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¿Todos contra Hamas? No, todos contra los palestinos

Fuentes: Rebelión

1. Secuencia de hechos destacables relativos a Palestina desde el comienzo de 2006: Hamas gana las elecciones en los Territorios Ocupados en enero. Kadima gana las elecciones en Israel en marzo. Estados Unidos mantiene su ayuda anual a Israel de más de 3.000 millones de dólares (además de otras grandes cantidades públicas y privadas) y […]

1. Secuencia de hechos destacables relativos a Palestina desde el comienzo de 2006:

Hamas gana las elecciones en los Territorios Ocupados en enero.

Kadima gana las elecciones en Israel en marzo.

Estados Unidos mantiene su ayuda anual a Israel de más de 3.000 millones de dólares (además de otras grandes cantidades públicas y privadas) y la Unión Europea mantiene su acuerdo preferente en los ámbitos comercial, científico y político con Israel.

La Unión Europea, el principal donante de los palestinos, corta su ayuda de 600 millones de dólares anuales al gobierno palestino. Estados Unidos hace lo mismo.

Israel interrumpe el pago de los más de 50 millones de dólares en impuestos aduaneros que mensualmente recauda y debe entregar al gobierno palestino.

Naciones Unidas declara que el 65% de los habitantes de Gaza y el 48% de Cisjordania vive bajo el umbral de la pobreza.

Estados Unidos y la Unión Europea aíslan políticamente al gobierno palestino. Otros países y Naciones Unidas se suman a esta política.

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2. Relación de hechos no menos importantes sucedidos en estos mismos meses:

Entre el 7 y el 9 de abril el ejército de ocupación israelí mató a 14 civiles palestinos e hirió a 30.

Israel sigue construyendo el muro de anexión en tierra palestina ocupada despreciando la Corte Internacional de Justicia, que lo declaró ilegal en 2004.

Israel cierra el paso de Karni y acrecienta las penurias de los palestinos.

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3. Descripción de la situación actual del conflicto:

Estados Unidos y la Unión Europea exigen al gobierno palestino que reconozca a Israel, renuncie a la violencia y acepte los acuerdos de paz firmados por el gobierno anterior. Esta exigencia es ilegal:

a) La resistencia a la ocupación es un derecho irrenunciable.

b) Los acuerdos son contrarios a las resoluciones de Naciones Unidas, que exigen la retirada de los territorios ocupados sin condiciones.

c) Israel debería cumplir las condiciones de su aceptación en Naciones Unidas para exigir su reconocimiento por los demás países.

Nada se exige a Israel. Sin embargo, una vez terminada la ocupación y establecido el Estado Palestino no habría necesidad de negociaciones interminables ni condiciones absurdas que no aportan una solución justa al conflicto y por lo tanto excluyen la paz. Hay que tener en cuenta lo siguiente:

a) Israel es potencia beligerante de ocupación, el pueblo palestino es su víctima.

b) Israel es potencia nuclear y tiene el ejército más poderoso de Oriente Medio. Los palestinos tienen unas milicias pobremente armadas e ineficaces para atacar a Israel y defenderse de él. Además, el poder económico de Israel es mucho más grande que el de los palestinos.

c) Israel tiene más que ganar con la fuerza que con el derecho (así lo manifestó Ben Gurion). No tiene necesidad de negociar (salvo para aparentar ante la opinión internacional) ni deseo de cumplir la ley internacional, ya que tendría que abandonar los territorios ocupados, permitir el regreso de los refugiados y pagar compensaciones a las víctimas de sus políticas desde 1947.

d) El incumplimiento israelí de los acuerdos de paz que se exige cumplir a los palestinos es algo menor frente a sus violaciones de esa ley, pero el hecho de que ni se le mencione es una clara señal de la prepotencia, del desprecio por los palestinos y de la burla que hacen Israel y sus partidarios de las resoluciones de la ONU y del derecho humanitario internacional.

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4. Resumen de lo más significativo desde octubre de 2000 (última Intifada):

Los hechos anteriores no se han producido en un vacío, vienen precedidos de casi seis años de agudización del conflicto. Alrededor de 4000 palestinos han resultado muertos por ataques del ejército de ocupación israelí (y colonos). Además, Israel ha hecho prisioneros a unos 9.000, ha demolido unas 8.000 viviendas, ha confiscado 250.000 dunams (un dunam equivale a mil metros cuadrados) y ha arrancado más de un millón de árboles. Ciudades y pueblos han sido atacados por el ejército israelí de ocupación. Israel ha impedido y dificultado el acceso de equipos médicos y de la Cruz Roja, así como de medios de comunicación, a poblaciones asediadas. Israel ha impedido a misiones internacionales investigar su ataque al campo de refugiados de Jenín en 2002. Israel ha asesinado a los principales líderes palestinos y ha bombardeado la sede del gobierno palestino, donde recluyó a Arafat hasta su muerte. Israel ha destruido y arruinado gran parte de la escasa infraestructura palestina y sus incipientes medios económicos, lo que unido a sus bloqueos, restricciones y políticas represivas, ha dejado a la población dependiente de la ayuda internacional para subsistir.

Aproximadamente 1000 israelíes han muerto a manos de palestinos en este periodo. Ningún israelí ha sido detenido, ninguna ciudad israelí ha sido asediada, sometida a toques de queda ni bombardeada, ninguna casa israelí ha sido demolida, ninguna de sus tierras y árboles han sido confiscados ni arrancados por parte de los palestinos. Ningún israelí se ha visto privado de asistencia médica. Ni el primer ministro de Israel ni la sede de su gobierno han sufrido ataque alguno a manos de los palestinos. La potente infraestructura israelí no ha sido objeto de ataque, ni sus medios económicos bloqueados por parte de los palestinos.

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5. Lo que ocurre en uno y otro campo y lo que cabe esperar.

El gobierno palestino lleva tres meses en el poder y las milicias veinte de tregua, pero Occidente le ha puesto nuevas condiciones en lugar de exigir el fin de la ocupación. Naciones Unidas asiente como ha asentido a la agresión de Irak y los gobiernos de los países árabes tienen más miedo de Estados Unidos e Israel que de la ira de sus poblaciones, solidarias con los palestinos.

El gobierno de Hamas no es el responsable del conflicto en Palestina, es el resultado de los casi cuarenta años de ocupación israelí y quince de negociaciones que no han producido otra cosa que miles de muertos, heridos y detenidos e incontable represión, miseria y penalidades para los palestinos.

El rechazo de los palestinos a esta situación no ha sido acompañado por el anterior gobierno palestino de Fatah, que en los últimos diez años ha abandonado en realidad aunque no en su discurso político los fines de la causa palestina y se ha rendido a Israel y Estados Unidos en lugar de resistir con su pueblo. Hay que advertir que las miserables condiciones de vida de éste no la padecen sus líderes, que disfrutan de libertad de movimientos y de mucho dinero, además de poder sobre sus compatriotas.

La llegada del nuevo gobierno, debida en parte a la hartura de la población ante el deterioro de su situación y la rampante corrupción del anterior, significa el fin de los privilegios para sus miembros, quienes se resisten a perderlos. Esto está dando lugar a luchas de momento políticas entre la presidencia y sus aliados por un lado y el nuevo gobierno y sus partidarios por el otro. En contra del interés nacional, miembros del antiguo gobierno y de Fatah boicotean al nuevo de la mano de los poderes occidentales e Israel.

Los sionistas no pueden estar más satisfechos. Un gobierno de Hamas es un regalo en bandeja de plata. Basta pensar que si martirizaron a Arafat hasta el final, a pesar de haberle hecho aceptar anteriormente de buena o mala gana las políticas israelíes, a los miembros del nuevo gobierno les esperan los mismos misiles que mataron a sus dos líderes principales: Yassin y Rantisi. Así lo acaba de anunciar el gobierno israelí: los miembros del gobierno palestino siguen siendo objetivo de su ejército.

Los votantes israelíes han aprobado las políticas genocidas de su gobierno de turno (las diferencias entre sus partidos políticos están principalmente en los nombres de sus líderes) y han confirmado su voluntad de que Palestina sin palestinos sea para el disfrute exclusivo de los judíos de todo el mundo. Hay que entender que una nación que es la única potencia nuclear regional y que además cuenta con el apoyo de la gran potencia nuclear mundial, no quiera negociar con un contrincante tan débil y abandonado como el palestino.

Los países occidentales conocen el sueño sionista de «una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra», que es al tiempo la pesadilla palestina de expulsión de su tierra y vida de refugio sin compensación ni esperanza de justicia. Al cortar su ayuda económica al gobierno palestino están dejando a sus 140.000 empleados sin el sueldo que les permite alimentar a sus familias, o sea, el 23 por ciento de los tres millones y medio de palestinos que viven en Gaza y Cisjordania. Su objetivo es que los propios palestinos apeen a Hamas del gobierno y así volver a negociar con uno de Fatah, que tan útil les ha sido en el pasado para anular el movimiento nacional palestino.

Es arriesgado e inútil predecir el futuro, aunque el conocimiento del pasado y la reciente advertencia del Comité Internacional de la Cruz Roja de que «la congelación de la ayuda internacional disparará una crisis humanitaria, económica y de seguridad», inducen al pesimismo.

El propio interés, ya que ni un asomo sentimiento humanitario ni de sentido común parecen iluminar a los poderosos, podría convencerles de que la paz y la seguridad que dicen buscar son el resultado de la justicia y no del abuso y la represión. Esto lo sabía hace más de dos mil años el profeta Isaías, quien vivió en Jerusalén y que en uno de los libros proféticos escribió: «De la justicia brotará la paz, y del derecho la calma y la seguridad por siempre» (I. 32, 17).