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Txiki, miembro de ETA, 21 años: el último fusilado del franquismo

Fuentes: Ctxt [Foto: Txiki Paredes, en una imagen cedida por su familia]

El etarra extremeño, que emigró de Zalamea de la Serena a Zarautz, fue ejecutado hace 50 años tras un juicio sin garantías y con una sentencia de muerte ya firmada. Un mes después murió el dictador.

“Pues coño, era de un comando, no estaba escribiendo un libro…”, dice con ironía. “No te voy a negar, porque lo sabe mucha gente, que en el tiempo que estuvo en ETA, algo haría… tuvo varios tiroteos con la Guardia Civil. Él no era un santo, era un revolucionario. Vivía Franco, era una guerra contra Franco, contra un dictador”. Quien habla es Diego Paredes Manotas, vasco con sangre extremeña, hijo de la emigración de los años sesenta, hermano del último fusilado en España cuando el franquismo ya agonizaba. Ese último condenado a muerte fue Juan Paredes, conocido como Txiki, “le apodaron así porque era igual de enano que yo”, bromea. Se cambió el nombre por Jon y después por ese seudónimo con el que se convirtió en símbolo en el País Vasco. 

Este 2025 se cumplen 50 años de su ejecución. Ocurrió el 27 de septiembre de 1975. Apenas un mes después, moría Franco. Varios guardias civiles de aquella época dispararon contra él y otros cuatro presos en un bosque cercano a Barcelona. La orden se ejecutó tras celebrarse un juicio sin ninguna garantía y con una sentencia de muerte ya firmada. Txiki tenía 21 años. Lo acusaron de matar a un policía en el atraco a un banco. “Pero Txiki no disparó. Iban a por él porque era extremeño, y querían dar ejemplo”, asegura su hermano.

Ha pasado medio siglo. ETA ya dejó las armas pero permanece en el debate político. Hay heridas y cicatrices. E ideas muy asentadas de qué significó –y significa– la banda terrorista. 

Desde su tierra natal

Diego, ya jubilado, es el único de los siete hermanos que conserva el vínculo con sus raíces. Cada año intenta pasar unos días en su pueblo natal, Zalamea de la Serena, provincia de Badajoz (unos 3.400 habitantes). Aprovecha sus visitas también para viajar por los alrededores y conocer mejor la que considera igualmente su tierra. La conversación con él tiene como escenario una cafetería de la Plaza Chica de Zafra, otro municipio pacense por el que ha paseado como turista. Desde ahí hace memoria de su vida.

Apenas tenía cinco años cuando su familia dejó Zalamea para emigrar a Zarautz, en Guipúzcoa, un municipio costero que desde finales de los 50 acogió a unos 700 extremeños que huían de la miseria. Fue una de las colonias más importantes. Diego era el tercero de los hermanos; Txiki, el segundo, rondaba los ocho años cuando pisó tierra vasca. Cuenta: “Mi padre trabajaba pintando muebles, no había medidas de seguridad, se tragaba todo, y le afectó a la salud. Murió en 1971 por una angina de pecho. Tenía 43 años. Iba sábados y domingos. Se curraba mucho, 12 o 14 horas al día, para ganar lo justo”.

Cuando llegaron a Zarautz eran cinco hermanos, allí nacieron otros dos. “Tuvimos que salir adelante…”. Su madre atendía el comedor de un convento franciscano y también lavaba ropa. 

Txiki entró en un taller con 14 años y empezó a tener contacto con sindicatos de izquierdas. “Con 15 años ya hizo huelgas”. Desde ahí, a los 19, entró en ETA. En pocos meses se tuvo que marchar de casa, “la familia ya apenas lo veíamos”.

Los paisanos

Sí recuerda Diego algunos de los encuentros que su hermano tuvo con la Guardia Civil: “Cuando venían de hacer algún ‘trabajo’, con armas en el coche, y había un control, porque eran muchos los controles, él sacaba su carné de identidad, donde ponía Zalamea de la Serena, e imitaba el acento extremeño. Y el guardia civil de turno le decía: ‘¡hombre, paisano!’ Y los dejaba pasar”.

Diego tenía 18 años recién cumplidos cuando fusilaron a Txiki. Fue el hermano mayor de la familia, junto a los abogados, quien estuvo presente. “Después ese hermano, cuando pasó el tiempo, se metió a policía municipal y entonces yo le dije: a partir de ahora tú allí y yo aquí”, expresa con rotundidad Diego. “Es que a Txiki lo torturaron sin parar… Lo que sí pidió fue que no le aplicaran el garrote vil, que lo fusilaran. Los abogados lo hablaron con los militares y se lo concedieron. Murió cantando. Fíjate si era idealista”.  

Se pudo despedir de su madre apenas unos minutos: “Le dijo que no se preocupara, que iba a perder a un hijo pero que ganaría miles. Y fue verdad, tuvimos mucho apoyo de la gente, y nunca se han metido con nosotros”.

“Mi madre lo pasó mal –prosigue Diego–, pero también decía que eran sus ideas… Tenía otros seis borregos, el más pequeño con ocho años, otro con nueve, había que tirar para adelante…”.

Defiende Diego que, para los mayores de cincuenta, Txiki sigue siendo un héroe en el País Vasco: “Siempre hay uno que representa a los demás, y ese es mi hermano, un símbolo, el Che Guevara euskaldun”. El 27 de septiembre es una fecha marcada en el calendario. Este año, el 50º aniversario, será más especial.

Poco después de su fusilamiento, ETA mató a un guardia civil procedente de Monterrubio, un pueblo a solo 22 kilómetros de Zalamea. “Allí había una guerra, y es lo que no entiende la gente. Allí la Guardia Civil ha matado a mucha gente, y ha torturado a un montón, no son santos…”, alega Diego. Es tajante cuando denuncia la forma “injusta” en que se ha contado y se sigue contando la historia de ETA y el País Vasco. Por ejemplo, en el cine o la literatura actual. 

También lamenta que las nuevas generaciones no conocen su pasado ni luchan por su presente: “En la última manifestación en defensa de la sanidad pública, la mayoría éramos jubilados, apenas si había gente joven. Hay mucha anestesia”.

Diego tiene dos hijas con las que discute a veces de política porque, dice, se ha vuelto un ácrata. Las dos tienen nombres vascos. “Mi madre, que murió el verano pasado con 94 años, no aprendió la lengua, nunca perdió el acento extremeño, y cuando nacieron las crías, que fueron las primeras nietas, llevaba un papel en el bolsillo con sus nombres apuntados para cuando le preguntaban cómo se llamaban las niñas. Ella sacaba el papel y lo leía”, recuerda con ternura. 

Su relato, su reivindicación, su visión, son, al fin y al cabo, parte de la historia de España.

Fuente: https://ctxt.es/es/20250701/Politica/49672/txiki-paredes-etarra-fusilado-franquismo-hermano-reportaje-entrevista-eta-lucha.htm