Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
El Foreign Office (Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido) declara que la líder de la oposición israelí goza de inmunidad diplomática temporal mientras se encuentra en una «misión especial».
La líder de la oposición israelí, Tzipi Livni, ha evitado la posibilidad del enjuiciamiento en un tribunal británico por crímenes de guerra después de que el Ministerio de Relaciones Exteriores declarase que goza de inmunidad diplomática temporal.
El martes se hizo una aplicación privada de una orden judicial para detener a la excanciller durante su visita a Londres, que ya había sido prevista por el Director de la Fiscalía, Keir Starmer QC.
Sin embargo, el anuncio de que el Ministerio de Relaciones Exteriores emitió un poco conocido certificado de que estaba en una «misión especial» enfureció a los activistas palestinos y grupos de derechos humanos.
La legislación aprobada a principios de este año requiere del DPP para dar su consentimiento a cualquier acusación particular presentada por crímenes de guerra en los tribunales de Inglaterra y Gales para evitar los casos por motivos políticos y para garantizar la existencia de «pruebas sólidas». En virtud de lo que se conoce como jurisdicción universal, los crímenes de guerra cometidos en cualquier parte del mundo pueden juzgarse en los tribunales del Reino Unido.
La llegada de Livni era un caso importante para poner a prueba. A finales de 2009 se emitió una orden de arresto contra Livni basada en que había sido miembro del gabinete de guerra israelí que sancionó el asalto a Gaza en el que más de un millar de palestinos fueron asesinados. En esa ocasión, ella canceló su visita.
En una declaración detallada, la Fiscalía de la Corona (CPS), reveló que había recibido una nueva solicitud de una orden de arresto el martes. «No se llegó a ninguna conclusión de si existen pruebas suficientes para apoyar un argumento real de condena contra la señora Livni».
El jueves, agregó, la Fiscalía recibió un certificado del secretario de Relaciones Exteriores, William Hague, declarando que el Ministerio de Relaciones Exteriores «ha dado su consentimiento a la visita al Reino Unido de Livni como una misión especial».
El estado de «Misión especial» otorga inmunidad, dijo la Fiscalía de la Corona, y no puede impugnarse.
La solicitud de acusación particular había sido presentada en nombre de una agente de la policía palestina no identificada cuyo hermano, también un oficial de policía, fue asesinado durante el primer día del ataque a Gaza en 2008.
El caso fue patrocinado en Londres por Daniel Machover, de la firma Hickman y Rose. Una declaración conjunta con el Centro Palestino para los Derechos Humanos, decía: «El DPP… evitó cualquier decisión de arresto… pero no con base en la falta de evidencias. La única razón dada por la Fiscalía es la concesión de la inmunidad diplomática retroactiva para la señora Livni por el secretario británico de Asuntos Exteriores basándose en una «misión especial».
«El gobierno ha abusado de la ley con el fin de asegurarse de que Livni eluda la rendición de cuentas. La señora Livni no es miembro del gobierno israelí, pero sí la líder de la oposición. Esta acción muestra una inobservancia grave y preocupante para el Estado de Derecho y aparece como una violación de las obligaciones internacionales del Reino Unido».
Declaró Hague: «Fue una terrible situación de abuso político de nuestros procedimientos legales que impedían a las personas como la señora Livni viajar legalmente al Reino Unido y nos hemos ocupado de esta urgencia como prometimos al llegar a este cargo.
«El Reino Unido seguirá cumpliendo sus obligaciones internacionales y garantizará que las personas que han cometido algunos de los crímenes más horribles -en cualquier parte del mundo en que se hayan llevado a cabo- puedan ser llevadas ante la justicia en nuestros tribunales».
La aplicación de la detención de Tzipi Livni se consideró antes de que se tomase la decisión de que estaba en una «misión especial». Foto: Mandel Ngan / AFP
Fuente: http://www.guardian.co.uk/