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Tarjeta roja para la Real Federación Española de Fútbol y demás

Fuentes: Rebelión

La noticia escueta es que la Real Federación Española de Fútbol que organiza la Supercopa de España quiere que se celebre en Arabia Saudí. Los equipos que jugarían en esta ocasión serían Atlético de Madrid, Barcelona, Real Madrid y Valencia. Ya ha habido casos en los que una actividad deportiva, tradicionalmente realizada en un país, […]

La noticia escueta es que la Real Federación Española de Fútbol que organiza la Supercopa de España quiere que se celebre en Arabia Saudí. Los equipos que jugarían en esta ocasión serían Atlético de Madrid, Barcelona, Real Madrid y Valencia.

Ya ha habido casos en los que una actividad deportiva, tradicionalmente realizada en un país, se ha hecho en otro. El caso más relevante y cercano sería el comienzo del Giro de Italia de la edición de 2018 en Jerusalén, tras la aportación millonaria israelí a los empresarios del Corriere de la Sera, los mismos editores que El Mundo.

El elemento crematístico fue la clave. Aquí, también.

Pero, tanto en un caso como en otro, hay elementos antiéticos que acompañan a esas decisiones.

En el caso italiano, una sociedad mercantil, su decisión por aumentar su facturación, con la complicidad de televisiones, patrocinadores de equipos, etc., estaba acompañada de una publicidad de normalización de Israel, una potencia ocupante de territorios árabes, que rechaza y crea refugiados y desplazados que no pueden volver a sus hogares y que practica el apartheid. Aún más, cuando Rizzoli en plan timorato anunció en sus materiales publicitarios que la salida se realizaría en Jerusalén Oeste, para intentar edulcorar su entrega a los intereses millonarios, y el gobierno israelí amenazó con retirar su apoyo si no lo dejaba en Jerusalén -a secas-, se plegó, retiró todo el material ya confeccionado para dar satisfacción a los conquistadores israelíes.

En el caso de la RFEF, que es nuestra viga, no podemos ser indulgentes. Se llama ‘Real’, o sea que hay una ligazón con la monarquía, es un nombre reconocido por el Estado español y su Jefatura de Estado. Una imbricación. Pero, como hemos dicho, hay un fondo mercantil explicativo. Ya lo de enarbolar la palabra «Española’, apropiación de un todo cuando más parece una sociedad limitada, lo dejamos para otro día.

Recordamos que cuando el asunto de la caza de elefantes y los secretos domésticos del rey Juan Carlos de Borbón se rebeló que éste era presidente honorario de la asociación ambientalista WWF y ante los ímpetus cazadores de osos, elefantes y corzos demostrados del monarca, se resolvió con su retirada de ese honor, deshonrado.

Con respecto a la RFEF habría que empezar por ese mismo lado. Si va de mercantil y sociedad limitada que lo diga y se quite (o le quiten y repudien quien pueda hacerlo) lo de Real y de paso lo de ‘Española’.

Una vez que entramos en lo mercantil, puro y duro, está claro que elegir Arabia Saudí, como ayer Doha para el atletismo o el fútbol en Qatar, o como el partido en Tel Aviv entre las selecciones de Uruguay y Argentina (¡pobre Messi y demás como hombres lavadores de la ocupación!) son frutos del importe de la facturación, y dentro de ello, hay grados.

Como en el caso de Israel, ahora Arabia Saudí alberga varios conflictos. Está en guerra en Yemen, facilita la guerra en Siria; reprime a su población; no tiene una legislación que ampare los derechos humanos y la igualdad hombres y mujeres es manifiestamente mejorable. Su jefe de facto, ordenó intelectualmente el asesinato de un periodista opositor… Y, en esto, el señor Luís Rubiales, presidente de la RFEF, y su Consejo de administración, decide lavar la cara a este régimen.

El Atlético de Madrid ya contradijo su código ético, por dinero, cuando este verano jugó con un equipo racista israelí, en un terreno donde se alzaba un barrio palestino. La FIFA que no reconoce a equipos de Crimea por el cambio de estatus político impuesto por Rusia, cambió sus normas, para poder mirar hacia otro lado y legalizar, futbolísticamente, la ocupación israelí, cuando se denunció que equipos de fútbol de las colonias sionistas jugaban en ligas del Estado de Israel.

Si vendemos armas a países agresores, o facilitamos la ocupación israelí como hace la FIFA o la empresa española CAF, ¿por qué la Real Federación Española de Fútbol, las televisiones y otros medios, el Atlético de Madrid, el Barcelona, el Real Madrid y el Valencia, empleados, accionistas y socios, no van a llenar la bolsa y periodistas y espectadores no reírles las gracias, por lavar la cara de ocupación, crímenes y guerras? ¿Estamos en el todo vale?

Quizá, haya que sacar tarjeta roja a Arabia Saudí, a Israel y a la RFEF y a quienes la forman y amparan.

Santiago González Vallejo. Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.