos sirios, que hasta hace poco tiempo considerada como una organización terrorista.

En la noche de entre el último día 7 y 8 de enero más de un centenar de combatientes sirios sunnitas leales al gobierno sirio fueron atacados por la aviación norteamericana en Deir es-Zor, donde pugnaban por conquistar una planta productora de armas tóxicas controlada por miembros del Daesh y milicianos kurdos.

Por su parte, la presencia sionista en Siria se ha intensificado tras ser abatido un avión de combate este último sábado 10 por las baterías antiaéreas del EAS. El F-16 judío es el primero en ser derribado desde 2006. Usando la caída del caza, el ejercito sionista ha desplegado una serie de ataques con artillería contra los puntos que se estiman partieron los misiles que destruyeron el avión, intensificando la escalada de violencia en la región, que aparentemente la está poniendo al borde de una nueva guerra. Solo en una semana además del F-16 sionista, fueron derribados un caza Sukhoi 25 ruso y un helicóptero de combate turco. Aunque hay versiones que hablan de un segundo caza y un helicóptero apache judíos destruidos, mientras operaban en cielo sirio.

En el promocionado y nada efectivo Congreso del Diálogo Nacional Sirio, que a instancias del presidente Putin y patrocinado por Irán, Rusia y Turquía y boicoteado por las potencias occidentales y grupos políticos y paramilitares vinculados a Arabia Saudita y la nación kurda, se desarrolló en la ciudad rusa de Sochi entre el 29 y 30 de enero pasado, donde unos 1500 delegados de las múltiples minorías tanto étnicas como religiosas del país como kurdos, drusos, turcomanos, chechenos, georgianos, beduinos, armenios y alauitas, cristianos de todas las iglesias y obviamente musulmanes, tanto sunnitas, como chiitas. El fracaso de Sochi dejó en evidencia quienes quieren encontrar una salida a esta guerra y quienes intentan profundizarla.

Probados todos los caminos, día a día la situación en Siria amenaza con derivar a un conflicto de proporciones mucho más importantes de la que soporta el país desde principios de 2011.

Las políticas de Estados Unidos y sus socios regionales, sumadas las acciones terroristas de Israel, que parecen ya operar sin el control de Washington, están aproximando a que la hoguera de Medio Oriente pueda extenderse más allá de las fronteras sirias, por lo que queda claro que cuando se hable del por qué de la guerra en Siria, se deberá parafrasear la frase que hizo famoso a James Carville, el jefe de la campaña electoral de Bill Clinton de 1992: son los Estados Unidos, estúpido.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.