Traducido por J.M.
Se culpa a los que rehúsan a enrolarse en el ejército de no querer hacerse cargo de la carga, cuando en realidad son los únicos que están dispuestos a decir que el peso que hacemos cargar al pueblo palestino es insoportable.
El movimiento de los que se rehúsan a servir en el ejército por cuestiones de conciencia generalmente despierta en los duros días de guerra como en la guerra de Líbano ó en la Intimada. Cuando las acciones que se esperan de los soldados para reprimir a la población llegan a niveles monstruosos y cuando éstas políticas de represión se reflejan como equivocadas y dañinas, más y más jóvenes se niegan a tomar parte de esta infamia y señalan a la sociedad israelí que ha cruzado las líneas rojas prohibitivas.
Pero sucede que las voces de este movimiento no son menos importantes en los días de calma, antes del estallido de la próxima guerra. Ocurrió en 1970, cuando un grupo de egresados de la escuela secundaria escribió a Golda Meir llamándola a aprovechar la calma de después de la guerra y escuchar la voz del presidente egipcio Nasser ofreciendo un acuerdo de paz a cambio del Sinaí, y esto ocurre hoy nuevamente. Un grupo cada vez más grande de jóvenes de ambos sexos envían mensajes claros a la dirigencia israelí y a la sociedad -cierto que en este momento hay relativa calma, que no hay ataques, pero nosotros, que llegamos a los territorios y vemos el sufrimiento de los palestinos y el régimen de segregación extremo que se endurece cada día en la Cisjordania, nosotros, que somos concientes del hambre y el tormento en Gaza – nos es claro que este sufrimiento no puede durar eternamente. Por la continuidad de este martirio al que Israel somete a los palestinos, finalmente todos pagaremos el precio.
Le es difícil a la sociedad israelí abrir los ojos y aceptar la realidad cotidiana que ya lleva 41 años en los territorios ocupados. Es una realidad de expulsión y represión continuas. Pero como es la sociedad israelí la que gana en esta explotación de sus tierras, de su agua, de fuerza de trabajo barata y mercado seguro para sus productos, la incapacita para ver. Cuando la resistencia palestina despierta, ya sea en forma de manifestaciones ó de sangrientos ataques, decidimos que todos los palestinos son violentos, que todos están en contra nuestro, que no hay interlocutor para la paz, que no hay otra alternativa más que la lucha, y que no ayuda acabar con la ocupación.
Cuando la resistencia palestina es reprimida por el ejército y se ignoran las propuestas de paz de los palestinos y de todo el mundo árabe, nosotros tendemos a pensar que pronto estará mejor y entonces creemos que la solución de dos estados para dos pueblos y que nuestras manos siempre están extendidas para la paz. Nos es cómodo olvidar que para los palestinos la ocupación es continua -continuamos robándoles agua y tierras en beneficio de los cada vez más extensos y numerosos asentamientos, continuamos exponerlos a las barreras de control de atraviesan sus ciudades y poblados en la Cisjordania y se continúan arrasando diariamente sus casas. En el próximo estallido de violencia, cuando ya los palestinos no puedan seguir sobrellevando esta carga de la ocupación, otra vez nos sorprenderemos y volveremos a decir que así demuestran que no quieren la paz y sí aniquilarnos.
Es conveniente que la sociedad israelí preste atención al mensaje de los jóvenes que se rehúsan a enrolarse y no calificarlos automáticamente de desertores. Ellos no son desertores -al contrario- son los que se hacen responsables, aceptan ser encarcelados y todo ello por nuestro futuro. Los acusan de no hacerse cargo del peso, cuando en realidad son los únicos capaces de decir que el peso que les hacemos cargar a los palestinos es insoportable, y que, en consecuencia, también caerá sobre nosotros la carga de más guerras. Tres de estos jóvenes ya están encarcelados. Otras y otros van en camino. ¿Quizás llegó el tiempo de recordar qué nos pasó cuando quisimos evadirnos del llamado de los jóvenes en 1970 y por fin despertarnos y entender lo que estamos haciendo?
El autor del artículo es un activista de «Nuevo Perfil», en el pasado encarcelado dos años por negarse a servir en el ejército.