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La operación israelí "Plomo fundido" a través de los ojos de las mujeres palestinas (extracto)

Testimonio de Salah Abdel Karem Abu Hajjaj

Fuentes: www.pchrgaza.org

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández, Marwan Pérez, Carlos Sanchis, Andrés Prado y S. Seguí. Revisado por Caty R.

(Rebelión publicará en los próximos días el informe completo traducido al castellano)

Caso de estudio nº 3: Majeda y Raya Abu Hajjaj

«Majeda, mi hermana, llevaba una bandera blanca» (Salah Abu Hajjaj

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Salah Abu Hajjaj © Sarah Malian/CPDH

Entrevistado:

Salah Abdel Karem Abu Hajjaj (30 años)

Fecha del suceso:

4 de enero 2009

Lugar:

Johr Ad-Dik

Víctimas:

Majeda Abu Hajjaj (35 años), asesinada

Raya Abu Hajjaj (65 años), asesinada

Manar Abu Hajjaj (13 años), herida

Violaciones del Derecho Internacional:

Asesinato intencionado: Violación grave de los Convenios de Ginebra

Ataque directo contra la población civil: Artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto de la Corte Penal Internacional.

El 4 de enero de 2009, las fuerzas israelíes dispararon y asesinaron a Majeda (35 años) y Raya Abu Hajjaj (65 años). Las dos mujeres formaban parte de un grupo de 27 civiles que huían de la zona de Johr Ad-Dik tras el comienzo de la invasión terrestre. Fueron asesinadas sin previo aviso y sin provocación. Majeda y otro miembro del grupo, Ahmed Assafadi, llevaban banderas blancas.

El 3 de enero de 2009, cuando comenzó la ofensiva terrestre, 16 miembros de la familia Hajjaj se refugiaron en una habitación en el primer piso de su casa en el área de Johr Ad Dik, en el este de Franja de Gaza. Aproximadamente a las 23:00, los primeros tanques israelíes entraron en la zona. A las 7 menos cuarto de la mañana del 4 de enero, un tanque israelí disparó contra la casa. La explosión hirió a Manar Abu Hajjaj (13 años) en el antebrazo y provocó un incendio en la casa.

El 25 de mayo de 2009, el CPDH (Comité Palestino por los Derechos Humanos) entrevistó a Salah Abdel Karem Abu Hajjaj (30 años), hijo de Raya y hermano de Majeda. «Se produjo un incendio, por lo que decidimos salir de la casa «, dijo Salah.

«Caminamos entre los árboles hacia la casa de un vecino, a unos 300 metros de distancia. Éramos 27 personas escondidas en el hueco de la escalera de Assafadi. Intentamos llamar a una ambulancia para Manar; llamamos a la Cruz Roja, pero no pudimos realizar ninguna coordinación. Nos dijeron que era una zona de operaciones militares y que no podían llegar a la zona».

Mientras nos escondíamos en la casa de Assafadi, escuchamos una emisión de la radio israelí que ordenaba abandonar la zona y salir hacia las principales ciudades». Oí que los israelíes habían entrado en el área de Johr Ad Dik y que habían detenido a todos los hombres, así que decidimos ir hacia el oeste. Esta zona es muy abierta y se nos veía muy claramente. Queríamos mostrar a los israelíes que nos íbamos, queríamos que los soldados vieran que éramos civiles para que nos dejaran salir. Majeda, mi hermana, llevaba la bandera blanca. Ahmad Assafadi llevaba a su hijo y también una bandera blanca.»

Aproximadamente a 150 metros de los tanques, las familias decidimos parar y esperar una señal indicando que teníamos permiso para continuar. «Acabábamos de ver los tanques, muchos tanques, fue el comienzo de la ofensiva «, dijo Salah. «El aire estaba lleno de helicópteros y aviones. De repente, los tanques comenzaron a disparar contra nosotros. Estábamos solos. Estábamos sólo nosotros y los vecinos. No había nadie más alrededor. Cuando nos dispararon, empezamos de inmediato a correr de nuevo hacia la casa. Los jóvenes y los niños corrían rápidamente, pero mi madre y mi vecino, que había sufrido una operación en la pierna, no podían moverse lo suficientemente rápido. Mi madre recibió un disparo y fue herida. La bala le atravesó el brazo y se fue al pecho. Después de quince metros, mi madre se cayó al suelo. A Majeda le dieron también. Murió de inmediato. Vimos a los soldados disparar contra nosotros desde el tanque. No dijeron nada, sólo empezaron a disparar. No hicieron ninguna advertencia, sino que nos dispararon directamente. Fue alrededor de las doce, a plena luz del día».

Debido a la intensidad del ataque, no pudimos llegar hasta a los heridos. «Nadie pudo llegar hasta Majeda», dijo Salah, «La llamábamos: despierta Majeda, arriba Majeda, pero el tiroteo era muy intenso. Abrían fuego por todas partes y no pudimos llegar hasta ella. Mi madre nos dijo que estaba herida en el brazo, tratamos de comprobarlo pero murió. Tuvimos que volver a la casa del vecino, los disparos venían de todas partes. No podíamos hacer nada. Majeda y Raya estaban muertas. Tuvimos que dejarlas allí, en el lugar en el que les habían disparado. Manar seguía con nosotros.»

De regreso a la casa de Assafadi, la familia intentó llamar a la Cruz Roja y a las ambulancias de nuevo. Les dijeron que nadie era capaz de llegar a la zona. «Les dijimos que en la casa estábamos expuestos a gran peligro», relató Salah. «Ya habíamos perdido a dos personas, pero queríamos salvar al resto. «Le dije a la Cruz Roja que si estaban esperando a que nos matasen a todos para recoger los cadáveres».

Después de veinticuatros horas escondidos en la casa, las familias decidimos que había que intentar de nuevo abandonar la zona. Esta vez nos encaminamos hacia el este, hacia la aldea Johr Ad-Dik. Al llegar a Johr Ad-Dik, llamamos a una ambulancia para Manar, que finalmente pudo llegar y llevarla a un hospital. Los 24 miembros restantes de las dos familias nos fuimos a la escuela de la UNRWA del campamento de Al Bureij.

«Desde que dejamos la casa, habíamos intentando recuperar los cadáveres por todos los medios», dijo Salah. «Intentamos contactar con las organizaciones de derechos humanos y con los miembros árabes de la Knesset. No obtuvimos respuesta, no podíamos hacer nada. Todos los días lo intentábamos, después de once días, finalmente, los soldados israelíes accedieron a que una ambulancia llegase a la zona. La ambulancia llegó desde el este, y yo hablaba por mi móvil para orientarles. A unos 500 metros de los cuerpos de Majeda y Raya, los israelíes detuvieron en seco a la ambulancia y les dijeron que se fueran, que la coordinación había terminado. Los conductores de las ambulancias pidieron otra media hora, diciéndoles que los cuerpos llevaban allí ya once días. Los israelíes dijeron que no».

Aproximadamente a las 20:30 del 18 de enero, tras la declaración de Israel de un alto el fuego unilateral, la familia Abu Hajjaj regresó a su casa. «Vinimos a casa para recoger los cuerpos», dijo Salah al CPDH. «No reconocía la zona debido a la destrucción y la demolición. Una zona que antes había sido hermosa. Después de la búsqueda encontramos a mi madre y pudimos poner su cuerpo en la tierra. También encontramos a Majeda; los israelíes habían cubierto su cuerpo con hojas de aluminio y la habían arrasado con un buldózer, que la había aplastado y partido su cuerpo por la mitad.

Poco después de encontrar el cuerpo de Majeda, Salah recibió una llamada de teléfono de la Cruz Roja: «Me dijeron que teníamos que abandonar la zona en cinco minutos», relató Salah. «Los israelíes habían llamado a la Cruz Roja y les dijeron que había gente en la zona y que nos dispararían. Con la ayuda de los hombres de la ambulancia, nos llevamos los cuerpos. Nos llevó cuatro horas llegar al hospital. Llegamos a las 00:15 de la madrugada del 19 de enero»

Dos días después del alto el fuego, Salah volvió a casa. «Estuve buscando en el lugar donde los israelíes habían disparado contra nosotros. Encontré un trozo del pie de Majeda y lo llevé al hospital. No tenemos fotos de Majeda o Raya, sólo las de nuestros móviles. Nunca nos habían atacado, ni siquiera cuando los asentamientos israelíes estaban cerca; ésta es una zona muy tranquila, un área agrícola que nunca había tenido problemas; era tan hermosa, y en un momento todo ha desaparecido.

«Es difícil para mí hablar de Majeda», dijo Salah. «Era muy amable. Se negaba a comer o a preparar nada antes de que yo llegase y así pudiéramos comer juntos. Yo soy el más joven de nuestra familia, pero tenía dos madres, Majeda y la mía propia.»

Una vez que la familia se marchó, las fuerzas israelíes ocuparon la casa. Cuando la familia de Abu Hajjaj regresó, encontraron todas las paredes pintadas con grafittis.

El asesinato deliberado de Majeda y Raya es una grave violación de los Convenios de Ginebra y del Derecho Internacional. Atacar intencionadamente a la población civil es también un crimen de guerra según el artículo 8 (2) (b) (i) del Estatuto de la Corte Penal Internacional. Estos crímenes violan el principio de distinción, una de los principios más fundamentales del Derecho Internacional Humanitario.

De acuerdo con los Convenios de Ginebra, las partes en un conflicto están obligadas a prestar una asistencia especial a los heridos y enfermos y facilitar su cuidado y evacuación. Los actos de Israel son una violación del Artículo 16 de la Cuarta Convención de Ginebra, que sostiene que «los heridos y enfermos… serán objeto de especial protección y respeto. En cuanto las consideraciones militares lo permitan, cada parte del conflicto facilitará las medidas adoptadas para la búsqueda de los muertos y heridos…»

Las acciones de Israel violaron también el derecho humanitario consuetudinario, que exige que cada parte en un conflicto deberá, sin demora, adoptar todas las medidas posibles para buscar, recoger y evacuar a los muertos, sin distinción alguna, y los cadáveres deben ser atendidos de forma respetuosa.

Fuente: http://www.pchrgaza.org/files/Reports/English/pdf_spec/through-women%27s%20_eyes.pdf