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Egipto

Trabajando entre bambalinas

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Aunque ha pasado más de un mes desde que el Comité de Asuntos Árabes de la Asamblea Popular de Egipto emitió sus recomendaciones acerca de cuál debía ser la política exterior de Egipto en la siguiente fase, el impacto de dichas recomendaciones continúa teniendo eco en las declaraciones de los comentaristas y expertos israelíes. Consideran la declaración del presidente del mencionado Comité, Mohamed Idris, como un indicador claro de los cambios acaecidos en Egipto y, sobre todo, el hecho de que la declaración del Comité evitó utilizar el nombre «Israel» y en su lugar aplicó el término «entidad sionista», afirmando que Israel es «el principal enemigo que amenaza la seguridad nacional de Egipto». También instaba al gobierno egipcio para que apoyara y ayudara al pueblo palestino en su lucha armada contra las fuerzas ocupantes israelíes.

Yehuda Halevi, experto en el Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén, dijo que si el nuevo régimen en Egipto asume la recomendación del Comité de que Israel es «el principal enemigo que amenaza la seguridad nacional de Egipto», esto podría significar que a Egipto se le exigiera la reconstrucción de su poder militar para enfrentar esta amenaza. Esto incluiría también el campo nuclear, lo que convertiría las acciones de Egipto en una amenaza existencial para Israel. Halevi sugirió que Tel Aviv debería tener en cuenta las transformaciones que están teniendo lugar en Egipto y prepararse y adoptar las necesarias precauciones para enfrentar cualquier acción futura de Egipto que suponga una amenaza para Israel.

El gobierno del primer ministro Binyamin Netanyahu no esperó a que el parlamento egipcio emitiera dichas recomendaciones y ha dado ya pasos para enfrentar lo que considera la amenaza de Egipto tras haberse convertido en estado enemigo. Decidió construir lo que se ha descrito como el «mayor centro de inteligencia» en el desierto del Negev, en un lugar cercano al Sinaí, cuya principal misión será espiar y dirigir la recogida de inteligencia sobre Egipto en esta próxima fase. El recinto será la mayor estación de vigilancia y espionaje del mundo. Su misión incluirá interceptar llamadas telefónicas, mensajes electrónicos y datos enviados vía satélite y cables de comunicación marítima a través del mar Mediterráneo. También recogerá datos electrónicos y controlará las comunicaciones del gobierno, organizaciones, compañías y personas individuales, e incluirá toda una serie de edificios en un área de más de 600.000 metros cuadrados.

La decisión de construir el nuevo centro de inteligencia se basó en una recomendación del Instituto israelí para Estudios de Seguridad Nacional (INSS por sus siglas en inglés), que hizo hincapié en la necesidad de que Israel conozca lo que está sucediendo en Egipto, especialmente tras la revolución. Esta misión serviría para alertar a Israel antes de que Egipto adoptara cualquier acción (militar o diplomática) contra él, de forma que pueda preparar las medidas necesarias para contrarrestarla y no ser cogido por sorpresa y así evitar víctimas. El INSS subrayó que Israel prestaría más atención a los asuntos de inteligencia y pidió decisión a los políticos en Tel Aviv para que acumulen tanto potencial militar tradicional como no tradicional a fin de asegurar la victoria de Israel en cualquier futura confrontación con Egipto.

El INSS pidió a la cúpula del ejército israelí que reactivara los métodos y las prácticas utilizados por el ejército en el pasado que tanta ventaja le dieron a Israel sobre sus enemigos, especialmente Egipto. Esos métodos y prácticas incluyen el trabajo clandestino tras las líneas «enemigas», ya que esta es una de las principales lecciones aprendidas desde las revoluciones de la Primavera Árabe. Los líderes militares han adoptado esta recomendación y la Junta de Jefes del Estado Mayor anunció la creación de un liderazgo militar denominado «Liderazgo Profundo» que será responsable de organizar y pergeñar las operaciones del ejército israelí en el corazón de los estados árabes tras las revoluciones árabes.

Las recomendaciones a los políticos israelíes incluían también un notable incremento del tamaño de las fuerzas armadas, especialmente de la infantería y fuerzas navales, así como la reconstrucción del poder militar y la inversión en sistemas antimisiles, ya sea en los campos de la investigación o del desarrollo.

Al mismo tiempo, el ex jefe adjunto del Estado Mayor del ejército israelí, Ozi Dayan, instó a Tel Aviv a que no dudara en ordenar al ejército y a las unidades especiales que llevaran a cabo operaciones dentro del Sinaí con el pretexto de frustrar las operaciones contra Israel que pudieran lanzarse desde allí.

Pero Israel no solo está adoptando precauciones militares para enfrentar diversos escenarios posibles en El Cairo. Hay claros indicios de que Tel Aviv está trabajando entre bambalinas para influir en la realidad política de Egipto en coordinación con EEUU. Están intentando forzar al próximo gobierno egipcio para que se adhiera a las políticas del régimen de Mubarak respecto al conflicto árabe-israelí. Una de las recomendaciones más pertinentes enviadas al gobierno de Netanyahu es que debe pedir a la administración estadounidense que presione a los estados del Golfo Arábigo para que utilicen su ayuda financiera a Egipto a recomponer el régimen de Mubarak, o al menos vincular la ayuda árabe al compromiso de que el nuevo régimen en El Cairo no se desvíe de las políticas y estrategias de Mubarak, especialmente de las desplegadas en la última década de su gobierno.

Ya que los israelíes son conscientes de que la crisis económica mundial impide que EEUU asigne fondos para operaciones destinadas a influir en los acontecimientos en El Cairo, los israelíes están sugiriendo que el Presidente Obama inste a los dirigentes de los estados del Golfo a que destinen a tal fin parte de los inmensos beneficios del incremento de sus ingresos del petróleo.

La televisión israelí reveló que la oficina de Netanyahu y el ministerio de asuntos exteriores israelí están trabajando en secreto con Washington sobre cómo influir en el futuro en lo que pueda suceder en El Cairo. También informó que en los pasados meses hubo un intercambio de muchas ideas «creativas» entre Tel Aviv y Washington sobre las mejores vías para influir discretamente en el futuro en el régimen egipcio.

Las medidas adoptadas por Israel junto con su asesoramiento a la administración estadounidense se basan en su mayoría en las recomendaciones de cientos de estudios de centros israelíes de investigación que fueron alentadas por quienes toman las decisiones en Tel Aviv. Por ejemplo, un estudio dirigido por investigadores israelíes y estadounidenses, publicado por el Centro Begin-Sadat para Estudios Estratégicos de la Universidad Bar Ilan en Israel, sugería que Occidente -especialmente EEUU- debería vincular en el futuro todos los tipos de ayuda a Egipto a que la cúpula militar mantuviera su estatus y atribuciones. Se considera que el ejército es el defensor de las políticas y posiciones del régimen de Mubarak.

El general Ron Tira (retirado), que desempeñó altos puestos en la inteligencia israelí, cree que la mayor amenaza estratégica para Israel como consecuencia de la revolución egipcia es que los futuros gobiernos renieguen de los compromisos del Acuerdo de Camp David que puso fin a las hostilidades entre Egipto e Israel. Tira añadió que el Acuerdo sacó a Egipto del círculo de enemigos de Israel en el conflicto con otras partes árabes, facilitando que Tel Aviv pudiera centrar su atención militar en otros frentes.

Señaló además que Camp David ayudó a formular una asociación estratégica entre Israel y el régimen de Mubarak que posibilitó que Israel llevara a cabo varias operaciones militares contra otros países árabes bajo circunstancias ideales. Según Tira, la asociación estratégica con el régimen de Mubarak llegó a su culmen durante la guerra que Israel lanzó contra Hizbollah en julio de 2006 y en la guerra contra la Franja de Gaza a finales de 2008. El régimen de Mubarak facilitó a Israel un clima regional favorable para que Israel continuara sus ataques con mínimas objeciones árabes e internacionales. De ahí que Israel necesite que el régimen egipcio de la post-revolución prosiga con las políticas de Mubarak.

Un indicador de cuán estrechamente está Israel siguiendo los desarrollos en El Cairo es la gran decepción mostrada ante el fracaso del candidato presidencial Omar Suleiman, vicepresidente del derrocado autócrata Mubarak. La decepción fue tan fuerte que las personalidades políticas y de los medios centraron su rabia en el antiguo ministro israelí de defensa Binyamin Ben-Eliezer por alabar a Suleiman una vez que este presentó los documentos de su candidatura.

Muchos funcionarios y comentaristas israelíes creen que esas alabanzas de Ben-Elizer -que en otra ocasión describió a Mubarak como «un tesoro estratégico para Israel»- fueron contraproducentes. Sugieren que esas declaraciones incitaron a la opinión pública egipcia contra Suleiman, lo que molestó bastante en los círculos que los responsables de las decisiones en Tel Aviv. Netanyahu envió después órdenes estrictas a sus ministros y asesores para que no hicieran comentarios sobre la situación interna en Egipto, ante el temor de que dichos comentarios aviven el debate en Egipto contra las figuras del régimen de Mubarak que planean presentarse como candidatos a las próximas elecciones presidenciales.

La radio israelí informó que el viceprimer ministro Moshe Yaalon dijo: «Todas las autoridades israelíes deben ser conscientes que cualquier comentario positivo que hagamos sobre cualquier candidato será contraproducente. Naturalmente que confiamos y rezamos para que gane las elecciones presidenciales egipcias un candidato que crea en las políticas de Mubarak, pero no podemos manifestar esto de forma que resulte contraproducente».

Israel está conteniendo la respiración. Sus dirigentes confían contra toda esperanza que el nuevo régimen no se desvíe de la visión estratégica de Mubarak.

Saleh Al-Naami es periodista y vive en Gaza. Es experto en asuntos israelíes y corresponsal del periódico panárabe Al-Sharq Al-Awsat, que se elabora en Londres.

Fuente original: http://weekly.ahram.org.eg/2012/1094/re102.htm