Los sindicatos palestinos llaman la atención sobre las lamentables condiciones en las que se retiene cada día durante horas a miles de trabajadores que se disponen a ocupar su puesto en una compañía israelí. Es la humillación diaria en el checkpoint.
Pasan pocos minutos de las cuatro de la madrugada y el checkpoint de al-Tayba, cerca de Tulkarem (Cisjordania), hierve de gente trabajadora. Empujones y gritos para intentar pasar el punto de control tan pronto como sea posible son la rutina diaria por los miles de palestinos que cada día se aglomeran en esta explanada para ir a trabajar a las empresas israelíes que les contratan.
Encuentros multitudinarios alrededor de hogueras se convierten en asambleas improvisadas que se prolongan durante horas para los que no tienen permiso de trabajo, que deberán cruzar los últimos. Los sindicatos locales que denuncian la situación calculan que unos 12.000 palestinos cruzan diariamente este punto de control.
«¿Puedes decirme si hay algún trabajador en el mundo que pueda trabajar en condiciones tras tardar cinco horas para llegar al trabajo?», se pregunta uno de los palestinos que espera en la cola para entrar en el checkpoint. Los nervios, la tensión y los enfrentamientos por miedo a llegar tarde al trabajo son constantes.
Lo que en circunstancias normales sería un viaje de una hora desde Tulkarem hasta Tel Aviv -donde están ubicadas la mayoría de compañías-, bajo la ocupación se convierte en una odisea de hasta cinco horas.
Aunque el checkpoint abre a las cuatro de la madrugada para los que tienen permiso de trabajo en una empresa israelí, «si llegas a las dos o las tres de la madrugada al checkpoint, llegarás al trabajo. Más tarde, ya no», precisa el coordinador de Land Defense Coalition y Stop the Wall, Jamal Jamah.
Construcción y agricultura
«Si hay retrasos a la hora de pasar el control y no llegan a la hora acordada al otro lado del checkpoint, el coche de la empresa israelí se irá y se quedarán sin trabajar ese día, arriesgándose a perder el puesto de trabajo», explica Jamah.
Pero «los trabajadores que directamente no tienen un trabajo fijo -entre un 20% y un 30% de los que hacen cola- tendrán que esperar hasta las siete de la mañana para cruzar», según explica el presidente del sindicato New Union, Mohammed Bled, que periódicamente visita a los trabajadores palestinos en el checkpoint para escuchar sus quejas y buscar posibles soluciones. Además, el 90% de los que no tienen trabajo y cruzan a las siete difícilmente encontrarán un coche israelí al otro lado que les ofrezca trabajo. Estos trabajadores palestinos, la mayoría hombres de entre 30 y 50 años provenientes de Jenin, Nablus y Tulkarem, son empleados en el sector de la construcción y de la agricultura, según calculan los sindicatos que tratan la problemática de cerca.
Nervios en el checkpoint
Entrar en el checkpoint significa enfrentarse diariamente a la ocupación. En total, cada palestino tarda entre una y dos horas en cruzar el punto de control debido a la lentitud de los guardas israelíes a la hora de revisar sus permisos de trabajo y documentos de identidad y comprobar la huella dactilar de cada uno de los trabajadores. «El año pasado un trabajador murió en el checkpoint, y en 2014 murieron dos más. Después de un accidente así lo ponen todo más fácil, pero al cabo de una semana la situación se complica otra vez», lamenta Jamal Jamah, que a la vez explica que periódicamente desde los sindicatos palestinos organizan huelgas y protestas para intentar mejorar la situación, a pesar de que nunca se obtienen resultados.
La situación de frustración y las aglomeraciones en el interior del checkpoint provocan peleas y discusiones diarias entre los mismos palestinos, así como enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes. Para Jamal Jamah, «la solución pasaría por poner presión al sindicato israelí Histadrut. También queremos llamar a los sindicatos internacionales de trabajo para que vengan a ver cómo tratan a los trabajadores como animales», dice el activista.
La falta de trabajo y los bajos salarios en Cisjordania son los principales motivos que empujan a más de 38.000 palestinos a cruzar diariamente los once checkpoints destinados a ir a trabajar a Israel. «La comunidad internacional dice que no hace boicot a Israel porque en ese caso los palestinos no tendrían trabajo. Este es un problema político: no queremos trabajo, queremos nuestra libertad», exclama Jamal Jamah.