Siria proyecta por estas horas una imagen dantesca de muerte y aberración: según datos aportados por la cadena de televisión qatarí Al Jazeera, al menos 80 personas fueron asesinadas ayer con disparos de gracia en el cráneo, en una barriada de Alepo, bastión de la resistencia armada que confronta al régimen de Bashar al Assad […]
Siria proyecta por estas horas una imagen dantesca de muerte y aberración: según datos aportados por la cadena de televisión qatarí Al Jazeera, al menos 80 personas fueron asesinadas ayer con disparos de gracia en el cráneo, en una barriada de Alepo, bastión de la resistencia armada que confronta al régimen de Bashar al Assad desde hace dos años. Los cuerpos de las víctimas, todos hombres de entre 20 y 30 años, fueron encontrados a orillas del río Queiq, en el distrito de Bustan al Qasr, con evidentes signos de torturas y las manos atadas, informó el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSHD), ONG con sede en el Reino Unido a la que se vincula con la oposición. El enviado de paz de Naciones Unidas para Siria, Lakhdar Brahimi, instó al Consejo de Seguridad a actuar para poner fin a los «niveles de horror sin precedentes» que están destrozando al país.
Por la matanza, el régimen sirio apuntó hacia los islamistas radicales del Frente al Nosra y los acusó de ser los responsables de la ejecución de estas 80 personas, consignó la agencia oficial Sana.
«Bandas terroristas del Frente al Nosra llevaron a cabo en Alepo una operación de ejecución colectiva que les costó la vida a decenas de civiles secuestrados y cuyos cuerpos fueron tirados al río Queiq», dijo la agencia. Siempre según Sana, estos civiles fueron secuestrados por el grupo yihadista debido a su «rechazo a trabajar para ese grupo» y porque habían pedido a los miembros de Al Nosra que dejaran sus barrios.
El Frente al Nosra, una organización directamente vinculada, según Washington, a Al Qaida en Irak, está compuesta mayoritariamente por sirios, aunque también se cuentan entre sus filas numerosos combatientes extranjeros de diferentes nacionalidades. Hasta el momento, este grupo ya reivindicó centenares de ataques y varias decenas de atentados suicida que ensangrentaron Siria.
Sobre la masacre, Brahimi señaló ante los 15 miembros del Consejo, en una reunión que se llevó a cabo a puertas cerradas, que la legitimidad del presidente Al Asad se ha visto «irreparablemente dañada» por el conflicto que ya lleva 22 meses, pero que podría aferrarse al poder, manifestaron fuentes diplomáticas que prefirieron preservar su identidad. El conflicto bélico que sacude al país persa dejó más de 60.000 muertos, según datos difundidos a principio de mes por Navi Pilay (comisaria de Derechos Humanos de la ONU), entre el 15 de marzo de 2011 y el 30 de noviembre de 2012.
El emisario de la ONU y de la Liga Arabe en Siria, que rendía cuentas de sus esfuerzos diplomáticos ante el Consejo de Seguridad, deslizó que hasta el momento no ha habido progresos hacia la paz en las negociaciones. «Se han alcanzado niveles sin precedentes de horror. La tragedia no tiene fin», afirmó Brahimi ante las informaciones de una nueva y espeluznante masacre en la ciudad de Alepo.
Las fuerzas rebeldes, en tanto, mantienen una versión de 180 grados respecto del gobierno. Abu Seif, miembro de una milicia rebelde, dijo que habían encontrado 80 cuerpos en el río Queiq y que al menos otros 30 estaban todavía en el agua, pero que por los disparos de francotiradores se les hacía imposible recuperarlos.
«El régimen los arroja al río para que lleguen a una zona bajo control nuestro para que la gente piense que fuimos nosotros», dijo Abu Seif. Según el OSDH, los jóvenes, de unos 20 años, fueron ejecutados de un disparo en la cabeza. «Vestidos de civil, la mayoría tenía las manos atadas a la espalda», señaló la organización humanitaria, que obtiene sus informaciones de una amplia red de militantes y médicos en Siria. Los cadáveres fueron sacados del río que separa Bustan al Kasr y Ansari, dos barrios también en manos de los rebeldes. Aunque fueron trasladados a un colegio del pueblo, donde fueron exhibidos para su reconocimiento, al cierre de esta edición era imposible identificar a los cadáveres.
«No sabemos quiénes son porque no llevaban identificación», afirmó uno de los voluntarios mientras ayudaba a introducir el cuerpo de un hombre en el interior de un camión. En el vehículo, un corresponsal de AFP contó quince cadáveres. «Los llevaremos al hospital de Zarzur para que los familiares vayan a reconocerlos», explicó el capitán Sada.
Habitualmente, los rebeldes y el régimen se acusan mutuamente de las matanzas, pero no es posible confirmar estas informaciones a través de una fuente independiente. Se trata del último descubrimiento macabro hasta la fecha en Siria, donde el régimen reprimió violentamente la revuelta popular que comenzó en marzo de 2011 y se transformó en una guerra entre las tropas gubernamentales y los desertores, ayudados por civiles armados y yihadistas llegados del extranjero.
En otras zonas del país, los combates continuaban causando estragos entre los dos bandos, rebeldes y soldados, que intentan ganar terreno, especialmente en el este y en la periferia de Damasco. Los rebeldes sirios realizaron ayer una gran incursión en Deir Ezor, haciéndose con el control de una importante posición de los servicios de inteligencia políticos y de dos puentes sobre el río Eufrates, en la carretera que las fuerzas del régimen utilizan para hacer llegar provisiones a la ciudad de Hasake, más al norte, precisó el OSDH. «Si los rebeldes continúan su avance, lograrán una victoria estratégica, ya que la ciudad es la llave de toda la provincia que alberga los principales campos petroleros y gasísticos del país», afirmó el director del OSDH, Rami Abdel Rahmane.
Fuente original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-212861-2013-01-30.html