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Turquía

Tras la tentativa golpista, estado de urgencia y unión nacional

Fuentes: A l'encontre

Erdogan y el Consejo de Seguridad Nacional han respondido a la sangrienta tentativa de golpe de Estado que tuvo lugar la noche del 15 de julio con la instauración del estado de urgencia. Limitado -por el momento- a un período de tres meses, el estado de urgencia permite al gobierno, entre otras cosas, prolongar la […]

Erdogan y el Consejo de Seguridad Nacional han respondido a la sangrienta tentativa de golpe de Estado que tuvo lugar la noche del 15 de julio con la instauración del estado de urgencia. Limitado -por el momento- a un período de tres meses, el estado de urgencia permite al gobierno, entre otras cosas, prolongar la duración de las detenciones preventivas hasta los 30 días, declarar toques de queda, prohibir concentraciones públicas y dictar decretos con fuerza de ley. Sin embargo aunque el estado de urgencia no comprende la tortura, ésta está ya en vigor como testifican las fotos de los militares detenidos difundidas, con orgullo, por la agencia de prensa oficial…

El estado de urgencia en cifras

Si nos fiamos de las cifras oficiales sobre las detenciones y las purgas, el nivel de infiltración de la hermandad de Fetullah Gülen (cuya responsabilidad en el golpe de Estado está ya desvelada por los testimonios) en el aparato del Estado es asombrosa. Parecería que los ayudas de campo de Erdogan así como los del Jefe del Estado Mayor están en el golpe. Y la confesión de Erdogan según la cual no había podido reunirse ni con el jefe de los Servicios de Información (al que anteriormente había denominado como su «caja de los secretos«), ni con el Jefe del Estado Mayor en la tarde del golpe de Estado y el hecho de que estos últimos no hubieran tenido conocimiento de la tentativa más que a las 16 horas, mientras que Erdogan lo supo cuatro horas antes -y por otras fuentes- indican que la conspiración ha sido más profunda de lo que parece y por tanto no limitada a los adeptos de Gülen. Se trata probablemente de una coalición de los gülenistas con otros grupos militares hostiles a Erdogan, pero, como señala Selahattin Demirtas, líder del HDP, los golpistas pueden tener contactos en el interior del AKP.

Aunque se pueda dudar de que todos estos arrestos y purgas tengan un fundamento y sea innegable que, en parte, se trata también de una caza de brujas (que ha superado, bastante rápidamente, los círculos religiosos islamistas), las cifras indican sobre todo la amplitud de la reestructuración del Estado que Erdogan tendrá que realizar.

En el espacio de 10 días 50 000 personas que trabajaban en la burocracia, el cuerpo judicial, el ejército, la policía, los medios públicos, los hospitales, las universidades, la educación nacional han sido dimitidos de sus funciones. Según las cifras oficiales, 13 000 personas han sido detenidas y puestas en detención preventiva (de ellas 8000 militares y 1500 policías). Entre las 5863 arrestos, 149 conciernen a generales y almirantes, 282 a mandos policiales, y 1559 a jueces y fiscales. 1200 soldados que habrían sido instrumentalizados por los golpistas han sido liberados. En el marco del estado de urgencia, 35 establecimientos de salud, 1043 escuelas privadas, 1229 fundaciones, 19 sindicatos y confederaciones así como 15 universidades ligadas a Gülen han sido disueltas. Igualmente, por decreto, 45 periódicos, 16 cadenas de televisión, tres agencias de prensa, 23 estaciones de radio, 15 revistas y 29 editoriales han sido cerradas. Varias decenas de periodistas y editorialistas (una mayoría de los cuales habían trabajado en la prensa gülenista) están siendo buscados, algunos han sido detenidos. El primer ministro Binali Yildirim ha anunciado recientemente la disolución de la guardia presidencial, 283 miembros de la cual están ya detenidos.

La hermandad Gülen y el AKP

Confesamos que todos nos hemos equivocado (tanto los opositores al régimen, incluyendo la izquierda radical que ha denunciado siempre la infiltración gulenista-, como los partidarios de Erdogan) pensando que Erdogan había logrado conquistar todo el aparato del Estado. De hecho, se trataba de un Estado «fragmentado«, de un «Estado-coladero» destrozado por más de treinta años de infiltración secreta por una hermandad islámica -con la que han coqueteado todos los gobiernos- hiperorganizada y jerarquizada. Hermandad que ha reclutado principalmente entre la juventud pauperizada de Anatolia sobre todo a través de sus «casas de la ilustración» donde esos jóvenes son alimentados y preparados para los exámenes de las universidades y principalmente para las escuelas militares y las de la policía (exámenes cuyas preguntas son ordinariamente distribuidas por adelantado gracias a su infiltración anterior).

Al llegar al poder en 2002, el AKP, que no tenía ningún cuadro en la burocracia había establecido una alianza con la comunidad Gülen para combatir la hegemonía republicana-laicista en el aparato de Estado y domesticar al ejército. Los procesos de 2007-2010 contra militares acusados de estar implicados en conspiraciones golpistas (entre ellos por ejemplo el antiguo Jefe de Estado Mayor) no se basaba en la práctica más que en falsas pruebas fabricadas e utilizadas por la policía gülenista. Los altos grados responsables hoy del golpe de Estado son principalmente los que habían logrado obtener grados superiores tras la eliminación de los militares republicanos en esos procesos. Sin embargo esta coalición ha acabado por debilitarse debido al poder desmesurado de la hermandad en la burocracia, en particular tras la tentativa de detención del Jefe de los Servicios de Información Hakan Fidan -la «caja de secretos» de Erdogan mencionada más arriba-, al que jueces y policías miembros de la hermandad, que estaba opuesta a las conversaciones, acusaban de «apoyar al PKK» por su papel en las negociaciones con el líder kurdo Ocalan. Las amplias operaciones anticorrupción lanzadas en diciembre de 2013 y que habían afectado a cuatro ministros y hombres de negocios cercanos a Erdogan estaban también guiadas por esta hermandad.

Así pues, desde 2013 Erdogan está en guerra contra su viejo amigo, nombrado ahora «Organización Terrorista Fethullahista/Estructura Estatal Paralela«. Las operaciones de envergadura sobre todo en la policía y el aparato judicial, pero también dirigidas a los recursos financieros y los medios de Gülen parecían haber acabado con la potencia de los gülenistas. Pero se ha demostrado que no.

Política de unión nacional

Tomando conciencia de la inseguridad en la que se encuentra su régimen, Erdogan, paralelamente a la ola de la operación antigulenista, rebaja así la tensión frente a sus opositores políticos el CHP (Partido republicano del pueblo) republicano laico y el MHP (Partido de Acción Nacionalista) de extrema derecha. A la vez que excluye, por supuesto, al HDP que sigue siendo considerado como terrorista, aún cuando había participado en la declaración común de los partidos en el parlamente al día siguiente de la tentativa de golpe, en el marco de una concepción de «unión nacional» antigolpista.

Así la resistencia hecha principalmente por la base militante del AKP contra los tanques sufre una reconstrucción discursiva y la noche del 15 de julio, comparada a la Batalla de los Dardanelos (que enfrentó a las otomanos contra las tropas británicas y francesas durante la Primera Guerra Mundial) toma el aspecto de un combate en el que «no había ni turcos, ni kurdos, ni alevís, ni sunitas, sino la nación entera frente a quienes quieren destruirnos«. Y esto con connotaciones ligeramente «antiimperialistas» dado que Gülen está refugiado desde hace años en los Estados Unidos; y la idea de que estos últimos se encuentran detrás del golpe de Estado es compartida en gran medida tanto por la derecha como por la izquierda. Por otra parte, la extradición de Gülen ha sido reclamada por el Estado turco y reviste una gran importancia.

Esta política de unión nacional intenta restringir los campos de batalla en los que se había implicado Erdogan (apostando por una política de polarización y de conflicto), en el contexto de una debilitación del Estado, teniendo en cuenta, por supuesto, que tendrá necesidad de los cuadros republicano-kemalistas y de los del MHP para llenar el vacío creado por la expulsión de los gülenistas. Los militares inculpados y condenados por tentativas de golpe de estado en los procesos de 2007-2010 -procesos que han decaído tras el divorcio del AKP y Gülen- son llamados ya a sus puestos para ocupar el lugar de los oficiales gülenistas…

En el marco de este apaciguamiento de las tensiones entre Erdogan y la oposición, el CHP ha tomado la iniciativa de convocar para el 24 de julio una concentración de todos los partidos en la plaza Taksim -prohibida para las manifestaciones desde Gezi (mayo-junio 2013), pero abierta a las concentraciones pro-Erdogan desde el 15 de julio- «por la democracia y la república».

Diferentes confederaciones y sindicatos, uniones profesionales, movimientos sociales y grupos de extrema izquierda (entre ellos Yeniyo, sección turca de la IV Internacional) han aprovechado la ocasión para volver a la calle, tras meses de represión policial que impedía en la práctica cualquier concentración, para expresar su oposición al golpe de Estado, pero también al estado de urgencia y a la «dictadura» de Erdogan, para expresar su sed de democracia y de laicismo, haciendo resonar, tres años más tarde, la consigna de Gezi: «En todas partes Taksim. En todas partes resistencia!». A seguir….

Fuente: http://alencontre.org/asie/turquie/turquie-apres-la-tentative-putschiste-etat-durgence-et-union-nationale.html

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR