Traducción para Rebelión de Loles Oliván
Turquía está jugando un importante papel en la preparación de una ofensiva militar en nombre de la OTAN en Siria explotando y militarizando las protestas populares en curso contra el régimen represivo de Assad con el fin de instalar un régimen títere respaldado por el imperialismo.
Los disturbios en Siria, que cumplen ahora su séptimo mes, han estado en buena parte dirigidos por fuerzas islamistas subvencionadas por las monarquías del Golfo, especialmente la de Arabia Saudí. La intervención de Turquía amenaza con una guerra civil total y un mayor enfrentamiento en la región.
El responsable sirio de más alto rango que ha desertado, el coronel Riad al-Asaad, se ha refugiado, junto con otros miembros del ejército, en Turquía. Según el diario The Independent, Turquía ha proporcionado protección constante durante varios meses a los desertores y les está ayudando a organizar un Ejército Sirio Libre.
El periódico indica que el objetivo de los rebeldes es derrocar el régimen del presidente Bashar al-Assad con «una estrategia basada en ataques de guerrilla y asesinatos de figuras de las fuerzas de seguridad y de las milicias patrocinadas por el Estado, cuando se están produciendo signos de una creciente resistencia armada contra el régimen tras meses de protestas».
El coronel Assad afirma que unos 15.000 soldados, incluidos oficiales, ya han desertado y que la moral del ejército sirio es baja. Ha declarado a Reuters que «[Assad] no caerá sin una guerra. El que se conduce por la fuerza no puede ser eliminado sino por la fuerza».
Y añade: «El régimen ha utilizado gran cantidad de tácticas opresivas y asesinas, así que me fui… Seré la cara exterior del mando interior, porque tenemos que estar en un lugar seguro y en este momento no hay seguridad en toda Siria.
«Estamos en contacto con desertores a diario. Nos coordinamos cada día con los oficiales. Nuestro plan es ir a Siria. Estamos esperando encontrar un lugar seguro que pueda convertirse en una base para el liderazgo en Siria».
El coronel Assad afirma que está trabajando con otra fuerza rebelde en el interior de Siria, el Movimiento de Oficiales Libres, y reclama a la «comunidad internacional», es decir, a las grandes potencias imperialistas, que proporcionen armas a la oposición y que establezcan una zona de exclusión aérea. Ha declarado al Hurriyet Daily News que «[…] si la comunidad internacional nos ayuda, podemos hacerlo, pero estamos seguros de que la lucha será más difícil sin armas».
Hay informes que revelan que Turquía puede crear una «zona tampón» o «de refugio seguro» en la parte siria de la frontera. Ello ha sido negado por Ankara, pero en los campos de refugiados establecidos en el lado turco de la frontera -que albergan a 10.000 personas- hay insurgentes sirios que pretenden reagruparse y rearmarse bajo la protección turca. Cualquier refugio seguro constituiría en realidad una base militar avanzada desde la que proporcionar fuerzas anti-régimen.
De acuerdo con DEBKAfile, una página web de inteligencia militar israelí que opera desde Jerusalén, la OTAN y Turquía han planificado una intervención en Siria y han evaluado «verter grandes cantidades» de armas para armar a la oposición contra las fuerzas de Assad, en oposición a los ataques aéreos ejecutados en Libia. Arabia Saudí ha participado en las conversaciones porque desempeña un papel clave en la provisión de fondos a los islamistas que han dirigido los levantamientos.
Además, según informa DEBKAfile, los opositores sirios «han recibido entrenamiento para usar un nuevo armamento con oficiales del ejército turco en instalaciones improvisadas en las bases de Turquía cerca de la frontera con Siria».
En un reconocimiento tácito de las afirmaciones siempre negadas por los opositores, de que los Hermanos Musulmanes y elementos salafistas anti-régimen vienen utilizando armas antitanques y ametralladoras pesadas, DEBKAfile informa de que «[las fuerzas sirias] se encuentran hoy ante una fuerte resistencia: les esperan trampas anti-tanque y barreras fortificadas controladas por manifestantes armados con armamento pesado».
El Observatorio sirio para los Derechos Humanos, con sede en Londres ha informado que desertores del ejército han asesinado a 11 soldados, incluidos cuatro en un atentado en la provincia de Idlib, en el noroeste, y cinco en Homs, además de herir a decenas. Esta información sigue a otra anterior de la misma organización que indicaba que en la actualidad en este conflicto se está asesinando más a personal de seguridad que a civiles.
Damasco ha afirmado en repetidas ocasiones que los disturbios los estaban fomentando fuentes externas. En junio, el régimen de Assad acusó a Ankara de apoyar una incursión rebelde en el norte de Siria, en Yisr al-Shughur.
El respaldo del primer ministro Recep Tayyip Erdogan a las fuerzas insurgentes sitúa a Ankara -único miembro de OTAN en Oriente Próximo- mucho más en consonancia con el gobierno de Obama, que ha pedido al presidente Assad que dimita, aunque públicamente ha descartado una intervención militar al estilo de la de Libia.
Hace dos semanas, el ejército turco, el segundo mayor de la OTAN, llevó a cabo maniobras militares en la provincia de Hatay, en la frontera norte de Siria. Antiguamente era parte de Siria hasta que Francia, como potencia colonial en Siria y Líbano, la cedió a Turquía en 1939 a cambio de que Ankara se mantuviera fuera de la Segunda Guerra Mundial.
La semana pasada, tras el veto de Rusia y China de una resolución patrocinada por Naciones Unidas contra Siria, Erdogan anunció que su país podría imponer sanciones económicas a Siria. Con ello se pretende obtener la ruptura entre la elite empresarial suní de Siria y el régimen de Assad. Es de esperar que las sanciones tengan un gran impacto en la economía de Siria, particularmente en el norte y en Alepo, la ciudad más grande de Siria y con la que Ankara ha establecido estrechas relaciones comerciales e inversiones.
Las sanciones económicas se suman al embargo de armas de Turquía al régimen de Assad. La armada turca ya ha interceptado armas con destino a Siria.
Junto con sus intervenciones militares y económicas, Ankara ha patrocinado varias conferencias con objeto de forjar una oposición política viable entre la fracturada disidencia siria que pudiera ser la base de un futuro gobierno, siguiendo la senda del Consejo Nacional de Transición libio apoyado por la OTAN. La ausencia de una oposición unida y coherente ha sido uno de los factores que obstaculizan los esfuerzos occidentales para derrocar al régimen de Assad.
A principios de este mes, grupos de la oposición siria se reunieron en Estambul para formar un Consejo Nacional Sirio (CNS), para elegir un liderazgo, y para buscar el apoyo de la «comunidad internacional» en forma de presiones políticas y sanciones económicas.
El CNS es una inestable coalición de organizaciones que representan a sectores disidentes de la burguesía siria que tratan de establecer su propio régimen anti-democrático en Damasco con el respaldo de diversas potencias imperialistas y regionales, cada una de las cuales cuenta con sus propios títeres.
El nuevo presidente y portavoz de la organización recién elegido, que vive en París, el académico Burhan Ghaliun, ha declarado que el Consejo ha pedido la oposición pacífica a al-Assad y que se opone a la intervención extranjera en Siria.
Pero Ghaliun es poco más que el hombre de paja de los poderes reales dentro y tras el CNS. Otros miembros y grupos de la oposición, sobre todo en Siria, están pidiendo una intervención militar internacional en forma de zonas de exclusión aérea sobre la frontera norte de Siria con Turquía, sobre la frontera occidental con Líbano, y en la frontera sur con Jordania, las áreas donde se han producido los enfrentamientos más encarnizados. Con el pretexto de «proteger a los civiles», ello no es otra cosa que -como se ha demostrado en Libia- una solicitud de un apoyo aéreo cercano para respaldar a la oposición armada sobre el terreno frente a las fuerzas gubernamentales.
Los representantes turcos dentro del CNS son los islamistas y los Hermanos Musulmanes, que están prohibidos en Siria pero reciben el respaldo de los saudíes, de las monarquías del Golfo y de las fuerzas del entorno del ex primer ministro Saad Hariri en Líbano. Turquía también ha reclutado a algunos grupos kurdos opuestos al Partido de los Trabajadores Kurdos de Turquía (PKK) para que vigilen a la población kurda de Siria.
Incluir la presencia de una pieza kurda en el CNS resulta problemático para Turquía al estar inmersa en la actualidad en intensos combates con las fuerzas kurdas en el norte de Iraq. Pero con elemento kurdo o sin él, el CNS proporciona un barniz de legitimidad a la intervención de Ankara en el conflicto sirio.
En representación de los intereses de Washington en el CNS se encuentra el grupo disidente de la Declaración de Damasco, integrado por antiguos partidarios del régimen, miembros de inestables y pequeños partidos políticos sirios, nominalmente «socialistas» , «comunistas», y nacionalistas árabes. Lo creó y lo financió el gobierno de Bush en 2005 para proporcionar la base de una «revolución de color» en Siria tras la crisis provocada por el asesinato del ex primer ministro libanés y empresario multimillonario Rafik Hariri, atribuido por Estados Unidos a Siria.
El CNS incluye asimismo a los Comités de Coordinación Local que organizan las protestas en Siria, a dirigentes tribales y a otros grupos, como el Comité General de la Revolución Siria.
A principios de esta semana, el Consejo se reunió con Ahmet Davutoglu, ministro de Exteriores turco, para buscar respaldo a sus planes aunque este responsable había negado anteriormente que se planease una reunión tan delicada. Gulf News ha citado a Davutoglu afirmando que si así se requiere, Ankara está lista para una guerra total contra Damasco.
El ministro de Exteriores sirio, Walid al-Muallim, ha advertido de que su gobierno tomará «severas» medidas contra cualquier país que reconozca al CNS y se ha quejado por la imposición de sanciones contra su país por parte de Turquía diciendo que «la hostilidad [turca] se volverá en su contra».
La Unión Europea ha acogido con satisfacción la formación del CNS como un «paso positivo», al igual que Estados Unidos y Canadá, y ha hecho un llamamiento a que otros países sigan su ejemplo. No son los únicos que han reconocido al CNS como único representante legítimo del pueblo sirio sino que el CNT de Libia y el grupo opositor egipcio Coalición Democrática por Egipto lo han hecho.
El emir de Qatar, el jeque Hamad bin Jalifa Al-Zani, fue uno de los que primero se movilizó para solicitar la intervención internacional contra el régimen de Gadafi en Libia. Su cadena de noticias Al-Yasira, respaldada por el Estado, ha atacado sin tregua al régimen sirio, lo que ha provocado que el jefe de su delegación en Beirut haya dimitido en protesta por su descarada propaganda. El jeque ha apoyado al CNS declarando: «Creo que este Consejo es un paso importante para el beneficio de Siria».
El general David Petraeus, convertido recientemente en director de la CIA, se reunió el pasado mes de octubre con opositores en Turquía. Hay informaciones de que la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, se ha reunido con miembros de la oposición siria «por primera vez» el 2 de agosto, aunque ella se encontraba en Turquía cuando tuvo lugar la reunión de grupos de oposición que anunció la formación del CNS.
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