No es la primera vez que Turquía invade el territorio iraquí bajo el pretexto de erradicar las bases de la guerrilla del Partido de los Trabajadores Kurdos, el PKK. De hecho tiene dos bases militares instaladas desde 1991 en el Kurdistán iraquí. El actual despliegue de cien mil soldados turcos equipados con las armas más […]
No es la primera vez que Turquía invade el territorio iraquí bajo el pretexto de erradicar las bases de la guerrilla del Partido de los Trabajadores Kurdos, el PKK. De hecho tiene dos bases militares instaladas desde 1991 en el Kurdistán iraquí.
El actual despliegue de cien mil soldados turcos equipados con las armas más modernas sin duda no es para reducir a una organización que desde la detención de su líder Abdolah Oçalan en 1999 está fragmentada y muy debilitada y que en numerosas ocasiones ha visto cómo Ankara rechaza su oferta de alto el fuego. Lo cierto es que el ficticio peligro de los militantes de PKK y el «Coco» fabricado por los dignatarios turcos camuflan otros objetivos. A nivel regional y soñando en «otomano» , Ankara está recuperando su influencia en Asia Central y en Oriente Medio. La invasión al norte de Iraq, es otro paso para crear una zona de seguridad en Iraq; debilitar el gobierno kurdo iraquí; impedir que el plan «B» aprobado por el Senado estadounidense divida el país ocupado en tres mini estados federales y otorgue a la autonomía kurda la gestión de la ciudad petrolífera de Kirkuk; poner en aprieto a Washington, ya que kurdistan es la única región tranquila de Iraq, y por último presionar al gobierno de Nuri la Maliki para que comparta sus abundantes reservas de petróleo y agua con ellos. Así, Ankara convierte en pesadilla el sueño de independencia de los kurdos de Iraq y desafía a sus propios kurdos, unos 12 millones de almas maltratadas y sin derechos. De momento esa agresión militar ha dejado cientos de muertos civiles, miles de desplazados, y graves problema para el Gobierno Regional kurdo que abastece gran parte de sus necesidades desde alimentos hasta la electricidad de Turquía.
Su vecino iraní -otro Estado que alberga a 7 millones de kurdos-, aunque comparte esas preocupaciones con sus colegas turcos y colabora en bombardear las posiciones de las organizaciones kurdas en su territorio y en Iraq, no le agrada el expansionismo turco.
De cara a interior el gobierno islámico de Ankara, persiguiendo a los kurdos, corrige a quienes habían creído en el concepto religioso de Umma (la hermandad musulmana, más allá de las etnias) para demostrar que es más Panturquista que los laicos. De este modo, no sólo debilitaría ideológicamente a su gran rival, el ejercito, sino le alejaría de la escena política, entreteniéndole en una batalla estéril y de desgaste.
Distanciamiento del Occidente
Turquía, que nunca le gustó la alianza entre EEUU y los kurdos iraquíes, ahora se encuentra con que el Congreso norteamericano le exige pedir perdón por la matanza armenia cometida por el Imperio Otomano, y que la Unión Europea le pone más trabas para su ingreso al privilegiado club. Por lo que ha decidido fortalecer por su cuenta sus posiciones en Asia Central y Oriente medio.
Los importantes acuerdos energéticos con Rusia sobre el trazado de un nuevo gasoducto hacia Europa y con Irán para la compra de gas y la explotación del petróleo del Caspio, a pesar de las presiones de EEUU, forma parte de la agenda propia de Turquía en la nueva situación pos Guerra Fría.
Sin embargo en el aire queda una pregunta: EEUU que en el 2003 había rechazado la condición de Turquía en usar su suelo para las operaciones militares contra Iraq, a cambio de instalar sus 60.000 militares en el kurdistan iraquí, ¿por qué hoy lo consiente? ¿Puede que EEUU sacrifique a los kurdos de Iraq para deshacerse de Irán -enredarle en un conflicto regional-, en colaboración con Turquía? La prensa de la zona alerta al gobierno de Irán de no implicarse, ya que las operaciones militares están sucediendo en la región kurda iraquí, que se encuentra bajo el control de las tropas estadounidenses e israelíes incrustadas, por lo que cualquier acción de los ayatolás podría ser considerada por Washington un ataque a sus fuerzas en esta zona, y todo lo que esta acusación implica.
Demasiados actores, muchos intereses opuestos y una batalla que no ha hecho mas que empezar.
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N. Amirian es la autora del libro «Kurdistán, el país inexistente».