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Correspondencia entre dos mujeres

Tengo algo que contarte (4)

Fuentes: miraicrida.blogspot.com.es

Esa parte del universo acabado en «a»  Que lujo leerla, Habanera. Un lujo sentir latir un corazón en femenino y en cuantas diversas formas se puede manifestar. Releo su escrito que me habla de la lucha de las mujeres en Cuba, y me emociona. En algunos momentos la envidio, porque a veces tengo la sensación […]

Esa parte del universo acabado en «a»
 
Que lujo leerla, Habanera. Un lujo sentir latir un corazón en femenino y en cuantas diversas formas se puede manifestar. Releo su escrito que me habla de la lucha de las mujeres en Cuba, y me emociona. En algunos momentos la envidio, porque a veces tengo la sensación que aquí en Europa, la vieja y tan moderna, avanzada y aleccionadora Europa (creo que merece un capítulo aparte hablar de este tema), a menudo se nos olvida que las mujeres tenemos mucha lucha por delante. Que se nos vendió la idea que aquí todos somos iguales, sin diferencia por razón de religión, raza, orientación sexual o género, y fuimos tan ingenuos/as o tan interesados/as que nos lo creímos. Pero no, Habanera, la cosa no va así.

Las mujeres siguen teniendo un salario medio inferior a los hombres, los cargos de responsabilidad siguen recayendo mayoritariamente en los hombres, la repartición de las tareas domésticas sigue favoreciendo en la balanza a los hombres, la dependencia de niños y ancianos sigue siendo más intensa para las mujeres, la violencia de género se sigue cobrando víctimas cada día entre las mujeres…

Con todo ello no quiero decir que el mundo femenino esté en declive, creo que más bien al contrario. Ese universo acabado en «a» que conformamos todas las mujeres, cada día se va organizando poquito a poco. Aquí también hay ayudas y proyectos institucionales a todas las escalas destinados a ello. Pero pienso que si no trabajamos la educación de base, sobretodo de ellos, siempre estaremos dependiendo de que alguien nos ayude, nos proteja del mal. Y en realidad somos muy, pero que muy fuertes. Lo demostramos cada día. Es verdad que los conceptos de equidad y justicia se nos van escurriendo entre los dedos como arena de un castillo que se deshace por momentos. Pero también es cierto que somos capaces de ir recogiendo los granitos de esa arena que nunca debió deshacerse, y los vamos recolectando, haciendo montoncitos, organizando a través de movimientos, asociaciones, grupos de lucha…

Le hablaría de algunos, no específicamente femeninos, pero sí con gran presencia de mujeres. Por ejemplo la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) que lucha por evitar los desahucios, la obtención de un alquiler social asumible, la ocupación de casas deshabitadas por personas que no tienen vivienda (o el banco se les quedó la suya tras un episodio de penuria económica), en definitiva, de velar por que nadie se quede sin techo a merced de los intereses de las grandes finanzas. Es un movimiento social, popular, pero encabezado por mujeres. Son esos liderazgos que no nacen de las urnas pero que queda legitimado, atribuido y patente.
 
Cómo otras son capaces de generar micro cooperativas para mover casi sigilosamente sus habilidades y necesidades de tal forma que ambas queden a la par.

Le hablaría también de movimientos anti-racistas, también necesarios. Es cierto que el trabajo escasea, pero si en el momento de solicitarlo, además de ser mujer, tapas tu cabeza con un velo, o la genética te pintó la piel de oscuro, ¡ay amiga mía! la cosa se complica, y mucho. Son demasiadas barreras que saltar para andaduras aún tan tiernas.

Sin ir mas lejos, las pasadas olimpiadas en Brasil. Independientemente de ser aficionados o no al deporte, o si cuestionamos los juegos olímpico/políticos o no, le cuento alguna anécdota de nuestros representantes. Resulta que volvieron a España con varias medallas, algunas de oro, y resulta también que buena parte de esos triunfos los consiguieron mujeres. Pues bien, el seguimiento por prensa y TV (en general, salvo honrosas excepciones) solía ser el siguiente: «las chicas de fulanito o las chicas de menganito han conseguido la medalla tal en tal deporte». El color de la medalla creo que es indiferente, y el deporte donde se consiguió también. Lo relevante es que el fulanito y el menganito salen nominalmente en todos los medios siendo los entrenadores, quedando como «sus chicas» las que realmente batallaron duro en la cancha o en la piscina. En los casos de deportes masculinos se hablaba del «equipo».

Ahí va otro ejemplo casi cómico si no fuese por el machismo que lo envuelve. Tenemos la campeona mundial y olímpica en badminton (ese juego de palas con una pelotita con plumero). Resulta que Carolina, que así se llama ella, emite un grito cada vez que gana un punto (cada uno libera tensiones como puede, ¿no?). Y claro, como juega muy bien, pues gana muchos puntos y lanza muchos grititos a lo largo del partido. El resumen de la crónica deportiva tras el oro final fue más o menos así: » fulanito (el nombre de su entrenador hombre) ha sabido convertir la rabia en triunfo». Y digo yo: ¿alguien sabe quién es el fulanito en cuestión de Rafa Nadal? Que por cierto, a veces también grita y nadie le convierte los gritos en nada, lo hace todo él solito.

Por ello en el siglo XXI necesitamos (y yo diría que más que nunca) esta conciencia solidaria con y entre mujeres. Veo con optimismo el pensamiento de muchas jóvenes que crecen con otras metas, que ven y viven un futuro más igual.

Una vez yo le hablaba de mi tierra, de sus gentes, de su sencillez y su fortaleza. Pues bien, capitulo aparte merecen las mujeres. Las de allí y las de tantísimos otros lugares. Han soportado a lo largo de los tiempos el peso de la injusticia del capitalismo más atroz, del olvido de gobiernos e historiadores. Cómo desde la miseria, y muchas veces la hambruna, han sido capaces de llenar los estómagos y las almas de sus familias. Capaces de tremendos malabares económicos y emocionales para que la ternura nunca sea arrasada por la penuria.

Por todo ello estoy segura que la mujer es el motor de cambio del mundo. Hemos de aprovechar ese rol de transmisoras de razón, de conocimientos, de cultura, de amor y de VALORES para ir impregnándolo todo de otras posibilidades. Y eso se puede hacer desde todos y cada uno de nuestros puestos y papeles adjudicados. En el fondo, nunca dejamos de ejercer de mujer, ¿no le parece?

Bien Habanera, que gusto poder compartir con usted estos pensamientos que una no sabe muy bien cuando sacar a relucir, pero que salen solos cuando sabes que los ojos que lo leerán se entienden aún sin mirarse.

Un abrazo bien grandote.

Vicentita

Fuente original: http://miraicrida.blogspot.com.es/2016/09/tengo-algo-que-contarte-4.html