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Réplica a Uri Avnery:

Su milagro de la paz, no será posible con la ocupación

Fuentes: Rebelión

«La ocupación legitima la resistencia y, con la doble moral, el doble rasero y la justicia a la carta, no puede haber paz  en Israel, ni en ninguna otra parte.» Los ocupantes de Palestina -como los de cualquier otro país- siempre dicen estar muy preocupados por la paz y la democracia, pero solo de la […]

«La ocupación legitima la resistencia y, con la doble moral, el doble rasero y la justicia a la carta, no puede haber paz  en Israel, ni en ninguna otra parte.»

Los ocupantes de Palestina -como los de cualquier otro país- siempre dicen estar muy preocupados por la paz y la democracia, pero solo de la propia e intransferible, y esto es el resumen del artículo «Un gran milagro»(1), de Uri Avnery, quién reitera una y otra vez su apuesta democrática; de demócrata ocupante -sionista en este caso- y que leído deprisa cuela como caramelo envenenado.

Dice Avnery en su artículo que el gran problema de la paz en Israel, es que el inmigrante judío procedente de Europa, denominado «Ashkenazi», ha despreciado y relegado al judío procedente de los países árabes y de otros países musulmanes, designándolo como «Oriental» y haciéndole sufrir una gran diferenciación social dentro de la propia comunidad judía israelí y que ello es la causa que imposibilita la paz en Israel.

Rememora Avnery, que desde 1982, él ya defendía la necesidad de incorporar a estos judíos norteafricanos y, que mientras no se les integre socialmente en la sociedad israelí, no habrá paz, y ahora que Amir Peretz, judío Oriental, ha derrotado al Shimon Peres, judío Ashkenazi, considera Avnery que este nuevo líder, que controla el partido Laborista, puede servir de puente entre los dos pueblos, mejorando la situación económica, reduciendo la pobreza entre ricos y pobres, eliminando el racismo y haciendo una política de izquierdas, necesaria para alcanzar la paz. Pero cuidado, está hablando y se refiere sólo a las diferencias y enfrentamientos entre judíos, ni siquiera menciona a los árabes israelíes, en régimen de apartheid y, menos aún, al resto de los palestinos, para los que la paz es sólo un concepto.

Seguramente con la idea de internacionalizar el propio caos ético, moral y de identidad israelí, que vive y sufre -sin duda- el síndrome de los excombatientes (como los marines de EE.UU.) derivado de la participación en las atroces guerras de rapiña, Avnery, termina comparando los incendios de los suburbios de Francia con los conflictos internos israelíes, que han sido originados, precisamente, por una forzada inmigración de judíos, concebida para crear artificialmente un País, justamente en mitad de Oriente Medio -a costa y encima de los palestinos- pero como elemento desestabilizador de toda la zona y, que le cuesta al imperio (EE.UU.), mil millones de dólares al mes, sólo y exclusivamente por razones geoestratégicas, que cuando caduquen, habrá caducado también Israel y su actual empleo geoestratégico en Oriente Medio.     

Recuerda Avnery, y se lamenta, cómo la población de Ramleh, entre Jerusalem y Tel Aviv, con mayoría de judíos norteafricanos, han estado discriminados y desatendidos por los sucesivos gobiernos israelíes. Pero, conviene refrescarle la memoria a Avnery, pues este pueblo, conocido también como Al-Ramla o Ramle y que se refiere tanto a una provincia palestina como a su capital, en 1948 sus habitantes árabes palestinos fueron salvajemente desalojados por la invasión sionista. En 1922 la capital de la provincia (2), contaba con 7.312 habitantes de los que 5.837 (80%) eran árabes musulmanes; 1.440 (19,7%) árabes cristianos; y 35 (0,5%) judíos. En 1.945 la población se duplica llegando a 15.160 y manteniendo los porcentajes. En julio de 1948 se produce el gran desastre y son expulsados 17.586 palestinos, de los que algunos cientos son asesinados o mueren en la persecución, y además, abandonan las 2.339 casas existentes, según el censo de 1.931 y, cuya propiedad, obviamente pasa graciosamente a manos de los ocupantes israelíes. Así, en 1.950 la población era ya de 9.224 judíos ocupantes y, sólo 1.368 (13%) supervivientes árabes cristianos o musulmanes. Los refugiados palestinos, y sus descendientes, de la capital Al-Ramle, suman ahora 107.994 y los refugiados de la provincia 609.046 (3)

¿Cómo puede hablar, Avnery, de la discriminación y racismo entre los judíos Ashkenazi hacia los judíos de origen Oriental, olvidando que tanto unos como otros están viviendo literalmente en las casas de las que ellos han expulsado sangrientamente a sus propietarios palestinos y que mantienen aún en campos de refugiados, o en Gaza y Cisjordania y sin ninguna posibilidad de supervivencia razonable? ¿Qué es para este señor, la democracia de la que tanto habla, la paz y la política social? ¿Cómo puede mencionar la guerra de Líbano de 1982, como algo ajeno, cuando el ejército israelí -su ejército- ocupó todo el Sur libanés y hasta el propio Beirut, participando en la masacre de Sabra y Chatila, y hablar de sus aventuras políticas en su partido Sheli, al que él representó en la Knesset, citando sus afirmaciones de hace 23 años, en plena invasión del Líbano, para decir que no habría paz a causa del enfrentamiento interno entre judíos?

Menciona de pasada la paz con Palestina, pero refiriéndose a lo costoso que les resulta la militarización y construcción de El Muro, como problema que resta medios económicos para el mejor nivel de vida para todos los israelíes y causa de las diferencias entre ellos. La marginación -apartheid- de los palestinos que viven en Israel y, el absoluto olvido de los 4,5 millones de refugiados, del robo diario de tierras con la construcción de El Muro, el derribo de casas, los continuos toques de queda, los puestos de control, los asesinatos selectivos, el cerco sobre Gaza, Cisjordania y la apropiación de Jerusalem Este, sitúan a los partidos y a sus políticos -sobre los que Avnery hace tantas consideraciones- como verdaderos halcones demócratas, pero halcones.

Israel tiene un grave problema, pero no interno, sino con su política de ocupación militarizada sobre ocho millones de rehenes palestinos a los que, además, exige que acepten cada vez más ocupación, a cambio de cada vez más miseria, menos tierra y menos futuro ¿No es ésta la evolución exacta de los hechos desde 1948? ¿No han participado, y siguen participando en ello, todos y cada uno de los partidos existentes? ¿A quién le importa quién gobierne en Israel, si estamos hablando de Gobiernos que nunca han cumplido ni una sola de las más de cien disposiciones de Naciones Unidas?

La diferencia entre Laboristas liderados por Peres o por el Peretz, el Likud o cualquier otro partido, es sólo pura apariencia, todos están siendo responsables directos y cómplices activos de la misma ocupación militar y de todo lo dicho y es que apenas si se diferencian en los modales.

Notas

(1) www.rebelion.org/noticia.php?id=22886
(2) www.palestineremembered.com
(3) Al Nakba (El desastre) El desalojo sionista de Palestina en 1948. Prólogo de Pedro Martínez Montávez