El término «Corde», en latín, quiere decir «corazón», y «recordar» se traduce como «volver a pasar por el corazón». No vengo a traer aquí un discurso estrambótico ni vacío de contenido, quiero celebrar junto con la reivindicación de los derechos de la mujer trabajadora la lucha por la sociedad que merecemos con ella, lucha contra […]
El término «Corde», en latín, quiere decir «corazón», y «recordar» se traduce como «volver a pasar por el corazón». No vengo a traer aquí un discurso estrambótico ni vacío de contenido, quiero celebrar junto con la reivindicación de los derechos de la mujer trabajadora la lucha por la sociedad que merecemos con ella, lucha contra las desigualdades que son las injusticias, lucha por una sociedad equilibrada y, por tanto, superadora del sistema que nos divide.
Mis palabras transcurren por el terreno de lo escrito, textos literarios y no literarios, y nos remiten a la realidad o parten de ella, y procuro hacer que tengan sentido crítico, porque tan solo la aportación, la no repetición, permite el avance. Para los intelectuales el compromiso principal reside en el campo de las ideas, y las que expongo aquí en torno a la mujer trabajadora sobre todo, son ideas que parten de diferentes fuentes de conocimiento social. Quiero recordar, que «re-cordemos», que nos enfrentemos a la repetición.
Destaco para ello, en primer lugar, aquellos conceptos que Cervantes, en su Prólogo a Don Quijote señala como propios del ser humano, e indica la necesidad de su exposición: la Libertad, la Igualdad, el Amor a los iguales, de las Ideas que impiden el avance, de la Amistad y de los que nos engañan.
¿Qué tienen que ver estos asuntos con su tiempo?: En su tiempo los gobernantes perseguían a los diferentes, la desigualdad la declaraban de origen divino, el odio a los extraños se consideraba un valor, citaban a la Biblia para sentenciar los abusos del poder, que se engalanaba con la hipocresía, y sojuzgaban a la mujer. Cervantes escribía en contra de todo eso. Y si su obra ha sido mal leída, mal entendida, si no se entiende que la literatura es la lectura del corazón y la reflexión sobre la mente de quienes vivimos en cada clase social, ¿nos situaremos en su propuesta, que además es una incitación a percibir el futuro? Los libros pueden ser fuente de pérdida de realidad, de facilidad para el engaño, pero también de ganancia de ética, de conciencia, de aspiración a metas superadoras. Fijaos ahora en un solo hecho, la mayoría de las lecturas sobre el Quijote ignoran el papel protagonista de la mujer, y eso es mucho peor para nosotrxs, ignoran su propuesta y no quieren que percibamos el futuro de igualdad que nos corresponde. Ignoran la reflexión de Cervantes sobre la mujer, aunque su discurso transcurra en contra de la violencia machista y la violación en concreto con párrafos como el que sigue, en el que Don Quijote dice se dedica a «amparar doncellas de aquellas que andaban con sus azotes y palafrenes, y con toda su virginidad a cuestas de monte en monte y de valle en valle; que si no era que algún follón o algún villano de hacha y capellina o algún descomunal gigante las forzaba, doncella hubo en los pasados tiempos que al cabo de ochenta años, que en todos ellos no durmió un día debajo de tejado, se fue tan entera a la sepultura como la madre que la había parido», (Capítulo XI, primera parte). Leerlo con el tono de humor que le pone no quita para entender ni para entrar en lo más profundo y central de la condición de la mujer; estamos en el capítulo XIII de la primera parte, los pastores hablando con Don Quijote titulan a la pastora Marcela de «homicida», porque no ha consentido ni consiente que ninguno se haga dueño de ella, lo que ha sucedido, de donde sacan tal acusación, es que Grisóstomo , uno de los pastores, ha respondido con su suicidio a la negación de Marcela, es entonces, en el entierro de éste, cuando Vivaldo, otro de ellos, propone que lo que ha dejado escrito Grisóstomo sirva como señalamiento público de Marcela: Grisóstomo ha dejado escrita la acusación contra Marcela de haberle tratado con «crueldad… (y lo dice) para que sirva de ejemplo en los tiempos que están por venir a los vivientes»; Grisóstomo se queja «de celos, sospechas y de ausencias, todo en perjuicio del buen crédito y buena fama de Marcela». Y allí, donde cavaban la tumba de Grisóstomo, apareció la pastora Marcela, adviértase que era una mujer trabajadora, cuando los hombres, pastores como ella, le dirigieron toda clase de insultos, y ella responde a los que la acosan, a los que la presiona, a los que condenan a la mujer por no dejarse dominar, por no disponerse a servir al hombre: «no me llame cruel ni homicida aquel a quien yo no prometo, engaño, llamo ni admito. … El que me llama fiera y basilisco déjeme como cosa perjudicial y mala; el que me llama ingrata no me sirva; el que desconocida, no me con0ozca; quien cruel, no me siga; que ésta fiera, éste basilisco, ésta ingrata, ésta cruel y desconocida, ni los buscará, servirá, conocerá ni seguirá en ninguna manera. … Yo, como sabéis, tengo riquezas propias y no codicio las ajenas. Tengo libre condición y no gusto de sujetarme.» Y, cuando Marcela decide marcharse, «…algunos dieron muestras (escribe Cervantes) de quererla seguir, … visto por Don Quijote … puesta la mano en el puño de su espada, en altas e inteligibles voces dijo: Ninguna persona, de cualquier estado y condición que sea, se atreva a seguir a la hermosa Marcela, so pena de caer en la furiosa indignación mía. … es justo que en lugar de ser seguida y perseguida, sea honrada y estimada de todos los buenos del mundo, pues muestra que en él ella es sola la que con tan honesta intención vive.»
La lucha de Don Quijote-Cervantes por los derechos de la mujer trabajadora, se pueden seguir a través de su novela emblemática y del conjunto de su obra.
Y hablando del trabajo, terreno donde también los propietarios de los medios de producción hacen distinciones entre el hombre y la mujer, Paul Lafargue en su libro «El derecho a la pereza», denuncia las «espantosas consecuencias» del trabajo asalariado y del trabajo en general, pero sobre todo del «amor» al trabajo que se ha apoderado de la mente de lxs propixs trabajadorxs, porque condena a unas y otros a una situación irreparable: dependencia, anulación, fortalecimiento de las divisiones entre mujer y hombre, y responde a la división social.
Si en «El Príncipe» el centro de la lección al mandatario, para que sostenga su reino, Maquiavelo lo sitúa en obligar al pueblo a trabajar el mayor tiempo posible, con el fin de que acabe el día agotado y no pueda pensar, comunicarse, articular alguna resistencia, en las obras de los grandes revolucionarios comunistas, sus palabras y su experiencia nos hacen saber que la superación del modelo de producción social que sufrimos, el capitalismo, la tendremos cuando podamos llevar a cabo una reducción drástica del tiempo de trabajo, lo que conlleva más tiempo libre; pero además se puntualiza cómo ese reparto sería la manifestación fehaciente de la superación del sistema basado en la injusticia, y sería también la manifestación del momento histórico en el que la riqueza se proyecta a la igualdad social. Ese tiempo libre repartido es el que se dispone para el desarrollo de las personas, para ayudar a su salud y proporcionar el descanso debido, y hacer factible, favorecer, planificar su crecimiento intelectual, su capacidad de empatía con quienes reclaman, urgen, proponen mejoras, cambios que equilibren, busquen igualdad y justicia, porque las reivindicaciones por un mundo mejor, sin capitalismo, todas, buscan eso. La otra concepción de la vida, esa en la que Maquiavelo hace su discurso, se basa en el dominio de los ladrones sociales, en la extensión del sufrimiento desde dentro o desde fuera, porque el imperialismo, el neocolonialismo, el bloqueo a la nación que se le resiste, es otra forma de dictadura, produce sufrimiento y procura la imposición de la dependencia.
El sistema capitalista con lo que propone y sus valores, educa, pero educa en las últimas premisas mencionadas para que nosotrxs las reproduzcamos, y si lo hacemos sin más resistencia estamos echándole raíces, estamos haciendo que pase por normal la barbarie contra quienes crean todo, producen, les damos categoría de costumbre, por ser lo más aceptado, que se basa en la desigualdad. Y para adentrarnos en el territorio del mundo de la mujer trabajadora en el momento actual, recuérdese que venimos de Cervantes, me voy a referir a la novela última de Isaac Rosa «La mano invisible», cuya aportación a quien la lee va a romperle todos los esquemas literarios y sociales, aquí hablo sobre todo en lo que se refiere al conocimiento del trabajo manual, el trabajo de lxs trabajadorxs manuales, y lo consigue porque funde de manera inseparable el exterior y el interior de los personajes. Vemos la condición laboral de la mujer trabajadora, metida a la fuerza, como los demás, en un trabajo asocial, que sobrevive en condiciones donde el miedo es el factor principal, en cadenas de producción, tele operadoras, vendedoras, limpiadoras, y vemos, separadas de ese mundo, vemos, decía, a la mujer prostituta. Las primeras para no caer en el vacío mental debido al trabajo repetitivo, se obligan en medio de su tarea a pensar en cualquier cosa porque les asusta llegar a tener vacía la mente mientras lo realizan, son horas y horas y horas. Está todo dispuesto para que ni siquiera puedan hablar. La segunda, se obliga a mostrarse como el límite con lo humano, que aplasta la conciencia de quien lee. Pero ¿y ella?: ella vive en el terror, y no se acostumbra, está despierta al punto de que cuando la mujer de la limpieza no aparece un día (las condiciones de trabajo de las mujeres que se dedican a limpiar son vejatorias), cuando ésta mujer se agarra a un hilo de dignidad y se marcha, la prostituta asciende socialmente, así lo siente al disponerse a quitar los desechos de quienes van a los váteres del centro de trabajo, de la casa particular, de cualquier sitio.
Isaac Rosa nos llama a ver nuestros actos cotidianos, inmediatos, y nos llama a comprobar el efecto que producen, las sensaciones que generan, el estado anímico y mental que provocan, y nos llama a comprobar cuáles son las causas. Preguntamos a la novela de Isaac Rosa, y nosotrxs tenemos las respuestas: ¿dónde queda la realización por medio del trabajo?, ¿dónde queda la autoestima?, ¿a qué llamamos humanización, socialización, reconocimiento de las trabajadoras?.
Lean, escuche, repitan conmigo lo que escribió Simone Weil, filósofa y ensayista que quiso trabajar en fábricas para conocer el mundo en el que se envuelve la vida de las y los trabajadores, lo escribió a Albertine Thévenon dejando clara su experiencia: «Y no creas que esto me ha suscitado impulsos de rebelión. No, sino todo lo contrario, la cosa que más lejos estaba de imaginar: la docilidad. Una docilidad de bestia de tiro resignada. Me parecía que había nacido para esperar, para recibir y ejecutar órdenes; que toda la vida no había hecho más que esto, que nunca haría nada más.» Así da paso a su novela Isaac Rosa.
La degradación no ofrece más margen que el deseo, generalmente frustrado, de salvación extrema, y en la novela sueña alguna trabajadora y algún hombre con la obtención de dinero suficiente como para escapar de esa vida de sometimiento. ¿Recuerda usted que Cervantes fue liberado de su prisión en Argel tras pagar un rescate? Pero la novela también ofrece a nuestra vista la perspectiva de que la mujer trabajadora se comporte como un hombre en puestos de alguna responsabilidad, junto a la dirección, y la mujer lo rechaza porque su único objeto, el de ese trabajo, es añadir sometimiento, admitir horarios de hombres que no tienen vida familiar porque huyen de su responsabilidad con la invención de atender a lo laboral. Al borde de ese espacio laboral, leemos con todo detalle el mapa físico y moral de la prostituta, y la consideración de los hombres machistas hacia la mujer y hacia esa mujer, Isaac Rosa ha dispuesto páginas en ese sentido que, como otras sobre otros asuntos en la novela, a quien lee se le pegan a los ojos y a la mente; lean conmigo algunos renglones: «… la mira y la encuentra ahora más humana, una de ellos, podría estar incluso aquí, en la nave, formar parte de esto, tener un espacio entre el albañil, el carnicero y la administrativa, total, todos son aquí un poco putas,… qué diferencia hay entre obedecer a un tipo que te manda barrer o levantar una pared o servirle un café, y obedecer a un tipo que te manda que se la chupes, los dos pagan,… La chica muerde el bocadillo,… y después mira hacia los trabajadores, que mantienen el ritmo acelerado de los últimos días, y comenta mientras mastica: qué bien os lo pasáis aquí, eh, todo el día jugando a los oficios; y basta ese comentario para desnudar su razonamiento anterior, para sentirse miserable,… cómo va a ser lo mismo servir un café a un gracioso que hacerle una mamada a un gracioso, claro que no, a todos esos… que opinaban sobre la legalización de la prostitución sosteniendo que es un trabajo como otro cualquiera, les habría respondido él… que si de verdad lo piensan por qué no empiezan a probarlo ahora mismo, bájese los pantalones y ponga el culo que le voy a estrenar por treinta euros, a ver si le parece que sus hijas se prostituyan,… le entraban ganas de preguntarles, de aplicarles el test de la hija, infalible para fijar la dignidad de un trabajo,…». Pero si la novela nos lleva a diferentes bordes de diferentes precipicios, esa es la obligación de toda gran novela, lo que hacen los medios de comunicación que encarnan la difusión de la normalización es evitar toda indagación ética, todo posicionamiento crítico, toda búsqueda de conciencia, se pronuncian todos los días, exponen la barbarie de la prostitución como equivalente a cualquier actividad admitida como parte de su norma; obsérvese que en los diarios del sistema la prostitución es un negocio de mafias que ocupa varias páginas en las que la mujer se degrada ante el hombre. Decíamos que el modelo social educa la mente, que este modelo social, el capitalismo, genera de continuo división social y que la normaliza, pero ¿qué escandaliza más, esas páginas o las que traen noticias como las siguientes?, sacadas de un diario defensor de la prostitución y de lo que len a continuación:
«Las firmas recelan de las quitas en su deuda con el sector público» «Las facturas se pagan íntegras», asegura Falcones».
«La subida del IRPF empieza a bajar el sueldo a 17 millones de contribuyentes».
«El grupo PRISA mantiene estables los ingresos de explotación ajustados» «Las cifras muestran la fortaleza operativa de los negocios según Cebrián».
«Alfredo Sáenz, consejero delegado del Santander, ganó 11,6 millones en 2011. Botín obtuvo 4,5 millones , y Luzón dejó el banco con una pensión de 66,4 millones».
«Red Eléctrica de España (REE) cerró 2011 con un beneficio neto de 460.34 millones, 18%más que en 2010»
«Calles de lujo. El tiempo es oro. Cuidados sin límites. Exquisiteces únicas. El lujo es disfrutar de la más exclusiva moda mundial, degustar las exquisiteces de grandes cocineros españoles o cuidar su cuerpo como se merece».
«Quiero que mi empresa sea la mejor. Por eso me apoyo en el mejor banco de Europa».
Decía al comienzo que el término «Corde», en latín, quiere decir «corazón», y «recordar» se traduce como «volver a pasar por el corazón». No he venido a traer aquí un discurso estrambótico ni vacío de contenido, si no a celebrar junto con la reivindicación de los derechos de la mujer trabajadora la lucha por la sociedad que merecemos con ella, lucha contra las desigualdades que son las injusticias, lucha por una sociedad equilibrada y, por tanto, superadora del sistema que nos divide.
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