Traducción del francés Susana Merino.
Campesino, agroecólogo, filósofo, inventor de la idea «Oasis en todas partes», fundador de movimientos ecologistas, Pierre Rabhi milita, frente al capitalismo, por el poder de la moderación y la insurrección de las conciencias.
Su vida habla por él. En 1961, filósofo autodidacta era OS en una empresa de la región de París. La condición de los obreros le produce una insurrección suave pero radical. «Trabajaba en un lugar carcelario y consideraba que mi vida era más importante que un salario. No hemos nacido para el PBI sino para vivir». Con su compañera se traslada y se instala en Ardèche. Él, un desarraigado del sur argelino, va a arraigarse en una tierra árida en la que desde 1962, rechazando todo condicionamiento, opta por la agricultura biológica. La «sobriedad feliz», una utopía encarnada que se convertirá en el título de una de sus obras, es desde entonces su forma de vida. Pierre Rabhi continúa reflexionando y escribiendo: ha publicado una quincena de obras. A partir de 1970 comienza a crear pasantías en agroecología. En 1981, invitado por Thomas Sankara, interviene en Burkina Faso. Sus realizaciones y sus reflexiones traspasan las fronteras. Crea el Movimiento por la Tierra y el Humanismo y lanza el movimiento Oasis en todas partes. Actualmente, a los 75 años, frente al capitalismo predica sobre el «poder de la moderación» , la insurrección y la «federación de las conciencias». Mientras que los ciudadanos anteponen la capacidad de actuar, él los invita a «retomar el poder sobre la propia existencia y a encarnar una política activa en cada una de las esferas de la vida cotidiana».
-En 1960 usted decide abandonar la fábrica y la ciudad ¿una elección radical y maduramente reflexionada?
-P.D.: Mi pregunta era: ¿cómo salir de la alienación? ¿existe algún modo de reconquistar el propio destino? Con mi compañera, decidimos volver a la tierra. El concepto de belleza pesó mucho al elegir el lugar en el que queríamos vivir. ¡Completamente en desacuerdo con los criterios tradicionales! La belleza es un valor importante en la vida, pero nunca se suele considerar. Desde el principio establecimos una hoja de ruta: integrar la moderación, mantenernos en un marco sobrio y manejable. Obtuve entonces un sencillo diploma de agricultor para prepararme y descubrí que estábamos en una especie de guerra contra la naturaleza. Era necesario trabajar permanentemente con una máscara, debido a la peligrosidad de los productos que manipulábamos durante todo el día. Rechacé esa situación y encontré que había otras personas que ya habían puesto en marcha otros métodos agronómicos respetuosos de la naturaleza. Inmediatamente los elegí.
-¿Una elección que ha guiado su vida y que aún es pertinente?
-Existen hoy en día valores esenciales que veo y cuya pertinencia y receptividad veo y verifico gracias al debate público. Las ideas que intento promover desde hace años se basan en un componente concreto, soy un agroecólogo, en la tierra. Trato de vivir a partir de principios que no son los de «produzcamos, destruyamos y contaminemos» sino los de «produzcamos, valoricemos y mejoremos». Estamos frente a una elección radical: o nos alimentamos destruyendo la tierra que nos nutre o nos alimentamos manteniendo la vida, la tierra para nosotros y para las generaciones futuras. Hoy en día a causa de nuestra bulimia, nuestra falta de inteligencia, nuestro sin sentido, nuestra crueldad, les estamos dejando graves problemas a las generaciones futuras para que los resueltvan. Nada de eso es deontológicamente aceptable.
-Usted ha verificado el deterioro producido por lo que usted llama «la agro-necrocarburante» hasta en África…
-En 1981 me convocaron los campesinos de Burkina Faso. Esos campesinos, habitantes de zonas semiáridas habían sufrido un tremendo deterioro de su existencia a causa de la «modernidad» Se les había dicho en su nombre: «Abandonen las parcelas pequeñas que los alimentan y cultiven algodón y maní para la exportación». Brigadas de propagandistas recorrían los campos con bolsas de abonos: «Prueben con este polvo de los blancos y verán!» Sobre una tierra semiestéril el abono hace milagros. Se les entregaba este polvo a los campesinos invitándolos a pagar una vez que hubieran cosechado. Pero la venta del producto cosechado no compensaba la inversión realizada. Los campesinos se vieron entrampados en la espiral del endeudamiento. Frente a esta situación me dediqué a explicarles de qué manera la agroecología podría ser una alternativa a aquel sistema. Era en planteo científico, no un truco vulgar. Lanzamos un nuevo paradigma. Thomas Sankara, que era entonces el presidente de Burkina Faso, había decidido emprender una política nacional. Tal vez por eso fue asesinado.
-¿Usted ha sacado de sus experiencias la conclusión de que nuestro modelo económico es mortífero?
-Nuestro actual modelo de sociedad es desheredable, ya no responde y produce numerosas tragedias en el mundo. La acumulación capitalista ha vuelta a instaurar una feudalidad planetaria que provoca la vulnerabilidad humana y nos instala en el camino de la confiscación, por parte de una minoría, del patrimonio vital de la humanidad. Eso me resulta insoportable. Se llega a un paroxismo que yo llamaría un «hold up» legalizado. No puedo admitir que el dinero lo justifique todo. En el proceso de supervivencia de la humanidad, estamos frente a suelos destruidos y a la desaparición del 60% de las semillas tradicionales desde hace 10.000 a 12.000 años… Con los OGM las grandes empresas se ocupan de eliminar todo lo que les impide generar mayores ganancias. Si se sigue este rumbo la humanidad se hallará subordinada a la estricta autoridad del dinero y de los ganadores de dinero. Se trata de un golpe de Estado planetario que está en vías de producirse insidiosamente. Porque lo que saben hacer mejor es apoderarse de las vías subliminales: creando consenso en los demás. Emitir un mensaje y convencer al otro de que se trata de una verdad. El poder de este sistema se basa en la manipulación humana.
-¿Estas son las reflexiones que lo impulsaron a presentarse en las elecciones presidenciales de 2002?
-Lo único que me interesaba en esa aventura era iniciar un espacio de debate público a nivel nacional y defender ideas que no se tratan en el estricto marco político. Entre las que quería instalar estaban: lo femenino en el centro del cambio (porque se ha banalizado la situación de la mujer a nivel planetario), la educación cuya base no debe ser la competencia sino la cooperación, la solidaridad, la materialización de las utopías porque no son quimeras sino, por el contrario, lo que hace avanzar al mundo, y la agricultura a la que hay que sacar del desastre en el que se halla sumergida. Y por último la gran blasfemia por la que podría haber sido condenado a la hoguera: el decrecimiento. Me di cuenta de que compartía mis ideas más gente de que la imaginaba. Integro la ecología, el ser humano, nuestras interrelaciones, no solo nosotros y la naturaleza.
-El ser humano se halla siempre en el centro de sus reflexiones…
-El ser humano se ha autoproclamado el mejor y ha decidido dominar la naturaleza y la vida. Se ha otorgado arbitrariamente prerrogativas que actualmente considera normales. Nos encontramos en medio de la niebla. Debido a su pensamiento, a su capacidad especulativa, a su percepción del tiempo, a sus conocimiento sobre la vida, ¿acaso no tiene el ser humano el deber de proteger más que de destruir? Debemos ser los guardianes de la vida y no sus destructores. Partiendo de esta idea se plantea la pregunta: ¿es posible relacionar nuevamente al hombre con la naturaleza?. Hoy en día nos hacemos los humanitarios. Pero lo humanitario es el fracaso del humanismo. Nos encontramos en el escenario global en una categoría social humana que saquea al planeta, que confisca los bienes de la gente hasta empobrecerla y que inmediatamente después la socorre con bolsas de arroz, diciéndoles: «Miren lo generosos que somos». Es la política del bombero pirómano. Una política que apoyan los jefes de Estado dispuestos a vender su país y sus recursos en detrimento de su propio pueblo. Esos jefes de Estado corruptos, cómplices del bandidaje internacional, me descorazonan. Thomas Sankara quiso oponerse a ellos y fue asesinado.
-¿Cuáles son los medios que usted propone para salir de esta situación?
-Creo que es necesario crear una federación de conciencias porque cada uno está un poco petrificado en su historia. Las creencias, las ideologías, fragmentan a las sociedades. Mire un mapamundi, nos hallamos frente a un puzzle de naciones. Se trata de un proceso generalizado de destrucción. Todo el género humano se halla enfrentado al problema de su propio futuro. ¿Qué planeta les dejaremos a nuestros hijos? Es necesario trascender todo eso, federar las conciencias y razonar en términos de humanidad. Es imprescindible universalizar la respuesta.
-¿Es suficiente alertar a la individualidad?
-Es cierto que uno puede comer alimentos bio, reciclar la propia agua, calentarse con energía solar…y explotar a su prójimo. Destaco que el capitalismo se interesa por las alternativas. Deja que la sociedad civil haga el trabajo y cuando la situación está madura, la orienta en su propio provecho. Cuando veo que la producción biológica se encuentra en manos de los grandes distribuidores, me siento arruinado. Hoy en día se está subordinado a un sistema inicuo, único y totalitario que se basa en el poder absoluto de las finanzas capaces de subordinar a los Estados y de decidir los destinos colectivos en función de sus propios criterios de modo que hay que definir una forma insurrecta. Hoy en día, producir y consumir localmente constituye un criterio político cuando la alimentación se halla confiscada por los trusts que distribuyen los productos hacia todos los rumbos para su mayor beneficio y constituyen el único resorte de esta dinámica. A todos nuestros estudiantes que vienen a aprender a cultivar biológicamente les digo que están cometiendo una acción de resistencia y un acto político. Todo paso que construya autonomía es insurreccional porque nuestro sistema se ha instalado y solo existe gracias a la dependencia.. Los trusts nos vuelven dependientes. Esta dependencia se ve claramente con los OGM: neutralizan las semillas reproducibles. En la India eso ha provocado muchos suicidios campesinos. Es un crimen de lesa humanidad.
-Usted menciona siempre en primer término entre sus propuestas, la noción del «poder de la moderación». ¿Cómo se produce?
-El poder de la moderación es una opción política. No nos pronunciamos moralmente, ni por el ascetismo o la mortificación, si muchos somos capaces de de adoptar la moderación frente a un futuro, ya no infinito. No tenemos más que un planeta, estamos en un sistema limitado. En el marco de un generalizado humanismo deberíamos tener en cuenta las capacidades de nuestra tierra, distribuyéndolas equitativamente y sin olvidar a las futuras generaciones. Esta es una reflexión fundamental. Producir cada vez más quiere decir trabajar siempre más. En la lógica generalizada del capitalismo eso significa aumentar las ganancias, reducir los impuestos y en consecuencia eliminar a la gente, excluir siempre más. En este sistema se producen cada vez más cosas y se reducen los ingresos de la gente que no puede comprarlas. La publicidad distrae la frustración, deja a los ciudadanos en permanente desasosiego. Uno de mis mayores problemas es hoy en día ¿cómo ir hacia la simplicidad? En la sociedad civil, la gente condicionada para pensar la complejidad va hacia una forma de pensar que pasa por la simplificación. Existe hoy en día una enorme reserva de gente innovadora, inventora,y nuestro trabajo consiste en federarla con el objeto de realizar una propuesta política. Y si las políticas aceptan salir del esquema de crecimiento a cualquier precio, que es totalmente negativo, y apoyar estas iniciativas y hacer una propuesta sociopolítica, entonces eso será inteligente. Lo necesitamos. Hay que dar una respuesta no financiera al empobrecimiento financiero.
-Usted propone desde hace mucho el decrecimiento ¿sigue pareciéndole una gran virtud?
-Cuando se habla de crecimiento ese está manteniendo las castas que concentran el dinero. Aunque se fuera generoso en consideración al otro, habría que preguntarse para qué sirve. ¿Para fabricar armas? ¿Cuántos gastos se realizan sin tener en cuenta al ser humanos? Lo urgente es lo humano. En las empresas se llega a un buen balance reduciendo el salario. ¿Es eso el crecimiento económico?.Si la urgencia estuviera centrada en mantener el trabajo y no en dejar a la gente sin empleo para mantener las ganancias, la situación sería completamente diferente. Hoy en día poco importa el ser humano. Se han puesto en marcha paliativos perniciosos para evitar que la gente muera de hambre. Es inicuo, considerando además que esos paliativos no durarán mucho. La indigencia va a aumentar. Frente a esta situación considero que los políticos están ocupados en la administración, en el mantenimiento del sistema en el encarnizamiento terapéutico. Sin embargo, este modelo no puede seguir manteniéndose, es imposible. No podrá lograrlo. Por el contrario, la sociedad civil inventa, innova, imagina otro modelo de sociedad. Con el poder de la moderación, las cosas se invierten. La moderación se convierte en el potente fundamento de la organización del mundo del futuro. Con ella el capitalismo tendrá problemas.
– Ver vídeo: » Vers la Sobriété Heureuse «, Conférence Pierre Rabhi del 20 de noviembre de 2012 à Clermont-Ferrand
Fuente: http://www.humanite.fr/politique/pierre-rabhi-toute-demarche-qui-construit-de-l-aut-546906
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